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Calculating...

A ver, a ver... ¿de qué quería hablar hoy? Ah, sí, del tiempo... pero no del tiempo atmosférico, eh? Sino de algo más profundo, más... existencial, si se quiere.

Seguro que alguna vez has visto esa imagen, ¿sabes? Esa que se llama "Tu Vida en Semanas." Son como cuadraditos, todos iguales, que representan cada semana que tienes por vivir. La popularizó un blogger, Tim Urban, hace ya... bueno, hace un tiempo. Y es súper impactante, ¿verdad? Ver tu vida así, como una serie de cuadritos que caben en un Post-it. Te hace pensar, te hace sentir que el tiempo es limitado, que esos cuadritos se acaban. Y te pone esa pregunta en la cabeza: "¿Estás aprovechando tus semanas?"

Y claro, la cultura de la productividad, esa que nos dice que tenemos que hacer mil cosas todo el tiempo, viene al rescate con la "solución" obvia: gestionar el tiempo. Y ahí es donde nos metemos en problemas. Porque al final, con esa obsesión por la eficiencia, lo que hacemos es querer meter más y más cosas en cada cuadrito. Como si tuviéramos miedo de que el tiempo se nos escape, ¿sabes? Esa sensación que dicen los alemanes, "Torschlusspanik."

De hecho, cuando estaba preparando esto, puse un mensaje preguntando si alguien se consideraba "adicto a la productividad en recuperación" y quería contar su experiencia. Y me llegaron muchísimas respuestas de todas partes del mundo. Ingenieros, emprendedores, pero también profesores, enfermeras... gente de todo tipo. Porque esta trampa de la eficiencia no discrimina, eh.

Y ¿sabes qué era lo que todos tenían en común? Que esa obsesión por la productividad les había llevado al "burnout," al agotamiento. Problemas de sueño, de salud, relaciones rotas... Uno me decía que no podía "ralentizar y disfrutar el momento." Otro tuvo que reaprender que estaba bien ir caminando a un sitio, aunque tardara más que en coche. Y eso que eran personas que se estaban recuperando de esa adicción. Pero el "burnout" es algo súper común hoy en día, ¿eh? Y todos seguimos queriendo aprovechar nuestras semanas. Entonces, ¿cómo hacemos para lograrlo sin morir en el intento?

Pues la clave está en cambiar nuestra forma de pensar y actuar. Pero primero tenemos que entender por qué vemos el tiempo como algo que hay que "producir" en lugar de algo que hay que explorar con curiosidad.

En nuestra sociedad, ser productivo se considera casi una obligación moral. ¿Te imaginas? Como si valiéramos por lo que hacemos, no por lo que somos. Y claro, si creces con modelos a seguir que valoran más las notas que el esfuerzo, que están obsesionados con aprender nuevas habilidades, que llenan el fin de semana de actividades... pues al final acabas pensando que tu vales por lo que haces. Y buscas la aprobación de los demás a través de la sobrecarga de trabajo, el "workaholism," y el "busy bragging," que es como presumir de lo ocupado que estás.

Y así, terminamos tratando cada momento como un recurso que hay que explotar al máximo. Hay que hacer más en menos tiempo, hay que completar objetivos. Y asumimos que el tiempo es una mercancía. Lo gastamos, lo invertimos, lo ahorramos, lo presupuestamos. Y para que algo "valga la pena," tiene que tener un resultado tangible. Y en ese esquema, la productividad se convierte en una virtud y la curiosidad en una distracción.

Incluso si tuviste la suerte de crecer en un ambiente que fomentaba la curiosidad, los cambios importantes en la vida pueden ser estresantes y pueden hacer que te refugies en el trabajo como una forma de lidiar con ello. Terminas los estudios, te ascienden en el trabajo, tienes un hijo, pierdes a un padre... Momentos así, de transición, que te dan la necesidad de controlarlo todo.

También hay que tener en cuenta la neurodiversidad. Algunas personas neurodivergentes tienden a concentrar su atención en un número limitado de intereses, a lo que se llama monotropismo en el autismo e hiperfoco en el TDAH. Y si ese interés es la productividad, pues se puede convertir en una obsesión: comprar cursos, instalar aplicaciones, descargar plantillas... que al final te distraen de lo que realmente tienes que hacer.

