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Calculating...

A ver, a ver, vamos a hablar un poquito de relaciones, ¿no? Y es que, mira, al final, con quién decides compartir tu vida es, yo creo, la decisión más importante que vas a tomar. Piénsalo, tu pareja es con la persona que más tiempo vas a pasar, ¿sabes? Hasta el final, vaya.

Yo, la verdad, me siento súper afortunado por lo que he vivido y observado en el amor. Llevo, bueno, llevo ya unos cuantos años casado, y antes de eso, estuvimos juntos desde el instituto, ¡imagínate! Y mis padres, mis suegros… todos con matrimonios largos, ¿sabes? De esos que duran toda la vida. Y de ahí saqué algo muy importante: lo que significa crecer en el amor.

Y es que, a ver, caerse enamorado es fácil, eso lo vemos todos en las redes sociales, ¿no? Pero crecer en el amor, uh, eso ya es otra cosa, eso es lo que no se ve tanto. Crecer en el amor significa desarrollar y profundizar ese vínculo a través de momentos incómodos, de dolor, de conversaciones difíciles, de retos... Es algo que pasa poco a poco, con el tiempo, en olas que van y vienen. Al final, eso es lo que crea esa profundidad en una relación duradera.

Y hay dos reglas, así como dos cosas que he visto que las parejas que realmente crecen en el amor suelen hacer, y que a mi esposa y a mí nos han servido un montón.

La primera: entender los lenguajes del amor. Mira, un pastor, un tal Gary Chapman, escribió un libro sobre esto, y decía que hay cinco formas en que las personas dan, reciben y experimentan el amor. A ver, ¿cuáles son?

Primero, están las palabras de afirmación. O sea, expresiones verbales de cariño. A la gente que usa este lenguaje le encanta escuchar cumplidos, palabras de ánimo, que les digan que les aprecian, ¿sabes?

Luego está el tiempo de calidad. Tiempo de verdad, dedicación total. Estas personas se sienten queridas cuando les prestas atención al cien por cien, cuando estás presente en el momento, cuando tienes conversaciones significativas y crean experiencias juntos.

También están los regalos. Aquí lo que importa es el detalle, el esfuerzo que hay detrás. Se sienten queridos cuando reciben regalos que demuestran que pensaste en ellos.

Después, los actos de servicio. Para ellos, las acciones valen más que las palabras. Se sienten amados cuando haces cosas para facilitarles la vida, como las tareas de la casa, hacer recados, ese tipo de cosas.

Y, por último, el contacto físico. Necesitan esa conexión física, humana. Abrazos, besos, cogerse de la mano, caricias… tanto el contacto no sexual como la intimidad son importantes para ellos.

Y es que, a ver, saber cuál es tu lenguaje del amor y el de tu pareja es crucial, eh. Porque así puedes mostrarte de la forma más efectiva para el otro. Por ejemplo, yo sé que el lenguaje del amor de mi esposa es el contacto físico. Cuando está mal o estresada, un abrazo o un masaje en la espalda valen más que cualquier otra cosa que pueda hacer. Y cuando está contenta, cogerle la mano y darle un beso en la mejilla crea una conexión súper fuerte. A mí me costó mucho entender esto, porque no me daba cuenta de que eso era lo que necesitaba de mí en esos momentos difíciles.

Así que, ¿cómo poner esto en práctica? Pues jugad con vuestra pareja. Sentaros juntos y hacer un test gratuito, a ver si adivináis el lenguaje del amor del otro. Y después, pensad cómo podéis incorporar ese conocimiento a vuestro día a día, a vuestras expresiones de amor. ¡Os aseguro que la relación lo notará!

Y la segunda regla, ¡ojo!, es evitar las trampas. Hay una frase que me gusta mucho, que dice algo así como: "Lo único que quiero saber es dónde voy a morir para no ir nunca allí". Pues, aplica esto a tus relaciones. Averigua dónde va a morir tu relación para evitarlo a toda costa.

Y aquí viene lo bueno, porque hay un psicólogo que se llama John Gottman que ha investigado esto a fondo. Él es capaz de predecir quién se va a divorciar, ¡y acertaba en un porcentaje altísimo!

