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Calculating...

A ver, a ver, ¿por dónde empiezo? Mmm, bueno, hay una idea que me parece súper interesante, y es que, a veces, para cambiar nosotros mismos, ¡hay que cambiar nuestro entorno! Sí, sí, como lo oyes. O sea, no basta con proponérselo y ya está, ¿sabes? A veces, la clave está en modificar las circunstancias que nos rodean.

Y, bueno, esto viene un poco a cuento de la vida de un tal Johnson, que parece que se fue a Londres y, poco a poco, se transformó. O sea, al final, el entorno en el que vivimos influye muchísimo en lo que hacemos y, claro, en quiénes nos convertimos. Él, por ejemplo, se hizo escritor en Londres, aprendiendo a marchas forzadas lo que era la necesidad de vender, construyendo su red de contactos y entendiendo lo que el público quería. En fin, que se convirtió en el tal Samuel Johnson gracias a ese entorno, y no en la burbuja protegida de Oxford. ¡Fíjate tú!

Entonces, ¿qué quiere decir todo esto? Pues que si quieres cambiar algo en tu vida, ya sea tu trabajo o lo que sea, quizá tengas que cambiar a la gente con la que te juntas, ¿no? Como decía Goethe, "Dime con quién andas y te diré quién eres". Y, a ver, esta influencia se puede ver de dos maneras, ¿no? Por un lado, cómo nos influyen nuestros compañeros y, por otro, cómo la cultura que nos rodea afecta a nuestro desarrollo personal. Pero, al final, lo importante es que tenemos la capacidad de transformarnos. Podemos ser diferentes si cambiamos nuestro entorno.

Además, mira, a veces los artistas, los pintores, los poetas, forman grupos, ¿no? Donde colaboran y se animan mutuamente. Y a ver, no es que sin esos grupos no puedan tener éxito, ni que formar un grupo te garantice el éxito, ¡ojo! Pero, cuando se junta la gente adecuada, ¡los resultados pueden ser increíbles! Hay un sociólogo, Farrell, que dice que estos grupos artísticos suelen durar unos diez o quince años, que combinan amistad y trabajo, y que crean una "visión compartida" que guía su trabajo. ¡O sea, es como una pequeña cultura nueva! Cada uno tiene su papel, y las relaciones personales son tan importantes como el intercambio de ideas.

Y, bueno, ejemplos de estos grupos hay muchísimos, desde los impresionistas hasta los Inklings, que eran un grupo literario al que pertenecía Tolkien, el de "El Señor de los Anillos". Pero también los hay en otros ámbitos, como el Proyecto Manhattan, que era el proyecto para crear la bomba atómica, o la campaña electoral de Clinton en el 92. Aunque estos dos últimos no encajen del todo en la definición de Farrell, sí que demuestran que las dinámicas de grupo son importantes para conseguir grandes logros, incluso cuando esos grupos son grandes. Pero, para empezar y para ser innovador, tiene que haber un pequeño núcleo de personas que quieran cambiar el mundo juntas.

Y una cosa interesante es que, aunque estos grupos suelen formarse entre gente de veintitantos o treinta y pocos, no tiene por qué ser así, ¿eh? Tolkien, por ejemplo, tenía cuarenta y tantos cuando empezaron los Inklings, y Joseph Conrad no empezó a escribir novelas hasta que tenía casi cuarenta. De hecho, Conrad se unió a un grupo literario en Inglaterra cuando tenía cuarenta y tantos, y uno de los miembros era Ford Madox Ford, que tenía veintitantos, y otro era Henry James, que tenía cincuenta y tantos. Y, ¿sabes por qué funcionó el grupo, a pesar de las edades tan diferentes? Pues porque los tres estaban intentando hacerse un nombre. ¡Fíjate!

