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A ver, a ver, hablemos de cómo dejar de procrastinar, ¿vale? Que seguro que a muchos nos viene bien. Mira, es que procrastinar, o sea, dejar las cosas para después, es algo que... bueno, los filósofos griegos ya lo llamaban "akrasia", que es básicamente actuar en contra de lo que sabemos que es mejor para nosotros. Es como si le delegáramos la tarea a nuestro "yo" del futuro, ¿no? Y es que parece que esto de procrastinar está, literalmente, en nuestro ADN. Preferimos la satisfacción inmediata, aunque sepamos que a largo plazo no nos beneficia. Y claro, esto limita nuestro crecimiento, nos impide alcanzar nuestro potencial. Así que, necesitamos un sistema para luchar contra ello, ¿no crees?
Pues bien, este sistema anti-procrastinación tiene tres pasos fundamentales. Tres pasos clave, eh:
Primero: La deconstrucción.
Segundo: La planificación y la creación de incentivos, o "stakes", como se dice en inglés.
Y tercero: La acción.
Vamos a ver el primer paso, que es la deconstrucción. Resulta que muchas veces procrastinamos porque nos sentimos intimidados, ¿sabes? Imagínate, como ponían en un ejemplo, tener que escribir una tesis final. Si lo defines como "escribir mi tesis de cien páginas", ¡madre mía!, ya estás predisponiéndote a procrastinar.
Para el que procrastina, los proyectos grandes y a largo plazo son como una caja negra gigante y aterradora. La imaginación empieza a llenarla de complejidades y horrores. El conjunto es demasiado abrumador, así que, ¡hala!, se lo pasamos al "yo" del futuro.
Entonces, ¿qué hay que hacer? Deconstruir ese proyecto grande y aterrador en tareas pequeñas y manejables individualmente. En el ejemplo de la tesis, pues podría ser algo así:
Crear un sistema para tomar notas.
Recopilar información importante.
Anotar las fuentes clave.
Elaborar el esquema de la tesis.
Redactar el borrador.
Editar y completar la tesis.
El objetivo aquí es hacer esa conversión mental de algo grande e intimidante a algo pequeño y gestionable. Simple, ¿verdad?
Vale, pues ahora pasamos al segundo paso: La planificación y la creación de esos incentivos. Necesitas un plan de ataque para ir tachando esas tareas que has deconstruido, ¿me entiendes?
El plan para cada micro-tarea debe ser:
Específico: Exactamente qué vas a hacer.
Delimitado en el tiempo: Cuándo lo vas a hacer.
Y al ponerle un tiempo, es mejor ser un poco menos ambicioso a pequeña escala. Date victorias fáciles al principio con límites de tiempo alcanzables.
También es buena idea crear un documento de proyecto:
Apunta las tareas específicas bajo cada pilar deconstruido del proyecto.
Apunta tu cronograma para cada tarea.
Y luego, crea incentivos para obtener mejores resultados:
Declaración pública: Cuenta tus intenciones públicamente. Ponlo en redes sociales, publícalo en LinkedIn, cuéntaselo a tus amigos en una cena. A nadie le gusta romper su palabra, ¿verdad?
Presión social: Queda con un amigo para empezar a trabajar. Programa una hora y un lugar para reunirte y decide exactamente en qué vais a trabajar juntos.
Recompensa: Planea una recompensa si haces lo que tienes que hacer. Permítete un paseo agradable, un café, o una cena con amigos.
Penalización: Planea una penalización si no haces lo que tienes que hacer.
Usa estos incentivos para "gamificar" los proyectos grandes. Puede ser muy efectivo, ¡ya lo verás!
Y por último, llegamos al tercer paso: La acción.
La acción es, a menudo, lo más difícil. Sobre todo, la primera acción, el primer movimiento. Para empezar a moverte, puedes probar lo siguiente:
Planifica una sesión en grupo: Parecido al incentivo de la presión social, reúne a un amigo para el primer movimiento.
Recompensa el movimiento inicial: Asocia una pequeña recompensa a completar ese primer movimiento (por ejemplo, un paseo).
Usa la técnica del león: Comprométete a un solo "sprint" corto (de treinta minutos) seguido de un descanso merecido.
Lo más difícil es empezar, eso está claro. Date una victoria rápida. Las grandes victorias son simplemente el resultado de pequeñas victorias consistentes.
Entonces, resumiendo todo esto:
Primero, deconstrucción: Deconstruye el proyecto grande y aterrador en tareas pequeñas y manejables.
Segundo, planificación e incentivos: Crea un documento de proyecto con tareas específicas y delimitadas en el tiempo. Crea incentivos para "gamificar" su finalización.
Y tercero, acción: Un cuerpo en movimiento tiende a permanecer en movimiento. Crea sistemas que generen un movimiento inicial. Diseña pequeñas victorias (que se convertirán en grandes victorias con el tiempo).
Todo este sistema anti-procrastinación debe ser dinámico e iterativo. A medida que avanzas en tus proyectos grandes, asegúrate de evaluar y ajustar constantemente tu plan y tu proceso. Encuentra nuevas formas de aumentar los incentivos y ponerte en marcha. No es perfecto, pero este sistema te ayudará a romper las barreras de la procrastinación.