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Vale, vamos a hablar un poquito sobre cómo gestionar mejor nuestro tiempo. A ver, hay un concepto que me parece súper útil, que es el del "time-blocking", o sea, bloquear tiempo para cosas específicas. Imagínate que en lugar de tener una lista de tareas interminable, manejas tu vida con el calendario.
Esto no es nuevo, eh? Ya Benjamin Franklin, el tipo ese de los billetes de cien, tenía una rutina bastante marcada, con bloques de tiempo definidos para cada cosa. Por ejemplo, se levantaba y tenía un bloque para… bueno, para rezar, para planificar el día, para estudiar y para desayunar. Después tenía bloques de trabajo, bloques para leer o revisar cuentas, comer, otro bloque de trabajo, y al final del día, un rato para ordenar, cenar, escuchar música o charlar, y también para reflexionar sobre el día. Y luego, a dormir.
Obviamente, la vida ha cambiado mucho y ahora tenemos otras responsabilidades, como los niños, la casa… pero la idea principal del "time-blocking" sigue siendo muy valiosa. Se trata de reservar bloques de tiempo para tareas concretas. Así te concentras mejor, evitas distracciones y tienes más control sobre lo que haces y cuándo lo haces.
Yo, personalmente, lo uso sobre todo para el trabajo, eh? Para el tiempo personal prefiero ser más flexible, no me gusta tener que programar cuándo voy a estar con mi familia o cuándo voy a hacer ejercicio. Y hablando del trabajo, he desarrollado un modelo que divide el tiempo profesional en cuatro categorías, digamos. A ver, ¿cuáles son?
Pues mira, tenemos:
1. Tiempo de gestión: Este es el que más consumimos, sobre todo en las empresas grandes. Son las reuniones, las llamadas, las presentaciones, revisar emails, gestionar equipos… Puede ser muy productivo, sí, pero a veces nos centramos tanto en la actividad que nos olvidamos del progreso real.
2. Tiempo de creación: Este es el segundo más común, y es el que solemos meter con calzador entre bloque y bloque de gestión. Es donde escribimos, programamos, construimos, preparamos cosas… Aquí es donde se avanza de verdad.
3. Tiempo de consumo: Este es uno de los olvidados. Aquí es donde plantamos las semillas de nuevas ideas. Es el tiempo que dedicamos a leer, escuchar podcasts, estudiar… Como decía James Clear, todo lo que creamos viene de lo que consumimos, así que es súper importante invertir en "inputs" de calidad.
4. Tiempo de ideación: Este es el otro gran olvidado. Aquí cultivamos esas nuevas ideas. Es el tiempo para hacer brainstorming, escribir en un diario, salir a caminar, reflexionar… La mayoría de nosotros no tenemos ni un minuto para la calma y la reflexión en nuestro día a día, y así solo avanzamos linealmente, perdiéndonos oportunidades increíbles que requieren un pensamiento creativo.
Antes de empezar a cambiar nada, hay que saber cómo estamos ahora, no? Así que te propongo un ejercicio sencillo. A partir del lunes, al final de cada día laborable, revisa tu calendario y pinta cada evento con un color: rojo para la gestión, verde para la creación, azul para el consumo y amarillo para la ideación. Al final de la semana, mira el calendario y fíjate en los patrones: ¿Qué color predomina? ¿Hay bloques claros de tiempo para la creación? ¿Están los colores organizados o dispersos? Esto te dará una idea clara de cómo estás distribuyendo tu tiempo.
Y ahora, algunos consejos para encontrar un equilibrio mejor:
Primero, agrupa el tiempo de gestión. Es necesario, sí, pero si lo dejamos se apodera de todo el día. Llamadas, reuniones, emails… ¡uff! Nos hacen sentir que estamos súper ocupados pero sin avanzar. Intenta crear bloques de tiempo específicos para estas actividades. Por ejemplo, uno o dos bloques al día para revisar emails, y otro para llamadas y reuniones. La idea es que el rojo no se extienda por todo el calendario, sino que tengamos bloques definidos para dejar espacio a los demás colores. Eso sí, ten en cuenta que esto depende de tu puesto de trabajo. Si estás empezando, pequeños cambios ya son un logro. Si tienes más experiencia, podrás ser más agresivo.
Segundo, aumenta el tiempo de creación. Es lo que nos impulsa hacia adelante con proyectos más interesantes. Al agrupar el tiempo de gestión, asegúrate de reservar bloques para la creación. Bloquéalos en el calendario y no mires el email ni los mensajes. Dedícate solo a crear.
Y tercero, crea espacio para el consumo y la ideación. Son los olvidados porque casi nunca les dedicamos tiempo, pero son clave para el progreso a largo plazo. La gente más exitosa de la historia siempre ha reservado tiempo para leer, escuchar, aprender y pensar. Empieza con un pequeño bloque a la semana para cada uno. Cumple con ese bloque y luego, poco a poco, ve ampliando el tiempo.
Con estos consejos, ya tienes una buena base para equilibrar tu tiempo profesional. Pruébalo y verás los resultados. Ya me contarás.