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A ver, a ver, ¿por dónde empiezo? Estaba pensando, ¿no?, en cómo hemos mejorado… bueno, ¡en casi todo! Es impresionante. Mira, por ejemplo, el tema de correr. El ser humano lleva intentando correr rápido desde hace siglos, ¡vamos!, desde siempre. Para avisar de ejércitos, para dar noticias… Y claro, también en las competiciones deportivas.
No sabemos exactamente cómo de rápido corrían en la antigüedad, pero lo que sí podemos ver es cómo ha mejorado la velocidad hoy en día. Piénsalo, ¡eh! Es una pasada.
Y luego está el maratón. Sí, sí, lo del tipo que corrió de Maratón a Atenas… parece ser que fue más una invención de un poeta del siglo XIX, pero bueno, la idea animó a que se incluyera el maratón en las primeras Olimpiadas. Fíjate que el ganador de esa primera carrera tardó casi tres horas. ¡Casi tres horas! Y ahora, pues, bueno, ya tenemos gente que corre la distancia en menos de dos, e incluso miles de corredores en el maratón de Nueva York harían un tiempo que les daría la medalla de oro en aquellas primeras Olimpiadas. ¡Increíble!
Claro, ahora tenemos entrenadores personales, dietas específicas, consejos de otros corredores… Antes, eso de tener entrenador era casi como hacer trampa, ¿sabes? Pero ahora es lo normal. O sea, que la combinación de todo esto es lo que nos ha hecho mejorar tanto en el atletismo.
Y eso no solo pasa en el deporte, ¡ojo! Esa combinación de habilidades, ese trabajo en equipo, es la clave de nuestra riqueza, de nuestra opulencia actual.
Hace poco estuve en una exposición sobre escoceses importantes del siglo XX, y me llamó la atención la contraposición entre dos personas: un premio Nobel de Economía, que había salido de un pueblo pequeño y llegó a lo más alto, y un futbolista famoso, que venía de un barrio muy humilde. Los dos habían logrado salir adelante gracias a su talento.
Pero claro, el talento por sí solo no basta. Hace falta práctica, conocimiento, y sobre todo, un contexto que te permita desarrollarlo. Y ese contexto lo crean las instituciones, el mercado, la sociedad. Es como el futbolista: necesita un equipo, un club, para poder destacar. Pero también hay gente que usa su talento para cosas malas, ¿no?, como el tráfico de drogas, y eso es algo que la sociedad tiene que combatir.
Fíjate en Messi. Es un genio, sí, pero sin sus compañeros, sin los entrenadores, sin el equipo que lo llevó a Barcelona, pues estaría jugando al fútbol en su pueblo, ¿no? O como Guinness, el actor. Trabajó con directores increíbles, pero también necesitó a los actores, a los cámaras, a los que vendían las entradas… ¡Todo un equipo!
Y luego está el caso de Ramanujan, ese matemático indio que era un genio, pero que no encajaba en la sociedad occidental. No se adaptó bien, se puso enfermo… Al final, tuvo que volver a su país y murió joven. O sea, que el talento importa, ¡sí!, pero también importa el entorno.
Lo que quiero decir es que las habilidades individuales son importantes, pero lo que realmente marca la diferencia es la combinación de esas habilidades con otros recursos, con el trabajo en equipo, con la organización.
Además, también hemos mejorado porque hemos abierto las puertas a gente de todo el mundo. Los atletas de ahora vienen de todas partes, y eso enriquece la competición. La inclusión, junto con la ciencia del deporte, la nutrición, el entrenamiento… todo eso ha hecho que seamos capaces de correr más rápido y llegar más lejos.
Y hablando de mejoras, mira las manzanas. ¡Las manzanas! La manzana del Jardín del Edén, que supuestamente fue la primera fruta comercializada, ha mejorado una barbaridad. Las manzanas que comemos hoy son mucho más ricas y baratas que las de antes. Han viajado por todo el mundo, se han cruzado variedades, se han mejorado… ¡Un trabajo de equipo a nivel global!
En resumen, hemos mejorado en casi todo gracias a la acumulación de conocimiento, a la inteligencia colectiva, a la división del trabajo a nivel global y a la inclusión. El conocimiento se convierte en inteligencia, en saber cómo hacer las cosas.
Ah, pero espera, que no todo es perfecto. Hay una cosa en la que parece que hemos dejado de mejorar: los test de inteligencia. Hasta los años 70, la gente sacaba mejores resultados, pero desde entonces la cosa se ha estancado. ¿Será que ya hemos llegado al límite? No sé, ahí lo dejo…
Y por cierto, no penséis que la inteligencia solo se mide con test. La capacidad de resolver problemas, de crear cosas nuevas, también es inteligencia. Y eso lo conseguimos gracias a la cooperación, ¡sí!, pero también a la competencia. La competencia entre empresas, entre personas, es lo que nos impulsa a mejorar.
Para resumir, yo creo que la clave de nuestro éxito como especie es la capacidad de aprender de los demás, de comunicarnos, de trabajar en equipo. Juntos sabemos más que cualquier individuo por separado. Nadie sabe construir un Airbus solo, pero 10.000 personas trabajando juntas sí pueden.
Es que es eso: "Nunca has visto a dos chimpancés cargando un tronco juntos", como dijo un psicólogo. Nosotros, los humanos, hemos desarrollado la inteligencia colectiva suficiente para construir aviones, iPhones, ¡e incluso para darnos cuenta de que atacar a otras tribus es una estupidez! Y esa inteligencia colectiva es la que nos ha traído la prosperidad de la que disfrutamos hoy en día.
Así que, ya sabes, la próxima vez que corras una maratón, que te comas una manzana o que uses tu móvil, recuerda que todo eso es el resultado del trabajo en equipo, del conocimiento compartido y de la inteligencia colectiva. Y eso, ¡eso es lo que nos hace mejores!