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A ver, a ver, ¿cómo les explico esto? Siempre me ha dado pánico hablar en público, ¡pero pánico de verdad! Creo que no soy el único, ¿verdad? He leído encuestas que dicen que la gente prefiere morirse antes que dar un discurso. ¡Imagínate! Pero, la verdad es que hablar con confianza es una habilidad súper importante, te abre puertas en el trabajo, te ayuda a conocer gente, te da credibilidad... O sea, te impulsa en todo, ¿no? Así que, esconderse no es la solución. Lo que necesitas es una estrategia para sentirte más seguro y dar lo mejor de ti.
Y bueno, pues yo he ido aprendiendo, a base de práctica y de nervios, claro. Y ahora quiero compartir lo que me ha servido a mí. Son trucos sencillos, pero que funcionan, ¡eh!
Primero, antes del evento, es crucial prepararte. Lo primero es tener una estructura clara. Un buen orador no suelta un rollo, cuenta una historia. Lleva al público de viaje, ¿me entiendes? Así que, crea una estructura que sea fácil de seguir, que tenga un principio, un desarrollo y un final. Incluso puedes avisar al público al principio de cómo va a ir todo.
Otra cosa importante es construir "bloques de Lego", como yo les digo. Cuando estás nervioso, quieres memorizar cada palabra, ¿verdad? Para sentirte protegido. Pero, ¡ojo! A mí me ha pasado que memorizar es contraproducente. Porque si te equivocas en una palabra, ¡te bloqueas! Solo sabes el discurso en ese orden exacto y no puedes improvisar. Basta con que falle la diapositiva o que alguien te interrumpa con una pregunta para que te quedes en blanco.
Entonces, ¿qué hago yo? Practico los momentos clave: la introducción, las transiciones entre temas, los remates graciosos... Perfecciona esos "bloques de Lego". Y en lugar de practicar el discurso de principio a fin, practícalo por partes. Suena raro, pero así te haces más flexible y puedes improvisar si algo sale mal. Ah, y un truco curioso: una vez, practica dando el discurso caminando rápido o incluso trotando un poco. ¡En serio! Eso simula el subidón de adrenalina que sientes cuando estás en el escenario.
Y si quieres ir un paso más allá, estudia a los mejores. Hoy en día tenemos acceso a los mejores oradores del mundo en YouTube. Busca tres o cuatro que te gusten, políticos, empresarios, comediantes, lo que sea. Pon los vídeos a cámara lenta y toma notas. Fíjate en cómo estructuran sus charlas, cómo usan la voz (cuándo suben el tono, cuándo lo bajan), cómo se mueven en el escenario, cómo interactúan con el público. Al estudiar a los mejores, inconscientemente empiezas a imitarlos.
Ahora, vamos a lo que puedes hacer justo antes de salir al escenario. Primero, afronta el "efecto foco". ¿Sabes que todos pensamos que la gente está mucho más pendiente de nosotros de lo que realmente está? Bueno, pues ese es el "efecto foco". Y cuando hablas en público, se multiplica. Para quitarle intensidad, prueba el enfoque "¿Y qué?". Piensa en lo peor que podría pasar. Imagina que pasa. Y ahora pregúntate: "¿Y qué?". ¿Y qué si te olvidas de algo o no lo dices perfecto? Pues nada, sigues adelante, no te vas a morir. Tu familia te va a seguir queriendo igual. Normalmente, la respuesta a "¿Y qué?" no es tan grave como pensamos. Como decía Séneca, "Sufrimos más en la imaginación que en la realidad".
Otra cosa que puedes hacer es "meterte en un personaje". Crea un personaje en tu cabeza que sea capaz de dar el discurso perfecto. Define sus rasgos: ¿cómo es?, ¿cómo interactúa con los demás?, ¿cómo se mueve?, ¿qué actitud tiene? Y justo antes de salir al escenario, ¡"enciende" ese personaje! Y verás cómo te transformas.
Y por último, elimina el estrés. ¿Has oído hablar del "suspiro fisiológico"? Es una técnica súper efectiva y probada por la ciencia para bajar el estrés rápidamente. Es un patrón de respiración: una inhalación larga, una inhalación corta y una exhalación larga. Lo hacemos de forma natural cuando tenemos mucho dióxido de carbono en la sangre. Pues si te sientes nervioso antes de empezar, prueba esto: inhala por la nariz dos veces, una lenta y otra rápida. Y luego exhala lentamente por la boca. Repite dos o tres veces. ¡Mano de santo!
Y ahora, ¡vamos al momento de la verdad, la presentación! Lo primero es romper la tensión. Yo, una vez, justo antes de dar una charla importante, les pedí a los organizadores que me pusieran una canción para entrar al escenario. Seguramente pensaron que iba a elegir algo tipo "Eye of the Tiger" para motivarme, ¿no? Pues les dije que quería "Girl on Fire" de Alicia Keys. ¡Se quedaron flipando! Pero lo hice a propósito. Hacer algo inesperado y divertido al principio ayuda a que todo el mundo se relaje. Y claro, cuando salí con esa canción, ya tenía un chiste preparado: "Seguramente se preguntarán por qué he salido con 'Girl on Fire'... pues resulta que es la canción favorita de mi hijo de un año, y pensé que le haría más ilusión verme en el vídeo si salía con su canción preferida". Y al ver las caras sonrientes del público, ¡se me quitó todo el miedo! Así que, busca una forma sencilla de romper el hielo y ganarte al público.
Otra cosa que hago es jugar al "suelo es lava". ¿Te acuerdas de ese juego de cuando eras pequeño? Pues durante el discurso, pienso que mis bolsillos y mi tripa son lava. No puedo tocarlos. Eso me obliga a mantener los brazos alejados del cuerpo, a gesticular y a proyectar confianza. Un truco: usa gestos amplios y expresivos al principio del discurso. Verás cómo te da seguridad.
Y por último, muévete con propósito. No vale dar vueltas por el escenario como si estuvieras hablando por teléfono con tu crush. Eso solo te pone más nervioso. Da pasos lentos, seguros, con intención. Usa los movimientos para hacer pausas dramáticas en tus palabras. Hay gente que se mueve por moverse, y gente que se mueve con un objetivo. Tú sé de los segundos.
Así que, ahí lo tienes. Nueve estrategias que te ayudarán a mejorar tu oratoria:
Estudia a los mejores: usa YouTube para aprender de los que admiras.
Crea una estructura clara: ten claro el arco narrativo de tu historia.
Construye "bloques de Lego": practica los momentos clave, pero no memorices palabra por palabra.
Afronta el "efecto foco": pregúntate "¿Y qué?" ante tus peores miedos.
Mete en un personaje: "enciende" tu personaje ideal antes de empezar.
Elimina el estrés: usa el suspiro fisiológico.
Rompe la tensión: busca un chiste o un comentario autocrítico para ganarte al público.
Juega al "suelo es lava": usa gestos amplios y seguros.
Muévete con propósito: da pasos lentos y con intención.
Hablar en público es como un músculo: cuanto más lo ejercitas, más fuerte se hace. ¡Así que ponte manos a la obra!