Pero al final, sea cual sea la razón, esta forma tóxica de productividad se convierte en un motivo oculto que influye en nuestras decisiones y acciones. Y nos empuja a producir constantemente, sin valorar el descanso, la reflexión y la conexión con los demás. No hay espacio para que la mente divague y haga conexiones inesperadas.

Seamos honestos: nadie quiere vivir una vida "productiva," en realidad. Queremos expresarnos, conectar con los demás, explorar el mundo. La productividad es solo un medio para lograr esos fines. Y no debería ser a costa de vivir la vida, ¿verdad?

Por suerte, aunque la productividad tóxica es muy atractiva, hay una forma de recuperarse. Y requiere que, al menos temporalmente, tires a la basura tus calendarios, tus cronómetros y tus listas de tareas. Y que adoptes una forma más plena de relacionarte con el tiempo.

Más Allá de la Gestión del Tiempo

Los antiguos griegos tenían dos palabras para hablar del tiempo. "Chronos" se refiere a la cantidad. Es como la mayoría de nosotros vemos el tiempo hoy en día. Es el tiempo de los relojes y los calendarios, de las herramientas de productividad y los objetivos lineales. El dios Chronos se representa como un anciano con barba que lleva una guadaña. ¿Te suena? Como la Parca. Y en realidad no es casualidad.

La marcha ciega de Chronos gobierna gran parte de nuestra vida. Como vemos el tiempo como unidades iguales y objetivas, y que tienen un final, sentimos que nunca es suficiente. Estamos mirando un reloj constantemente, y ese tic-tac constante nos llena de urgencia y ansiedad. Chronos es el tiempo que vemos representado en esa imagen de "Tu Vida en Semanas": nuestras semanas, días u horas como una serie de cajas idénticas, cada una un recipiente vacío que podemos llenar con lo que sea. Aquí hoy, ido mañana.

Pero esas cajas no representan cómo experimentamos el tiempo realmente. No todas las semanas de nuestra vida tienen el mismo peso. No me acuerdo del día en que nací, pero la noche antes de empezar el colegio me pareció eterna. La semana en que presenté mi propuesta para este libro a las editoriales fue como un mes de nervios, dudas y esperanza. Y tuvo un impacto enorme en los años siguientes. Me acuerdo de cada momento del día en que me enteré de que un amigo cercano había fallecido. Parecía que ese día duró años.

Piensa en tu propia vida, intenta recordar las semanas que te han traído hasta hoy: ¿Todas te parecen iguales, unidades de tiempo intercambiables? ¿O el tiempo te parece más como una experiencia fluida?

En el fondo, lo sabemos: el tiempo es elástico. Algunos momentos duran una eternidad, otros pasan en un abrir y cerrar de ojos. Hay estudios que demuestran que muchos factores pueden influir en cómo percibimos el tiempo. Las emociones, por ejemplo. El tiempo se expande en momentos de miedo, tristeza o alegría. ¿Tienes hambre o estás cansado? Esos estados también influyen. Y la concentración también juega un papel importante. El tiempo se arrastra cuando estás aburrido, pero vuela cuando estás absorto en algo que te gusta.

Y el tiempo también parece acelerarse a medida que envejecemos. Hasta la cultura y la sociedad influyen. El idioma que usamos para hablar del tiempo... El tiempo no es una serie de unidades idénticas, sino una experiencia personal y fluida. Esta es una representación más acertada de "Tu Vida en Semanas," tal como la percibimos:

Sí, es más caótico. Pero hay belleza en ese caos. Significa que, en lugar de estar mirando un reloj que cuenta hacia atrás, nuestras semanas más plenas y fructíferas aún pueden estar por llegar. Cambiar la forma de ver el tiempo, de cuantitativa a cualitativa, es el primer paso para tener una relación más sana con el tiempo y para encontrar una respuesta significativa a cómo aprovechar nuestras semanas.