En un estudio, entrevistó a parejas casadas y les preguntó sobre cómo se conocieron, por qué se casaron, qué cambios habían pasado… y luego las observó durante una discusión sobre un tema conflictivo. ¡Con solo eso, predijo con un porcentaje de acierto muy alto qué parejas se quedarían juntas y cuáles se separarían!

Gottman identificó cuatro estilos de comunicación que aparecían en las relaciones que fracasaban. Él los llamaba "Los Cuatro Jinetes", como los del Apocalipsis. Yo creo que estos son los lugares donde tu relación va a morir:

La crítica: No es lo mismo que expresar una queja. La crítica es un ataque personal, ¿sabes? Ad hominem.

La defensiva: Cuando te critican, lo normal es defenderse con excusas. Pero, cuando estamos a la defensiva, no asumimos la responsabilidad de nuestros errores.

El desprecio: Tratar a tu pareja con falta de respeto, atacar su personalidad, lo más profundo de su ser. Según Gottman, este es el predictor más grande de divorcio.

El bloqueo: En respuesta al desprecio, uno o los dos miembros de la pareja se cierran por completo y evitan hablar del tema.

Pero bueno, ¡que no cunda el pánico! Si conoces estos peligros, puedes evitarlos. Y si ves que estos estilos de comunicación están apareciendo en tu relación, Gottman propone unos "antídotos" que funcionan muy bien:

Antídoto para la crítica (el inicio suave): Céntrate en la queja sin culpar al otro. Evita usar la palabra "tú" y usa más la palabra "yo". Así evitas echar la culpa y te centras en cómo te sientes y qué necesitas de tu pareja.

Antídoto para la defensiva (asumir la responsabilidad): Reconoce y acepta la perspectiva de tu pareja y pide perdón por las acciones que la han provocado.

Antídoto para el desprecio (crear una cultura de aprecio): Recuerda a menudo las cualidades positivas de tu pareja, sus acciones, sus comportamientos, y agradécele esas cosas.

Antídoto para el bloqueo (autoconsuelo fisiológico): Haz una pausa y tómate un respiro. Dedica ese tiempo a hacer algo relajante, como caminar, respirar hondo o simplemente cerrar los ojos.

A ver, entender estas trampas y saber cómo evitarlas ha sido un gran acierto en mi relación. Y estoy seguro de que lo será también para la tuya.

Y, para terminar, quiero compartir algo que hice. Para celebrar mi aniversario de boda, les pregunté a parejas que llevaban casadas muchos años, cuarenta, cincuenta, ¡hasta sesenta!, qué consejo le darían a sus versiones más jóvenes. Recopilé un montón de sabiduría, ¡más de quinientos años de experiencia en relaciones!

Y aquí van algunos de los consejos que me dieron:

Nunca llevéis la cuenta en el amor. Las cuentas son para los deportes, no para los matrimonios.

Mantened intereses y pasiones aparte de los de vuestra pareja. El matrimonio no debe ser el fin de la individualidad.

No siempre puede ser cincuenta y cincuenta. A veces será noventa-diez, otras veces diez-noventa. Lo importante es que sume cien.

Uno de ellos me dijo: "Nunca dejéis de salir. ¡Yo tengo noventa y nueve años y sigo cortejando a mi esposa!". Los matrimonios no se vuelven aburridos, dejáis de intentarlo.

Nadie ha conseguido un matrimonio feliz discutiendo. Cuando os enfrentéis a un problema, hacedlo juntos.

No puedes cuidar de tu pareja si no te cuidas a ti mismo. Haz una lista de las cosas que necesitas para sentirte bien y que tu pareja haga lo mismo. Aseguraos de que podéis hacer esas cosas.

Nunca involucréis a terceros (padres, amigos, hermanos, compañeros de trabajo) en vuestras discusiones. Vosotros os olvidaréis, pero ellos no.

Tu pareja siempre debe tener prioridad sobre tu familia de origen. Recuerda eso cuando sientas que hay un conflicto.

La complementariedad es tan importante como la compatibilidad. Dejad que cada uno lidere en diferentes áreas de vuestra relación.

Vuestro amor es vuestro. Olvidaos de la aprobación de los demás. No podréis contentar a todo el mundo. Aceptadlo y amaos el uno al otro.

Y termino con una frase preciosa de una señora que me dijo: "Cuando tengas dudas, ama. Al mundo siempre le viene bien más amor".

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