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Bueno, bueno, ¿por dónde empiezo? Digamos que esto es como... una especie de guía, ¿no? Cosas que ojalá hubiera sabido antes, especialmente cuando tenía veintitantos.
Primero, y esto es clave, tu propósito en la vida... no tiene que estar ligado a tu trabajo. No tiene que ser algo súper ambicioso o grandioso. Simplemente, tiene que ser *tuyo*. ¿Me explico? Es decir, no te presiones a buscar una razón de ser ultra complicada.
Y hablando de encontrar tu camino, el secreto es, básicamente, ponerte en la luz correcta. Para algunos, esa luz es un escenario de Broadway, para otros, un escritorio iluminado por una lámpara. Usa tus habilidades naturales, como la persistencia, la concentración, la intuición... para hacer un trabajo que te guste, que te llene, que importe. Resuelve problemas, crea arte, piensa profundamente.
Ojo, y esto es importante: que seas el que más habla no significa que tengas las mejores ideas. Cero correlación. Absolutamente nada.
Elige un proyecto creativo, uno solo, ¿vale? Y dedícale toda tu energía, hazlo lo mejor que puedas, profundiza en él. No te disperses.
A ver, todos sabemos por los mitos y los cuentos de hadas que existen muchísimos tipos de poderes, ¿verdad? A un niño le dan una espada láser, a otro una educación mágica... El truco no está en acumular todos los poderes habidos y por haber, sino en usar bien el poder que *tú* tienes.
Reflexionar sobre el pasado es bueno para crecer, para aprender, pero ojo, obsesionarte con el pasado solo te va a frenar. La mayoría de la gente tiende más a la reflexión o a la acción. Pero, vamos a ver, todos necesitamos un poco de ambas cosas, ¿no crees?
La neuroplasticidad, ¿sabes de qué hablo? Nos dice que las experiencias pueden cambiar la estructura y la función de tu cerebro. Tus acciones, tus movimientos... pueden moldear tu realidad física, mental y espiritual. Tienes ese poder dentro de ti. ¡Imagínate!
Si quieres mejorar en algo, lo que sea, dedícale treinta minutos al día, durante treinta días seguidos. Es fácil complicarse la vida, pero, en serio, un poco de esfuerzo diario es suficiente. Novecientos minutos de esfuerzo acumulado son suficientes para que mejores drásticamente en lo que sea.
La soledad es importante. Para algunas personas, es como el aire que respiran. Literalmente.
Le damos demasiada importancia a la apariencia, a la presentación, y no suficiente al contenido, al pensamiento crítico. En serio, piénsalo un poquito.
Cuando estés intentando aprender algo nuevo, intenta enseñárselo a un amigo o a un familiar. Fíjate en las preguntas que te hacen, en cómo esas preguntas revelan los huecos que tienes en tu conocimiento. Y luego, estudia para rellenar esos huecos. Enseñar es la forma más poderosa de aprender. De verdad.
En el colegio, quizá te insistieron en que salieras de tu caparazón. ¡Qué expresión tan horrible! No se dan cuenta de que algunos animales llevan su refugio a todas partes, y algunos humanos también somos así.
Sal a comer solo una vez al mes. Lleva una libreta y un bolígrafo, tu libro favorito, y deja el móvil en el bolso. Deja que tu mente vuele, que vague. No te reprimas.
La búsqueda de transformar el dolor en belleza es uno de los grandes motores de la expresión artística. Piénsalo.
Deja de intentar recordarlo todo y simplemente escribe. Usa la aplicación de notas del móvil, o mejor aún, lleva una pequeña libreta y un bolígrafo. Lo de toda la vida sigue funcionando de maravilla.
Escribe tres cosas por las que estás agradecido cada noche antes de irte a dormir. Y di una de ellas en voz alta cada mañana al despertarte. Pruébalo, no pierdes nada.
No consumas noticias a menos que estés seguro de que serán relevantes dentro de un mes. Consumir más noticias se ha convertido en una forma segura de entender menos sobre el mundo. Céntrate en pequeñas dosis de contenido de calidad, no en el goteo constante de "¡Última hora!" que se ha convertido en el estándar.
Convierte el dolor que no puedes eliminar en tu ofrenda creativa.
La creatividad tiene el poder de mirar al dolor a los ojos y transformarlo en otra cosa. Es como una alquimia, ¿no?
Quizá leas miles de libros en tu vida, pero solo unos pocos te cambiarán profundamente. Reléelos cada año. Tu experiencia con el libro cambiará a medida que tú cambies; obtendrás nuevas perspectivas. Y hacer esto te recordará que puedes enamorarte de la misma cosa (o persona) una y otra vez. Y esa, amigos míos, es la clave.