Los griegos valoraban mucho esta visión cualitativa del tiempo. Tanto que tenían otra palabra para el tiempo: "Kairos." Kairos expresa la calidad del tiempo, no la cantidad. Reconoce que cada momento es único, con un propósito único. A veces, los griegos usaban la palabra Kairos para referirse al momento oportuno para actuar, a la oportunidad perfecta.

La región de Bretaña, en el oeste de Francia, es famosa por sus ostras. Y entre la gente de allí, la "pêche à pied," o pesca a pie, es un pasatiempo popular. Técnicamente, puedes salir cualquier día del año a buscar mejillones, ostras, bígaros y otros mariscos deliciosos. Pero el pescador sabio sabe que no todos los momentos son iguales. Algunos mariscos, como las navajas y los berberechos, se entierran en la arena cuando hace frío. Y otros, como las ostras, no se deben recolectar después de las lluvias porque están filtrando la contaminación.

Aunque el marisco está disponible todo el año, cada expedición de pesca es única, y su éxito depende de las condiciones adecuadas en el momento adecuado. El pescador entiende algo que muchos de nosotros, sentados en nuestros escritorios, mirando el calendario y el reloj, olvidamos: no todos los momentos son iguales. Algunos tienen un peso especial, un potencial único. Son el terreno fértil del que pueden surgir nuestras mejores ideas y nuestras experiencias más significativas.

Los momentos Kairos, como la pesca a pie, son lo que yo llamo "ventanas mágicas": esos momentos de flujo creativo que ocurren cuando estamos inmersos en actividades que nos absorben por completo, cuando pasamos tiempo con nuestros seres queridos o cuando estamos reflexionando sobre nosotros mismos. Si alguna vez has sentido que un instante se suspende en el tiempo, como si tu conciencia fuera inmune al caos del mundo, sabes de lo que estoy hablando. Kairos es cuando sientes que este momento, ahora mismo, es perfecto.

Kairos capta lo que la visión tradicional de la productividad ignora: que el valor del tiempo depende de la situación. A veces, oportunidades únicas en la vida pueden parecer menos importantes que leer un cuento a tu hijo antes de dormir. Pasar tiempo a solas puede ser más importante que salir con amigos. Y, por supuesto, están las interrupciones inesperadas. Una emergencia puede superar a planes sociales que tenías. Te puedes enfermar justo cuando encuentras tiempo para un hobby que te gusta. Un colaborador de confianza puede irse justo antes de un lanzamiento, arruinando tus planes.

Incluso en profesiones más independientes, nuestro trabajo suele imponernos estructuras rígidas, lo que nos obliga a navegar por la tensión entre nuestras aspiraciones y nuestras obligaciones. Pero dentro de esas limitaciones está la oportunidad de ser conscientes de nuestro estado interior y elegir conscientemente en qué queremos centrarnos en cada momento. Adoptar Kairos significa dejar de lado la idea de maximizar cada minuto y apreciar las cualidades únicas de cada momento que componen la vida.

Para vivir en tiempo Kairos, tenemos que cambiar el enfoque de lo que hacemos con nuestro tiempo a cómo experimentamos cada momento. Se trata de hacer más, pero siendo más: más presentes, más comprometidos y más atentos a la calidad de nuestras experiencias.

Tus Ventanas Mágicas

Aunque la atención plena y la productividad puedan parecer incompatibles, solo lo son si las vemos a través de una lente basada en Chronos. Los enfoques tradicionales de la productividad funcionan de arriba abajo, viendo el tiempo como una serie de cajas idénticas en las que hay que meter la mayor cantidad posible de cosas.

En cambio, la productividad consciente se centra en la calidad de la experiencia en sí misma. Utilizando un enfoque de abajo arriba, la productividad consciente reconoce la singularidad inherente de cada caja y prioriza el curso de acción correcto en consecuencia.

El tiempo es el recurso más importante en la productividad tradicional. En cambio, la productividad consciente se centra en la gestión de tus recursos físicos, cognitivos y emocionales: los ingredientes que dan lugar a los momentos Kairos.