Y, aunque al final el grupo no cuajó del todo porque les faltaba un mediador, sí que se influyeron mutuamente y cambiaron sus carreras. Durante una década, se reunieron para leer sus trabajos, discutir sobre literatura y colaborar. Y esa influencia se ve en sus obras, por ejemplo, en el uso de "horrores" psicológicos y dilemas morales. Así que, ya ves, las colaboraciones entre personas de diferentes edades, pero con aspiraciones parecidas y en etapas similares de su carrera, ¡pueden ser muy productivas!

Y bueno, a ver, no hay razón para que Conrad y Ford no sean un ejemplo para otras personas que "florecen tarde", ¿no? Al final, lo importante es que todos estén en la misma onda, que se vean como compañeros, ¿sabes? Como una coalición de consultores, cada uno con su experiencia, aportando su granito de arena al proyecto.

Y, a ver, es que la esperanza de vida es cada vez mayor, la gente cambia de carrera más a menudo, y las mujeres se reincorporan al trabajo después de cuidar de sus hijos. Así que, hay muchas más oportunidades para que los grupos de colaboración jueguen un papel importante en la vida de las personas, ayudándolas a perseguir sus intereses personales y profesionales. ¡Por qué no formar clubes para crear nuevas ideas y productos, igual que se forman para hacer deporte o para temas culturales! Y si esos grupos pudieran incluir a personas de diferentes edades, como pasó en el grupo de Conrad, ¡la combinación de experiencia y energía podría ser increíble!

Y, a ver, a veces las influencias de una cultura son más sutiles, ¿no? La forma en que la gente se comporta manda un mensaje a los demás. Y en el trabajo, la influencia puede ser inevitable. Las empresas pueden usar estas señales para bien o para mal. Por ejemplo, en Pixar, todos los empleados ven las primeras versiones de las películas y dan su opinión. Y, al parecer, los directores tienen en cuenta las sugerencias de cualquiera, ¡si son buenas! Y eso es lo que una psicóloga llamaría "seguridad psicológica", o sea, la sensación de que puedes dar tu opinión sin que te ridiculicen o te callen.

Pero ojo, que no todo tiene que ser siempre amable y tranquilo, ¿eh? Lo importante es la sensación de que estás resolviendo problemas difíciles con gente que admiras. La cultura es importante, ¡sí!, pero a veces es difícil sacar conclusiones definitivas de los estudios sobre este tema. Por ejemplo, hay un estudio que dice que cuando Tiger Woods no participa en los torneos, sus rivales rinden mejor, porque no se sienten intimidados por su presencia. Pero no está claro si ese resultado es fiable, ¿no?

En fin, que lo importante es que te rodees de gente que te haga bien, ¿no? Un estudio encontró que los trabajadores tóxicos contagian su toxicidad a sus compañeros y aumentan los costes de rotación. ¡Imagínate! Es mejor cambiar a un trabajador tóxico por uno normal que contratar a un "superestrella" que sea tóxico.

Y es que, a ver, cuando estás en un entorno donde tu trabajo se ve frenado, eso crea un círculo vicioso negativo, mientras que las culturas positivas crean círculos virtuosos. Los jefes que interrumpen los proyectos o que impiden que la gente avance poco a poco fomentan emociones internas negativas que hacen que la productividad baje.

Eso sí, la colaboración mejora la productividad de los académicos. Según un estudio que analizó millones de artículos de investigación, en las humanidades, los equipos de autores siempre han producido más que los autores individuales. Y en las ciencias, los individuos producían los artículos más exitosos hasta hace unos veinte años, cuando los equipos empezaron a superarles. ¡Y las patentes más exitosas también son resultado de equipos, no de individuos!

Y, a ver, esta influencia no tiene que ser tan directa como una colaboración, ¿eh? Un estudio analizó las secciones de agradecimientos de miles de artículos de investigación y vio que los trabajos que reciben feedback de académicos con muchos contactos tienen un mayor impacto que los que no. ¡Fíjate! La gente que tiene más capacidad para influir en sus compañeros tiene más probabilidades de publicar en las mejores revistas. Y no es que haya una causa y un efecto, pero sí que demuestra que la influencia forma parte de la productividad.

