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A ver, a ver, bueno, vamos a hablar un poquito de los años 60 y cómo todo eso, eh… digamos, influyó en la percepción que teníamos de las empresas. ¡Qué época, eh! Los Beatles, minifaldas, la píldora… todo cambiando, ¿no? Pero más allá de la música y la moda, pues también hubo un montón de cosas pasando a nivel político y social.
Por un lado, veíamos a las grandes corporaciones consolidándose, convirtiéndose casi en… en… ¿cómo decirlo? En blanco de chistes, ¿sabes? Como que ya eran lo suficientemente grandes como para reírnos de ellas. Pero también empezaron a surgir voces críticas, gente que decía “¡ojo!, que estas empresas están teniendo demasiado poder”. Eisenhower, por ejemplo, ya avisó del peligro del famoso “complejo militar-industrial”.
Y, claro, en las escuelas de negocios se seguía estudiando a General Motors como si fuera la única empresa del mundo. Imagínate, ¡un estudiante podía pasarse días en la biblioteca sin darse cuenta de que existían otras empresas aparte de esa!
Pero, bueno, la verdad es que era difícil concentrarse en los libros con todo el ruido que había fuera. La guerra de Vietnam, por ejemplo, dividió a la sociedad americana y movilizó a un montón de jóvenes. Y luego, en el 68, pues las protestas estudiantiles se extendieron por todo el mundo. ¡Menudo lío! Hasta tumbaron a presidentes, ¡imagínate!
En fin, que la cosa se puso seria y la crítica a las empresas dejó de ser algo suave y sutil. La gente pedía directamente el fin del capitalismo, inspirados por autores como Gramsci, Marcuse… Unos pensadores ahí, un poco… intensos, ¿no?
De todo esto salió la idea de “la larga marcha a través de las instituciones”. La idea era que los jóvenes de izquierdas, en vez de quedarse protestando en la calle, entraran a trabajar en las empresas y en el gobierno y cambiaran las cosas desde dentro. Y bueno, algunos dicen que, con el tiempo, esta estrategia funcionó bastante bien, ¿eh?
Pero no solo había protestas y manifestaciones. También hubo gente que empezó a escribir libros muy críticos con las empresas. Por ejemplo, Rachel Carson denunció el daño que las empresas químicas estaban haciendo al medio ambiente. Y Paul Ehrlich… bueno, él ya se pasó un poco, prediciendo catástrofes que nunca llegaron a ocurrir.
Y claro, tanta crítica, pues… generó una reacción. Aquí es donde entra Milton Friedman, que escribió un artículo súper famoso diciendo que la única responsabilidad social de las empresas es aumentar sus beneficios. ¡Toma ya!
También hubo otros que defendieron a las empresas de una forma más… digamos… inteligente. Lewis Powell, por ejemplo, escribió un informe en el que decía que era importante que las universidades empezaran a estudiar los temas empresariales de una forma más favorable. Y poco después, pues acabó siendo nombrado juez del Tribunal Supremo.
Así que, bueno, al final, la derecha también aprendió a jugar el juego de “la larga marcha a través de las instituciones”. Empezaron a financiar estudios y universidades que defendían sus ideas. Y así, poco a poco, pues… se fueron creando las bases para las famosas “guerras culturales” que vemos hoy en día. ¡Madre mía!
Mientras tanto, en Londres, pues… pasaban otras cosas. El Banco de Inglaterra empezó a fomentar el mercado de los eurodólares, que era básicamente una forma de comerciar con dólares fuera del control de Estados Unidos. Y así empezó un proceso de… cómo decirlo… de expansión y desregulación de los mercados financieros que duró hasta la crisis de 2008.
Y bueno, luego vino la guerra de Vietnam, la crisis del petróleo… un montón de cosas que hicieron que la economía mundial cambiara por completo.
En los 80, pues… llegaron al poder Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos, que eran súper defensores del mercado y de las empresas. Lo que se llamaba el “neoliberalismo”.
Pero claro, no todos iban en la misma dirección. En Francia, por ejemplo, ganó las elecciones Mitterrand, que era socialista. Y empezó a nacionalizar empresas y a aumentar las ayudas sociales. Pero la cosa no funcionó muy bien y al final tuvo que dar marcha atrás.
Y así, poco a poco, pues… el mundo fue cambiando. Y el neoliberalismo se fue imponiendo como la forma dominante de entender la economía. Pero, bueno, ¿qué iba a pasar después? ¿Qué nuevas ideas nos traería el neoliberalismo para entender las empresas? Esa es otra historia…