Recursos Físicos: Gestiona tu Energía

Cada vez dependemos más de los cronómetros digitales y las aplicaciones de bloqueo de tiempo para gestionar nuestra productividad. Mucha gente utiliza su calendario para micro-programar, dividiendo cada día en pequeños bloques predefinidos, y su reloj inteligente para mantenerse al día, con recordatorios en la muñeca. Pero nuestro cronometrador más fiable podría estar dentro de nosotros: nuestro reloj interno o ritmo circadiano. En lugar de estructurar nuestro trabajo únicamente en torno a horarios arbitrarios, debemos tener en cuenta nuestros ciclos naturales de energía.

Estudios recientes han demostrado que nuestras preferencias por la mañana o por la noche pueden rastrearse hasta quince lugares de nuestro genoma. Puede que seas una persona mañanera, un noctámbulo, o lo que el autor estadounidense Daniel Pink llama un "tercer pájaro," donde tus ventanas mágicas se encuentran en algún punto intermedio. Conociendo tu cronotipo, puedes sintonizar con cómo tus niveles de energía suben y bajan a lo largo del día para determinar cuándo debes centrarte en tareas exigentes, cuándo tu creatividad está en su punto álgido y cuándo es mejor hacer una pausa intencionada y recargar las pilas.

Pero no solo importan esos ciclos diarios. Desde los cambios hormonales mensuales hasta los cambios estacionales, numerosos ritmos naturales pueden afectar a tu productividad y creatividad. Por ejemplo, las entrenadoras de la selección femenina de fútbol de Estados Unidos creen que el seguimiento de los ciclos menstruales de sus jugadoras fue fundamental para la victoria del equipo en la Copa Mundial de 2019. El equipo contrató a una experta para que les proporcionara información basada en pruebas científicas. Bajo la dirección de la entrenadora de rendimiento Dawn Scott y la Dra. Georgie Bruinvels, las jugadoras del equipo hicieron un seguimiento de sus periodos y adaptaron lo que comían, cuándo y cuánto entrenaban e incluso cuándo se iban a dormir en función de la cantidad de progesterona y estrógeno que tenían en su cuerpo. El objetivo era trabajar con sus hormonas, no contra ellas. En lugar de un obstáculo a superar, esos ciclos naturales se convirtieron en parte integrante de la optimización de su rendimiento.

Ya sea por los hábitos de sueño, las fluctuaciones hormonales o los cambios estacionales, todo el mundo tiene ciclos únicos de altibajos de productividad a lo largo del día, la semana y el año. Los investigadores descubrieron que puede haber ritmos biológicos más largos en juego, a los que llaman ciclos circanuales, lo que sugiere que las estaciones tienen un efecto complejo en el funcionamiento del cerebro.

Muchos líderes y creativos a lo largo de la historia han sabido el valor de comprender estos ciclos diarios, semanales y anuales para trabajar de forma más inteligente. Personas tan diversas como LeBron James, Arianna Huffington y Bill Gates son conocidas por dar prioridad a dormir toda la noche. Incluso Winston Churchill dormía la siesta durante el día. El naturalista Henry David Thoreau, aunque recomendaba que siguiéramos dando paseos por la naturaleza durante todo el año, llevó una vida más interior durante los meses de invierno.

Llevar un registro de tus niveles de energía es una forma sencilla de empezar a gestionar mejor tus recursos físicos. Durante una semana o dos, anota tus niveles de energía en diferentes momentos del día para poder identificar tus picos y valles de energía. También puedes colorear tu calendario de forma retrospectiva para reflejar cómo las diferentes actividades afectan a tus niveles de energía. Utiliza el verde para las actividades que generan energía, el amarillo para las actividades neutras y el rojo para las que te agotan. Luego puedes dar prioridad a las actividades que crean energía y evitar las que la agotan para mantener una proporción elevada de verde a rojo.

Además, considera la posibilidad de reevaluar tus ventanas mágicas para mantenerlas sincronizadas con tus niveles de energía. Muchos creen que son personas mañaneras o noctámbulas, pero no lo han reevaluado en años. A medida que envejeces, los cambios en tu estilo de vida y tus responsabilidades pueden influir en tus ritmos naturales. Por ejemplo, los jóvenes pueden sentirse más alerta por la noche, pero a medida que envejecen descubren que sus mejores horas son por la mañana. Merece la pena dejar de lado las ideas preconcebidas y, si puedes, experimentar con diferentes horarios de trabajo, observando cuándo te sientes más alerta durante unas semanas. Este proceso puede aportar ideas sorprendentes y revelar nuevas ventanas mágicas en partes de tu día que antes pasabas por alto.