Y, bueno, al final, todo esto nos dice que importa mucho con quién trabajas. No es solo la presión del grupo, ¿eh? Es que la gente con la que te juntas influye en la información que recibes sobre el mundo. La gente que conoces no solo te influye con sus opiniones, sino que también te ayuda a ver el mundo de otra manera. Si no conoces a nadie que trabaje en publicidad, puede que pienses que es una profesión aburrida. Pero si conoces a gente del sector y te haces amigo de ellos, ¡puede que cambies de opinión! E incluso te plantees cambiar de carrera. Conocer a esas personas te dio una muestra más amplia del mundo.

Y es que los efectos de la gente que te rodea pueden ser muy fuertes. Por ejemplo, los economistas han descubierto que cuando los estudiantes viven con otros estudiantes que estudian lo mismo que ellos, es más probable que sigan con esa carrera. Y cuando uno de los compañeros cambia de carrera, los demás también tienen más probabilidades de cambiar. ¡Imagínate!

Y también hay estudios que demuestran que los niños que tienen compañeros de clase de familias con ingresos más altos tienen más probabilidades de tener ingresos más altos en el futuro. Porque esos niños obtienen información sobre posibles carreras y universidades, sus aspiraciones y creencias se moldean de otra manera, e incluso pueden ser conectados con oportunidades.

Así que, bueno, estamos sujetos a más influencias de las que nos damos cuenta. Y esto se ve más claro cuando miramos la historia, ¿no? Como decía Aristóteles, los humanos somos los animales más imitativos. Y como decía John Stuart Mill, la principal lección de la historia es "la extraordinaria susceptibilidad de la naturaleza humana a las influencias externas".

La gente que logra grandes cosas tiende a trabajar junta, en una cultura de alto rendimiento, y en una cadena de enseñanza. Como decía un sociólogo, la creatividad no es algo aleatorio, ¡se construye en cadenas intergeneracionales!

Y, claro, todo esto nos lleva de nuevo a la idea de que Johnson se benefició mucho de estar en Londres, y no en Oxford.

Ahora, imagínate que, en lugar de adaptarte poco a poco a una cultura, como hizo Johnson, te soltaran de repente en una vida nueva. ¿Qué te pasaría? La Segunda Guerra Mundial nos da un ejemplo de cómo cambiar a alguien de entorno de repente puede transformar su vida.

Muchos jóvenes que fueron reclutados en Estados Unidos en los años 40 venían de entornos desfavorecidos, ¿no? No tenían hogares estables ni buenas escuelas, que son cosas que aumentan las probabilidades de tener una vida estable y exitosa. Pero al entrar en el ejército, se encontraron en un entorno con disciplina, liderazgo, estructura, trabajo en equipo, cooperación, responsabilidad y propósito, ¡todo lo que les había faltado antes! Y, claro, también les dieron oportunidades de viajar y vivir nuevas experiencias.

Y bueno, un sociólogo estudió a un grupo de hombres nacidos durante la Gran Depresión que sirvieron en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra de Corea, y descubrió que los hombres de entornos desfavorecidos se volvieron más competentes socialmente y mejoraron su salud psicológica después del servicio militar. También mejoraron sus perspectivas laborales gracias a la formación que recibieron en el ejército.

Es decir, el ejército fue un puente entre una vida y otra, a menudo en un momento en que sus perspectivas parecían estancadas. Pasaron de ser jóvenes que habían abandonado los estudios con pocas perspectivas a veteranos con la oportunidad de tener una vida digna. Parecía demasiado tarde para cambiar, ¡pero no lo era!

Claro, para los hombres que ya tenían un trabajo y una familia, que solían ser mayores de veintidós años, el servicio militar era más probable que fuera perjudicial. Pero para los que estaban en camino de una vida decepcionante, ¡mejoró su trayectoria!

