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A ver, a ver… ¿qué es la fe, exactamente? Porque como físico, yo necesito algo más que definiciones de diccionario, descripciones filosóficas abstractas, o testimonios personales llenos de sentimiento, ¿sabes? Yo quiero una explicación rigurosa, objetiva, concreta, y que además sea consistente con la evidencia que tenemos disponible. Eso por un lado.

Y por otro lado… ¿por qué demonios te debería importar a ti qué es la fe? O sea, ¿qué tiene que ver con tu rutina diaria de levantarte, ir al trabajo, tratar con la gente, pagar las facturas, mantenerte feliz a ti y a tus amigos, comer bien, estar atento a tu peso, leer las noticias y decidir qué es verdad y qué no? Pues… ¡todo!

Todo en tu vida depende de la fe. Absolutamente todo. Tus decisiones, tus relaciones, tu satisfacción… cada aspecto de tu ser, hasta el funcionamiento de tus neuronas, depende de esta cosa que llamamos fe. ¡Así como lo oyes!

Y en cuanto a qué es la fe, exactamente… te voy a llevar a su origen mismo, como un guía que lleva a un grupo de exploradores a las fuentes del Amazonas, el río más grande del mundo. Vas a ver por ti mismo esa aplicación oculta, alucinante, que te da el poder de creer en verdades Gödelianas y realidades trans-lógicas… cosas que no se pueden ver, probar, ni siquiera imaginar. ¡Imagínate!

Pero para empezar, tenemos que entender la diferencia entre dos tipos principales de fe: la fe equivocada y la fe iluminada. Porque no toda la fe es igual, ¿eh?

A ver, la fe equivocada te lleva a creer en fantasías conocidas o hipótesis que ya se han demostrado falsas. ¡Ojo con eso! En cambio, la fe iluminada te lleva a creer en hipótesis que son consistentes con la mejor evidencia disponible, aunque esa evidencia sea un poco… digamos, vaga.

Y además, cada una de estas categorías tiene dos variantes: una basada en el coeficiente intelectual (el IQ) y otra basada en la inteligencia espiritual (el SQ). La fe basada en el IQ te lleva a creer en verdades triviales… verdades lógicas y realidades que se pueden ver, probar e imaginar, ¿me entiendes? Un ejemplo es el típico silogismo: “Todos los números enteros divisibles por dos son pares. Seis es un número entero divisible por dos. Por lo tanto, seis es un número par”. Es verdad, sí, pero es… trivial. No hay nada profundo ni misterioso ahí. Solo necesitas fe basada en el IQ para creerlo.

En cambio, la fe basada en el SQ te lleva a creer en verdades profundas… incluyendo esas verdades Gödelianas y realidades trans-lógicas que no se pueden ver, probar ni imaginar. ¡Es otro nivel!

Lo que eliges creer en la vida es importantísimo, porque tus creencias definen tu visión del mundo. Y en los momentos difíciles, serán la diferencia entre si te elevas o te hundes. De hecho, tu visión del mundo afecta todo.

Por ejemplo, en la serie The Crown, el Príncipe Felipe, el marido de la Reina Isabel II, dice que ha perdido su fe en Dios, en algo más grande que él mismo. Y esa nueva visión atea lo está deprimiendo, lo está hundiendo en una crisis existencial profunda. Es una visión desoladora, que él describe como la misión del Apolo 11 a la Luna: “La soledad y el vacío y el anti-clímax de ir hasta la Luna para no encontrar nada más que desolación inquietante, silencio fantasmal, oscuridad. Eso es la falta de fe. En contraposición a encontrar maravilla, éxtasis, el milagro de la creación divina; el diseño y propósito de Dios”.

Lo que crees dicta cómo ves la vida, a los demás y al mundo que te rodea. ¡Creer es ver! Y cómo ves las cosas, a su vez, dicta cómo reaccionas a las circunstancias, a las crisis, a todo. ¡Ver es reaccionar!

La peor visión del mundo, la más peligrosa, es la que está impulsada por la fe equivocada. Y la mejor, la más saludable, está impulsada por la fe iluminada.

Ahora, ¿de dónde vienen la fe equivocada y la fe iluminada? ¿Por qué estamos programados para ambas? Ese es el misterio que voy a desentrañar ahora.

Resulta que, cuando trabajaba en ABC News, hice un reportaje sobre el Banco de Cerebros de Harvard, que es la colección más grande del mundo de materia gris humana. Y nunca se me va a olvidar tener en mis manos un cerebro humano de verdad… esa vasija frágil, gomosa, de kilo y medio, donde residía la esencia de una persona. ¡Fue algo emocionante y a la vez espeluznante!