Por último, presta atención a las señales de tu cuerpo y respétalas. Bostezar con frecuencia o sentirse mentalmente confuso son señales de que necesitas descansar. En lugar de seguir adelante con cafeína u otros estimulantes, échate una siesta reparadora o haz una pausa breve.

El cambio al que debes aspirar podría tener este aspecto en la práctica. Imagina que vuelves de un fin de semana de viaje ajetreado e hipersocial. La mentalidad de eficiencia te anima a lanzarte de cabeza a tu trabajo el lunes. Pondrías el despertador media hora antes, llegarías a tu mesa a tiempo e inmediatamente abordarías las tareas más desalentadoras, con el corazón latiendo por la descarga de café que te ayuda a mantenerte despierto durante innumerables reuniones.

El enfoque de la productividad consciente ofrece un camino más amable. Reconociendo que tienes poca energía después de un fin de semana intenso, haces todo el trabajo administrativo más fácil de la semana el lunes. También cambias algunas reuniones al martes para poder dedicar veinte minutos a la meditación o al movimiento por la mañana para recargar las pilas, o dormir veinte minutos más. Las grandes tareas de esa semana siguen haciéndose, pero no sufres ninguna tensión innecesaria.

En última instancia, la gestión de tus recursos físicos se reduce a descartar la expectativa poco realista de estar siempre "en tu mejor momento." La energía fluctúa de forma natural; intentar mantener un pico perpetuo no solo es imposible, sino perjudicial para tu bienestar. Respetar tus ritmos naturales puede llevarte a tener una relación más sana con el trabajo, así como a una mayor productividad y creatividad.

Recursos Cognitivos: Gestiona tu Función Ejecutiva

Una vez que has identificado tus ventanas mágicas, te enfrentas a una pregunta crucial: ¿Qué pertenece ahí? Sería genial que pudieras abordar todo lo que te importa a la vez, pero aunque la mente humana es extraordinaria, sus capacidades cognitivas no son ilimitadas. Estamos limitados por lo que los científicos cognitivos llaman función ejecutiva, que es nuestra capacidad para seleccionar y supervisar con éxito nuestras acciones.

Nos imaginamos a nosotros mismos como hábiles multitarea, pero los estudios demuestran que nuestro rendimiento disminuye drásticamente cuando intentamos concentrarnos en más de una cosa a la vez. Esto se debe a que el cerebro humano tiene un cuello de botella atencional que afecta tanto a la percepción como a la acción. En resumen, nuestros esfuerzos por hacer más en realidad nos ralentizan.

La memoria de trabajo también limita lo que puedes lograr durante tus ventanas mágicas. Puedes pensar en la memoria de trabajo como el espacio mental donde procesas y manipulas la información. Utilizar tu memoria de trabajo es como hacer malabarismos con varias piezas de información, manteniéndolas en mente mientras tomas decisiones, resuelves problemas y mantienes conversaciones. Hay un límite en el número de bolas que puedes mantener en el aire a la vez. Como dice el Dr. Bill Cerbin, profesor emérito de psicología y director del Centro para el Avance de la Enseñanza y el Aprendizaje de la Universidad de Wisconsin-La Crosse, "Los humanos están dotados de notables capacidades cognitivas, pero un área en la que estamos seriamente limitados es la memoria de trabajo."

¿Cómo puedes gestionar estos cuellos de botella cognitivos? La clave es utilizar el enfoque secuencial, hacer una cosa a la vez, aceptando que no puedes mantener el mismo esfuerzo en todos los aspectos esenciales de tu vida, decidiendo momento a momento cuál es tu prioridad (tu familia, el trabajo o tú mismo) y dedicándole toda tu atención. Siempre habrá prioridades contrapuestas. En lugar de intentar mantener un equilibrio artificial, mantener todas las bolas en el aire simultáneamente, puedes utilizar el enfoque secuencial para elegir una prioridad a la vez y dedicarle toda tu energía.

