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Calculating...

A ver, a ver… por dónde empiezo… Pues mira, siempre me ha fascinado esa obsesión que tenemos los humanos con nosotros mismos, ¿no? Que si estudiamos nuestra historia, que si nuestra psicología, la filosofía, las religiones… Casi todo nuestro conocimiento gira en torno a nosotros, como si fuéramos, no sé, lo más importante del universo, ¿sabes? Quizás por eso me gusta tanto la física, porque es como una ventana, ¿me entiendes? Una ventana que nos permite ver más allá, tomar aire fresco, ¡qué sé yo!

Y lo que hemos visto por esa ventana… ¡madre mía! Es que es alucinante. Hemos aprendido un montón sobre el universo, de verdad. A lo largo de los siglos, hemos ido dándonos cuenta de la cantidad de ideas equivocadas que teníamos antes. Pensábamos que la Tierra era plana, que era el centro del mundo, inmóvil, ¿te acuerdas? Creíamos que el universo era pequeñísimo, que no cambiaba nunca. Hasta pensábamos que éramos una especie aparte, sin parentesco con los animales, fíjate. Y ahora sabemos de la existencia de quarks, de agujeros negros, de fotones, de fluctuaciones del espacio… ¡Y la increíble estructura molecular de cada célula de nuestro cuerpo! Es como si fuéramos niños que crecen y se dan cuenta de que el mundo no es solo su habitación o el parque, sino algo inmenso, lleno de cosas por descubrir, con un montón de perspectivas distintas a las que creíamos al principio. El universo es variado, infinito, siempre estamos encontrando cosas nuevas. Cuanto más sabemos, más nos asombra su diversidad, su belleza, su… no sé, su sencillez, si se puede decir así.

Pero claro, cuanto más descubrimos, más nos damos cuenta de todo lo que nos queda por saber. Cuanto más potentes son nuestros telescopios, más alucinante e inesperado es lo que vemos en el cielo. Cuanto más observamos los detalles más pequeños de la materia, más profunda es su estructura. Ahora podemos observar el Big Bang, esa gran explosión que dio origen a todas las galaxias… ¡hace catorce mil millones de años! Pero ya estamos empezando a vislumbrar cosas que son incluso anteriores al Big Bang, ¿te imaginas? Sabemos que el espacio se curva, y ya intuimos que está tejido por partículas cuánticas que vibran.

Nuestro conocimiento de las leyes básicas del mundo no para de crecer. Si intentamos juntar todo lo que hemos aprendido sobre el mundo físico en el siglo XX, nos damos cuenta de que hay muchas pistas que nos indican que el mundo no es como nos lo contaron en el colegio. La estructura fundamental del mundo está empezando a emerger, generada por un montón de eventos cuánticos donde ni el tiempo ni el espacio existen. Los campos cuánticos dibujan el espacio, el tiempo, la materia y la luz, intercambiando información entre eventos. La realidad es como una red de eventos independientes, unidos por probabilidades. Entre dos eventos, el espacio, el tiempo, la materia y la energía se disuelven en una nube de posibilidades.

En la búsqueda de una teoría de la gravedad cuántica, se está abriendo un mundo nuevo, fascinante. El problema es que tenemos dos grandes descubrimientos de la física del siglo XX, la relatividad general y la teoría cuántica, y necesitamos encontrar una manera de que ambos encajen.

La cosa es que estamos explorando un nuevo paisaje del mundo.

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