Y es que cuanto más cambias tus circunstancias, más puedes cambiarte a ti mismo. Por ejemplo, los jóvenes delincuentes que fueron enviados a prestar servicio en el extranjero tenían muchas más probabilidades de aprovechar las oportunidades de formación que ofrecía el gobierno. Como dijeron unos sociólogos, "El servicio en el extranjero, que implica un cambio radical, proporciona un trampolín único para el cambio entre aquellos que están estigmatizados con una condena penal". ¡Cambió la forma en que la gente pensaba de ellos y la forma en que ellos pensaban de sí mismos!

Y, a ver, el momento en que se producen estas intervenciones también es importante. Por ejemplo, los delincuentes que no sirvieron en el ejército tenían menos probabilidades de conseguir trabajos cualificados o profesionales que los que sí sirvieron y aprovecharon las oportunidades de formación.

Es decir, que cambiar tus circunstancias y tu entorno puede cambiar tus perspectivas de vida.

Y es que fueron los restaurantes en Francia y los mercados locales los que hicieron que Julia Child convirtiera su amor por la comida en amor por cocinar y escribir sobre comida. Ella no fue enviada a Francia por el ejército, sino por el trabajo diplomático de su marido. Esa simple transición la puso en el camino de convertirse en una persona completamente diferente, ¡una que presentaba programas de cocina en la tele hasta los noventa!

Y bueno, los padres que tuvieron problemas económicos durante la Gran Depresión eran más propensos a ser explosivos y a convertirse en peores padres y cónyuges. Y la generación actual de adolescentes, conocida como Gen Z, es considerada más prudente financieramente que la generación anterior, probablemente como resultado de crecer en las secuelas de la crisis financiera de 2008.

Es decir, los efectos acumulativos de tu entorno son importantes, pero se pueden cambiar. Y al igual que Julia Child vivió y estudió en Francia durante muchos años antes de volver a Estados Unidos, ponerte en nuevos contextos y situaciones puede hacer que tu vida diaria se convierta en algo muy diferente con el tiempo. Encontrar momentos de transición es esencial para convertirte en una persona diferente.

Y eso fue lo que le pasó a Carl Bernstein. Ahora es famoso por ser uno de los periodistas que destapó el escándalo Watergate, pero un año antes de empezar a trabajar en la historia, Bernstein estaba a punto de ser despedido. Era descuidado con los detalles y poco puntual con los plazos de entrega. Estaba trabajando en la sección de "Metro", cubriendo noticias locales de Washington, DC, y se estaba aburriendo. Pidió ser trasladado a la sección de "Estilo". Su reputación estaba decayendo. Sus horas extras y gastos eran el doble que los de cualquier otro en su departamento. Alquilaba coches para ir a reportajes largos y acumulaba facturas enormes mientras los coches estaban aparcados.

En 1971, la situación llegó a un punto crítico cuando no entregó una historia en la que había estado trabajando durante meses. Fue llamado a ver al editor, que le dijo que podía convertirse en un reportero productivo o dejar el Post. Se asustó y dijo que se reformaría. Un año después, empezó a trabajar en el Watergate "y el tigre cambió sus rayas". Si le hubieran despedido o trasladado a "Estilo", Bernstein nunca se habría convertido en el reportero que fue después. Alguien más habría conseguido el Watergate. Pero, al final, "Carl descubrió su mejor yo en el Watergate. Sus talentos de imaginación y astucia florecieron". Bernstein seguía irritando ocasionalmente a sus colegas, pero con el momento de transformación en el que le dijeron que se pusiera las pilas, y luego con un lento proceso de cambio mientras trabajaba en el Watergate, se había convertido en un tipo diferente de reportero en una trayectoria profesional diferente.