El enfoque secuencial no es lo mismo que el bloqueo de tiempo, en el que segmentas tu día por adelantado con tareas predefinidas. Más bien, el enfoque secuencial se inclina por el flujo y reflujo de tu capacidad cognitiva, animándote a evaluar constantemente: Dada mi atención actual y mi memoria de trabajo, ¿qué tarea es la más sensata para emprender ahora mismo?

Ten en cuenta el entorno que te rodea. Si estás en casa y tus hijos están a tu alcance, es posible que quieras reservar este tiempo para tareas más ligeras que no requieran toda tu atención. Por otro lado, si tienes un par de horas de tiempo ininterrumpido y una presentación próxima domina tus pensamientos, podrías sumergirte en ella.

Ten en cuenta tu estado mental. Tal vez unas críticas recientes te hayan estado pesando mucho. Cuando esto suceda, enfréntate a esos pensamientos que te distraen de frente. Siéntate, reflexiona sobre esa retroalimentación y escribe tus pensamientos en un papel o en una aplicación para tomar notas. Luego, vuelve a tu tarea; esas reflexiones estarán ahí para volver a ellas cuando estés listo.

Sobre todo, evita el encanto de la multitarea. Puede que te parezca productivo, pero dividir tu atención es una forma segura de disminuir la calidad de tu trabajo. Concentra toda tu atención en una sola actividad. Cierra todas las demás aplicaciones, deja tu teléfono en otra habitación y asegúrate de que la gente que te rodea sabe que estás en modo de concentración, por ejemplo, cerrando la puerta o usando tus auriculares.

Recursos Emocionales: Gestiona tus Emociones

Madonna, que ha publicado catorce álbumes de estudio, dijo que hubo un tiempo en el que lloraba de agotamiento antes de la mitad de los espectáculos de una de sus giras, pero seguía adelante. "No existe eso de no estar de humor porque el espectáculo debe continuar," declaró. Al igual que Madonna, podemos tener mucho éxito presionándonos obsesivamente para trabajar sin parar, pero la tensión constante seguirá afectando a nuestra salud mental. Si seguimos adelante durante demasiado tiempo, podríamos incluso llegar a un punto de no retorno, incapaces de mantener el espectáculo en la carretera. Y, a diferencia de Madonna, puede que no tengamos la capacidad de llevarnos a nosotros mismos a un retiro multimillonario.

El estrés no siempre es malo para nosotros. De hecho, un cierto grado de estrés, conocido como eustrés, que significa "buen estrés" en griego, puede impulsar el rendimiento. Pero al igual que una pila de arena que se vuelve cada vez más inestable con cada grano añadido, nuestros niveles de estrés pueden acumularse hasta que el más mínimo incremento desencadena una avalancha. Esta avalancha mental no es un suceso repentino, sino la culminación de factores estresantes acumulados que han llegado a un punto crítico. Es crucial, entonces, que comprendamos cuándo el eustrés está pasando a ser distrés.

Sin embargo, nos hemos vuelto terribles para escucharnos a nosotros mismos. Sabemos que deberíamos estar conectados con nuestros estados internos y cuidar de nuestro bienestar, pero nos cuesta poner en práctica estas ideas. Para cumplir con nuestras responsabilidades, pasamos por alto las señales vitales que nuestras emociones intentan transmitir. Puede que nos cueste conciliar el sueño por la noche. Tal vez nos irritemos con facilidad. Sentimos ansiedad sin razón aparente, un fenómeno que los psicólogos denominan ansiedad flotante. Algo no va bien, y sin embargo seguimos adelante.

Es el equivalente al dueño de una tienda que, ante una cola de clientes cada vez mayor, empieza a operar mecánicamente para seguir el ritmo de la demanda, procesando las transacciones rápidamente pero sin la atención que antes definía el servicio de la empresa. El dueño, aunque físicamente presente, está emocionalmente desvinculado. Puede que se sienta productivo, pero este enfoque robótico pronto lleva a una disminución de la calidad de las interacciones con los clientes.