El cerebro humano tiene dos hemisferios que se comunican a través del cuerpo calloso, que es un cable grueso, como un teléfono, con más de 300 millones de fibras nerviosas. Y aunque los hemisferios se parecen en algunas cosas, tienen diferentes pesos, formas y tamaños. Incluso sus funciones no son exactamente las mismas.

Yo comparo los hemisferios con gemelos fraternos. Son una pareja extraña de medios cerebros que son a la vez competitivos y complementarios:

El hemisferio izquierdo controla el lado derecho del cuerpo y es experto en lógica, habla y cálculos numéricos. Como le encantan los detalles, este gemelo prefiere pensar de forma analítica, descomponiendo las cosas complejas en sus elementos más simples.
El hemisferio derecho controla el lado izquierdo del cuerpo y tiene una gran facilidad para la intuición, los sonidos y las imágenes. Como valora el contexto, este gemelo prefiere pensar de forma holística, uniendo los hechos para formar una imagen general coherente.

El hemisferio izquierdo se centra en los árboles individuales, mientras que el hemisferio derecho abarca todo el bosque. El hemisferio izquierdo adora las pruebas, mientras que el hemisferio derecho valora las corazonadas. El hemisferio izquierdo prefiere deconstruir, mientras que el hemisferio derecho ama sintetizar.

Hace años, se decía que una persona era o bien de hemisferio derecho o bien de hemisferio izquierdo. Pero ya sabemos que todo el mundo tiene un cerebro completo, con ambos hemisferios funcionando.

El hemisferio izquierdo tiene una visión del mundo física, que enfatiza la materia, la energía, la lógica y los detalles. Y el hemisferio derecho tiene una visión intangible, que favorece las imágenes, las intuiciones y el contexto.

En resumen, en esa cooperación y rivalidad entre los gemelos fraternos del cerebro, podemos encontrar el origen de la fe iluminada y la fe equivocada.

En los años 60 y 70, los neurocirujanos empezaron a cortar el cuerpo calloso del cerebro de sus pacientes epilépticos con la esperanza de reducir o incluso eliminar sus convulsiones. Y la técnica funcionó lo suficientemente bien como para que sus creadores ganaran el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1981. ¡Increíble!

Pero la cirugía también provocó algunos efectos secundarios sorprendentes en estos pacientes con el cerebro dividido. Por ejemplo, un hombre llamado Joe.

Cuando se le presenta a Joe la foto de una sartén en su campo visual derecho (que es captado por el hemisferio izquierdo), él la ve e identifica fácilmente. Pero cuando se le muestra en su campo visual izquierdo (que es captado por el hemisferio derecho), Joe no ve nada. Absolutamente nada.

¡Pero! Cuando cierra los ojos y dibuja lo primero que se le viene a la mente, al instante dibuja una sartén… ¡y no sabe por qué!

La experiencia de Joe subraya una de las diferencias más llamativas entre los gemelos fraternos del cerebro. El hemisferio izquierdo ve el mundo, lo conoce conscientemente y puede describirlo fácilmente con palabras. El hemisferio derecho es ciego al mundo, pero lo conoce inconscientemente y puede describirlo de forma no verbal.

Este descubrimiento tiene implicaciones enormes. Primero, derrumba la idea de que “ver es creer” y afirma el principio de “creer es ver”.

Si eliges creer solo en lo que puedes ver y nombrar, estás siendo literalmente medio-cerebro. Estás poniendo toda tu fe en lo que solo puede ver el hemisferio izquierdo de tu cerebro.

Estás ignorando realidades que son invisibles para ti, pero que el hemisferio derecho de tu cerebro puede contemplar de alguna manera; realidades como la foto de la sartén que Joe no podía ver ni poner en palabras, pero que podía expresar de forma no verbal.

Estas son, precisamente, las realidades trans-lógicas de las que te hablaba antes. Las realidades trans-lógicas son inefables; no se pueden ver, probar ni siquiera imaginar. Pero puedes percibirlas en toda su gloria usando tu IQ y tu SQ. Puedes describirlas usando tus incomparables talentos humanos verbales y no verbales: el arte, la música y el culto. Y puedes creerlas con confianza porque están impulsadas por la fe iluminada.

Así que, ya sabes, no es que la lógica sea superior a la fe. ¡Para nada! Al contrario. La fe es un regalo natural que tenemos en nuestro cerebro, y es la base no solo de la religión, sino también de la ciencia. Y por eso mismo, es importante entender bien qué es la fe. Porque en el fondo, es una de las fuerzas más poderosas del universo. Y de ella depende tu alegría, tu propósito en la vida, tu propia vida. ¡Es así de importante!

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