Y, a ver, todos pasamos por muchas transiciones: casarnos, tener o no tener hijos, cambiar de trabajo, la menopausia, problemas de salud mental, mudarnos a una nueva zona, el despido, la jubilación. Todas estas pueden ser oportunidades para el cambio. No serán experiencias exclusivamente buenas o malas para todo el mundo. Pero pueden cambiar la forma en que se expresa tu motivación. El mismo evento afectará a diferentes individuos de maneras sorprendentemente diferentes.

Y es que algunas personas son más "plásticas" que otras, más susceptibles a las influencias de su entorno. Por ejemplo, el estrés de una infancia difícil afectará mucho a algunas personas y apenas a otras. Y como vimos con los hombres reclutados en el ejército en la Segunda Guerra Mundial, la experiencia moldeó a algunas personas mucho más fuertemente que a otras.

Y, a ver, cada padre sabe que el mismo entorno afecta a cada niño de manera diferente. Esto es de esperar: la lógica de la evolución dice que habrá una variación casi infinita dentro de una especie. No es que algunas personas sean susceptibles a las influencias y otras impermeables. Es que diferentes personas son influenciadas por diferentes cosas. Algunas personas son más fuertemente influenciadas por sus padres pero no por sus compañeros, y viceversa. Algunas personas van a ser fuertemente susceptibles a la influencia de la música pero no de la pintura.

Por eso, los momentos clave de transición en la vida nos afectan de manera diferente. Así como la guerra afectó a los jóvenes delincuentes de diversas maneras, también lo harán la jubilación, los hijos, el despido y otros momentos de cambio. El efecto promedio de estas transiciones nos dice muy poco sobre las diferentes maneras en que las personas son susceptibles al cambio.

Y es que convertirte en una persona diferente puede empezar con un solo momento de cambio, ¡pero la transformación es un proceso! A menudo, la transformación empieza por casualidad. Cuando Julia Child se sentó a comer en La Couronne en Rouen y descubrió su amor por la cocina francesa, a los treinta y siete años, estaba allí por casualidad. Y fue bajo la influencia de sus amigas Simone Beck y Louisette Bertholle que empezó a pensar en la comida como algo que podía perseguir profesionalmente, y asistió a la escuela de cocina Cordon Bleu con ellas. Más tarde, pasaron una década trabajando en el exitoso libro "Dominando el arte de la cocina francesa".

Sin ese momento de inspiración, Child nunca habría pasado de ser una esposa y socialité de mente independiente que trabajaba para el gobierno a chef, escritora superventas de una guía definitiva de la cocina francesa y celebridad de la televisión mundial, que trabajó incansablemente desde su transformación en la mediana edad hasta su muerte. Pero no podía forzar cómo sería ese cambio, y a menudo, cuando decidimos que queremos ser diferentes, no sabemos cómo será esa nueva realidad. Tenemos que dar un salto de fe.

De hecho, hay un filósofo que llama a esto el "Problema del Vampiro". Imagínate que tienes la opción de convertirte en un vampiro, es decir, en un glamuroso e inmortal señor de la noche. Es una oportunidad elegante y tentadora. Implica un gran poder, pero requiere beber sangre y evitar la luz del sol. Serás inmortal, pero también un no-muerto. No es posible saber lo que necesitas saber para tomar esta decisión. Hasta que no seas un vampiro, no puedes saber realmente cómo es: beber sangre suena vil como humano, pero será delicioso como vampiro. Muchas decisiones de la vida son Problemas de Vampiros. Son, como dice el filósofo, decisiones sobre "experiencias que nos enseñan cosas que no podemos saber de ninguna otra fuente que no sea la experiencia misma". La única manera de aprender cómo será una nueva vida es vivirla.

Y, claro, muchas decisiones no son Problemas de Vampiros: se pueden revertir o ajustar. Y también hay muchas personas que no experimentan el cambio como un Problema de Vampiro. Para alguien que vive en una familia numerosa y ve a sus hermanos mayores tener hijos, el cambio a la paternidad puede no verse como una gran transformación. Se han aclimatado a la nueva realidad.