En lugar de intentar soportar esos síntomas dirigiendo tu atención a otra parte, dale a la pausa para reconectar con cómo te sientes por dentro. Una de las estrategias más sencillas para regular tus emociones es estimular el sistema nervioso parasimpático de tu cuerpo, que actúa como un freno a la respuesta al estrés. Todo lo que tienes que hacer es mover tu cuerpo. Se ha descubierto que mover tu cuerpo alivia la ansiedad de inmediato y crea un ciclo virtuoso que reduce la ansiedad a largo plazo. Y es completamente gratis.

No tiene por qué ser una sesión de estiramientos completa. Ni siquiera tienes que levantarte si no puedes. Solo necesitas unos cuantos movimientos fluidos. Podrías hacer rodar lentamente tus hombros hacia arriba y hacia abajo o desplazar sutilmente tu peso de un lado a otro mientras estás de pie, estirando los músculos de tus piernas y caderas. Incluso pequeños movimientos como rotar tus muñecas o tobillos pueden estimular tu sistema nervioso parasimpático. Presta atención a las sensaciones en tu estómago, tus pulmones, tu corazón. Lo importante es centrarse en la experiencia interna del movimiento en lugar de en cómo se ve desde fuera.

Notar tus emociones y regular tu sistema nervioso te ayudará a desarrollar lo que Susan David llama agilidad emocional, la capacidad de adaptarse y responder con fluidez a tus experiencias emocionales. Cuando eres emocionalmente ágil, puedes navegar por tu paisaje emocional con eficacia e impedir que ciertas respuestas psicofisiológicas, como la ansiedad flotante, te tengan cautivo. Podrás hacer tu mejor trabajo sin sacrificar tu bienestar.

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Tu energía, función ejecutiva y emociones son los tres pilares de una vida plena, una vida en la que contribuir al mundo no vaya en detrimento de tu mundo interior. En resumen, la productividad consciente pretende responder a tres preguntas:

Gestionar tu energía: ¿Cuándo es mi ventana mágica?

Gestionar tu función ejecutiva: ¿Qué pertenece a esta ventana?

Gestionar tus emociones: ¿Cómo puedo mantener la ventana abierta?

Para gestionar tus recursos físicos, utiliza la sincronización de energía para alinear tus tareas más exigentes con tus picos diarios de energía y bloquea una ventana mágica semanal para el trabajo estratégico. Para tus recursos cognitivos, aplica el enfoque secuencial para abordar una tarea principal a la vez, teniendo en cuenta cómo tu entorno afecta a tu atención y descargando las preocupaciones en tus notas para que puedas liberar algo de memoria de trabajo. Para tus recursos emocionales, practica el movimiento consciente siempre que notes alguna señal de angustia.

Ámbito

Principio

Práctica

Físico

Energía: Alinea las tareas con los ritmos naturales.

Sincronización de energía

Cognitivo

Función ejecutiva: Evita la multitarea.

Enfoque secuencial

Emocional

Emociones: Adapta la respuesta al estrés.

Movimiento consciente

Desafortunadamente, encontrarás que nuestra sociedad todavía requiere con frecuencia que te conformes a una visión del mundo de Chronos. A menos que vivas en una isla desierta sin responsabilidades, no siempre puedes permitir que tus estados internos guíen tus acciones externas. Tenemos citas, plazos y otras obligaciones sujetas a un tiempo. Hacemos planes con amigos, pero a veces desearíamos estar haciendo otra cosa cuando llega el momento. Nuestros trabajos pueden requerirnos ocasionalmente que trabajemos hasta altas horas de la noche. En resumen, la vida va a suceder.

Entonces, ¿cómo podemos volver a la presencia de Kairos cuando Chronos parece tener el control? ¿Cómo podemos cambiar a un estado del ser cuando el hacer es obligatorio?

Diseña un Ritual Kairos

¿Qué tienen en común caminar en círculo lentamente, preparar una taza de té y escuchar una lista de reproducción favorita? Son todas formas en las que personas que conozco se centran para poder hacer su mejor trabajo.

Yo llamo a estos rituales Kairos. Estos pequeños actos te ayudan a abrir una ventana mágica para algo a lo que quieres dirigir todos tus recursos, independientemente de lo que esté sucediendo en el ámbito general de tu vida. Es una práctica para invocar tu más alto sentido de la conciencia.

