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Calculating...

A ver, a ver, vamos a hablar un poquito de... una cosilla que me llama mucho la atención, ¿no? Es esta idea de que... bueno, no heredamos la tierra de nuestros antepasados, sino que, en realidad, la pedimos prestada a nuestros hijos. Es una frase que se le atribuye a mucha gente, pero, la verdad, es que da qué pensar.

Y me hace pensar en... por ejemplo, la privatización de la industria del agua en Inglaterra. Imagínate, ¿no? Allá por el 89, lo que eran empresas estatales se convirtieron en empresas que cotizaban en bolsa. Una vez, charlando con un antiguo ingeniero jefe de una de esas empresas, ahora convertido en CEO, me contaba algo... bueno, bastante revelador. Decía que, básicamente, casi toda la gente en su empresa se dedicaba a evitar que las cosas salieran mal, o a arreglarlas cuando ya se habían torcido. Pero que, si echaban a casi toda la plantilla, el agua seguiría fluyendo, casi normal, durante bastante tiempo. Que lo único que realmente necesitaban era un departamento de facturación. Porque los ingresos, como el agua, seguirían fluyendo y los beneficios se dispararían.

Claro, me decía que no había una forma científica de calcular el "nivel correcto" de personal, pero que él pensaba que la industria nacionalizada tenía demasiada gente empleada. Que, bajo la gestión pública, la prioridad era no ser culpado de nada, y que era muy fácil evitar tomar decisiones difíciles, especialmente en temas laborales. En el negocio del agua, hay muchas cosas que pueden salir mal y de las que te pueden echar la culpa, mientras que la demanda de los clientes está garantizada.

Pero ahora, con la regulación que limitaba los precios, cualquier reducción de costes beneficiaría directamente a los accionistas y a los bonus de los ejecutivos. Este CEO preveía que, bajo el nuevo régimen regulatorio y el objetivo de beneficios, su empresa, y otras como ella, seguirían recortando costes y reduciendo personal. Y luego, especulaba, algo saldría muy mal y habría una reacción exagerada. Y mira tú por dónde, esa predicción se cumplió, pero no en la industria del agua, sino en los ferrocarriles. Un accidente que se atribuyó al mantenimiento descuidado de las vías mató a cuatro personas. Después de eso, hubo un caos tremendo con restricciones de velocidad y, al final, se renacionalizaron las vías. El CEO aquel, pues ya se jubiló hace tiempo, pero su empresa... ay, su empresa ahora es criticada constantemente por las fugas y los vertidos de aguas residuales.

Pero, eh, que no es solo cosa de las economías socialistas esto de las restricciones presupuestarias flexibles, ¿eh? Que los ciudadanos lo descubrimos cuando los bancos fueron rescatados después de la crisis financiera del 2008.

Ahí fue cuando me di cuenta de que la industria del agua era un caso extremo, pero que lo que me habían contado era cierto, en mayor o menor medida, en casi todas las empresas. ¿Cuál es la cantidad "correcta" para gastar en atención al cliente, en atraer nuevos clientes, en mantenimiento de activos, en prevención de fallos y en reparación de fallos para mantener el negocio a largo plazo? No hay respuestas objetivamente correctas a estas preguntas, solo pueden ser cuestiones de juicio y experiencia. Así que siempre está la posibilidad de que la nueva dirección decida gastar un poco menos y añadir la diferencia a las ganancias. Yo, en mi cabeza, lo he llamado el "síndrome de las tuberías con fugas y las aguas residuales desbordadas".

Poco después de esa conversación con el ejecutivo de la empresa de agua, me alojé en un hotel que había sido elegante y me di cuenta de que las alfombras estaban un poco deshilachadas, la pintura un poco desconchada, el desayuno y el minibar carísimos. Buscando en internet, confirmé mis sospechas: el grupo hotelero había sido adquirido por una firma de capital privado con fama de comprar empresas, aumentar rápidamente las ganancias y volver a lanzarlas al mercado público. Siete de las diez empresas de agua que salieron a bolsa en el 89, incluyendo la del CEO aquel que me iluminó con sus reflexiones, ya no cotizan en bolsa, sino que son propiedad de consorcios de capital privado. Y el síndrome de las tuberías con fugas y las aguas residuales desbordadas está muy extendido.

Y hablando de esto... En una obra de teatro, "Enron", se describe cómo una carta de la Comisión de Bolsa y Valores le dio permiso a Enron para utilizar la contabilidad mark-to-market para informar las ganancias de los contratos de suministro de gas a largo plazo. Con la contabilidad mark-to-market, puedes tener en cuenta todas las ganancias que esperas obtener de la transacción en el momento en que se firma el contrato. Según se explica en el libro, el responsable de Enron era un defensor de la necesidad de contabilizar de esta manera: "Una empresa debería poder declarar beneficios en el momento del acto creativo que generaría esos beneficios. De lo contrario, los hombres de negocios serían meros cortadores de cupones, cosechando el beneficio de la innovación que había sido ideada en el pasado por otros hombres, mayores". Es una de las muchas ocasiones en las que la gente desarrolla argumentos intelectuales que funcionan en su beneficio financiero. O en sobreestimar sus habilidades y previsión.

El impresionante crecimiento de las ganancias reportadas y el precio de las acciones de Enron terminaron en la mayor quiebra corporativa en la historia de los Estados Unidos, la condena y el encarcelamiento del responsable y el fracaso de Arthur Andersen, los auditores de la compañía. Sin embargo, las técnicas contables de la contabilidad mark-to-market y las transacciones con entidades de propósito especial también fueron empleadas por empresas más reputadas para permitirles reportar el patrón constante de crecimiento de ganancias que los mercados financieros llegaron a considerar como el sello distintivo de un negocio estable y bien gestionado. Después del colapso de Enron, el nuevo siglo revelaría hasta qué punto empresas como General Electric y la aseguradora de hipotecas Fannie Mae, patrocinada por el gobierno, habían utilizado estas técnicas. Y la contabilidad mark-to-market sería una fuente principal de las ganancias ilusorias reportadas por los bancos en los años anteriores a la crisis financiera mundial.

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