Y es que una vez que nuestras vidas están asentadas, nos volvemos cada vez más reacios a asumir riesgos en nuevas áreas. Asumir el riesgo de una nueva carrera es una cosa para un joven de veintiún años con habilidades y experiencia limitadas, pero es mucho más difícil para la misma persona veinte años después, cuando es un experto experimentado, reacio a volver al aprendizaje. Es difícil llegar a ser bueno en algo, y una vez que lo hemos logrado, podemos sentirnos reacios a volver a ser malos en algo nuevo.

De hecho, hay científicos del comportamiento que llaman a esto la "trampa de la competencia". Ser bueno en una cosa puede impedirnos llegar a ser buenos en otra. Una vez que te has comprometido con una carrera y te has convertido en un experto, se hace más difícil volver a un período de ser malo en algo nuevo mientras aprendes. Una vez que somos competentes, sabemos lo desagradable que es sentirse incompetente y lo evitamos. Cuando nos enfrentamos a grandes cambios, seamos o no Problemas de Vampiros, somos más cautelosos una vez que tenemos algo de experiencia. Sabemos lo que es el fracaso, no queremos volver a pasar por ello.

Al elegir qué camino seguir, también podemos vernos obstaculizados por no saber en qué seremos mejores. Digamos que tienes tres opciones: aprender a ser chef, estudiar física o convertirte en fontanero. Crees que tu mejor opción es ser fontanero. Después de un tiempo en la escuela de fontanería, descubres que eres bueno pero no genial en la fontanería, que no puedes mejorar y que estás aburrido. No necesitas probar las otras opciones para saber que esta no va a funcionar.

Así que cambias a la escuela de cocina. Esto va bien: mejoras y disfrutas del trabajo. Pero no puedes saber si la escuela de cocina es tu mejor opción a menos que también pruebes la física. El reto es que la física podría empezar siendo mucho más difícil, requiriendo más tiempo para ser competente, pero a la larga podrías ser mucho mejor en física que en cocina. En este caso, es más probable que te quedes con la cocina, que fue bien rápidamente, aunque la física hubiera sido una mejor opción en general.

Es difícil darse cuenta de que algo que no va bien al principio podría ser tu mejor opción a largo plazo. Esto es cierto a la hora de elegir qué proyectos priorizar, en qué tecnologías invertir y qué trayectoria profesional seguir. Hacer algo en lo que eres comparativamente menos bueno a corto plazo puede no parecer la mejor idea, pero puede serlo. No saber qué tipo de práctica va a dar sus frutos es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos al tomar estas decisiones.

Lo importante es que no dejemos que esta indecisión se convierta en la opción por defecto. Debemos intentar sentirnos cómodos siendo incompetentes cuando probamos cosas nuevas. Cuanto más nos expandimos, más podemos descubrir en qué somos realmente buenos. Tuvimos que ser incompetentes durante mucho tiempo mientras desarrollábamos nuestra experiencia actual, y a veces deberíamos estar dispuestos a ser incompetentes de nuevo.

Y es que las personas que "florecen tarde" pasan mucho tiempo cultivándose a sí mismas. A menudo experimentan la vida como un proceso largo y orgánico, en el que las decisiones surgen de la experiencia previa. Siempre están convirtiéndose en sí mismas. Algunas personas cambian mucho en un gran momento: la inspiración llega, la rueda de la fortuna gira. Algunas personas evolucionan lentamente, quizás erráticamente, pero conscientemente, deliberadamente. Para la mayoría, el cambio implica tanto la inspiración repentina como la transformación lenta.

No tienes que esperar a que cambie tu suerte. Hay gente que ha sido su propia inspiración, poniéndose en situaciones desconocidas, como ir en kayak en solitario a través de Alaska siendo mayor. Su lema era: "Ve sencillo. Ve solo. Ve ahora."

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