Aunque meditar o hacer yoga puede ser un excelente camino para expandir la conciencia, pueden ser difíciles de mantener cuando la vida está en su punto más ocupado. Afortunadamente, no son las únicas formas de mantenerse en contacto con nuestro ser interior. Ser consciente significa interrumpir el modo de piloto automático que solemos utilizar en el día a día, tomarnos el tiempo para apreciar las pequeñas cosas y observar cómo nos sentimos a nivel físico, cognitivo y emocional. Como tal, un ritual Kairos es una forma de ver el momento presente con claridad. Aquí hay algunos rituales Kairos en la vida real:

"Busco un rincón de la habitación y me siento en el suelo. Es acogedor y da una perspectiva diferente de mi entorno. Luego enciendo mi aplicación de meditación y hago un ejercicio rápido de respiración."

—Agathe Cury, editora de vídeo

"Estiro mi cuerpo mientras camino lentamente en círculo por la habitación. Y si estoy en casa, me tumbaré en mi cama durante unos minutos y luego volveré al trabajo."

—François Singer, gerente de asociaciones en la industria del deporte

"Escucho el tipo de música que me pone de buen humor y muevo la cabeza al ritmo."

—Anaïs Ait Ouazzou, gerente de cuentas en una startup

"Voy a otra habitación, cierro la puerta y respiro hondo unas cuantas veces. Cerrar la puerta crea la sensación de un espacio separado."

—Manuela Da Cunha, enfermera

"Voy a la cocina y me preparo una taza de té. El proceso lleva cinco minutos y me permite desconectar lo suficiente como para volver con una calma renovada."

—Jem Chevillotte, director de cine

Los rituales Kairos son tan idiosincrásicos como las personas que los practican. Al desarrollar el tuyo propio, piensa en una acción sencilla que pueda cambiar rápidamente tu estado de ánimo, como la música o el aroma; reconectarte con tu cuerpo, como los estiramientos o la respiración consciente; o darte la oportunidad de conectar contigo mismo, como hacer una lista manuscrita de tus intenciones para el resto de tu jornada laboral.

Estos rituales son poderosos por su sencillez, no a pesar de ella. Se convierten fácilmente en habituales porque se integran a la perfección en los ritmos de la vida cotidiana y en el tejido de tu jornada laboral. Es la accesibilidad de los rituales Kairos, su suave pero persistente empujón que nos devuelve al presente, lo que les da el poder transformador de abrir ventanas mágicas a voluntad.

Físicamente, te guían para que hagas una pausa y recalibres tus niveles de energía. Cognitivamente, interrumpen tu modo de piloto automático, permitiéndote recentrar tu atención y abordar las tareas con una claridad renovada. Emocionalmente, estos rituales ofrecen un santuario, un retiro momentáneo para reconocer tus sentimientos, validar tus experiencias y reconectar con tu ser interior. Los rituales Kairos funcionan como mini reinicios, preparándote para la acción y asegurando que todas tus facultades operen en sinergia.

Hay dos factores clave para elegir un ritual Kairos. El primero es la practicidad. Puede que no puedas levantarte y bailar o encender velas en la oficina. Elige un ritual que puedas utilizar fácilmente siempre que necesites reconectar contigo mismo y con el momento presente, aunque solo sea beber té con atención plena, anotar una cosa por la que estés agradecido en una nota adhesiva o contemplar una foto que te transmita una sensación de calma. El segundo, y más importante, es seleccionar un ritual que resuene contigo personalmente. Debe ser algo que esperes con ilusión y disfrutes, no algo que se sienta como una tarea.

Ahora, siempre que necesites anclarte en el momento presente, puedes utilizar ese ritual para cambiar a un modo de ser basado en Kairos, sincronizado con tus niveles de energía, aprovechando tu función ejecutiva y conectado con tus emociones.

La productividad consciente te proporciona el andamiaje necesario para cumplir tu pacto y vivir una vida de curiosidad. Cuando te centras en ser más, en encontrar formas de estar presente y de ralentizar el tiempo, puedes evitar el agotamiento sin abandonar tus ambiciones.

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