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Vale, a ver… ¿de qué vamos a hablar hoy? Mmm… Estaba pensando en algo que me ha dado mucho que pensar últimamente, ¿sabes? Algo sobre… bueno, sobre quiénes son realmente importantes en nuestras vidas.
Mira, hay una pregunta que me parece súper reveladora: ¿Quién estaría sentado en la primera fila de tu funeral? Piensa en ello un momento… imagínate ahí, ¿sabes?, el ambiente, la gente entrando… llorando, abrazándose… Y luego, todos sentados… ¿A quién ves en esa primera fila? ¿A quién se te viene a la cabeza?
Esas personas… esas personas son las que de verdad importan. Son tu gente de primera fila.
Y ahora, abre los ojos… Piensa en ellos un poquito más. ¿Qué estás haciendo para cuidar a esas personas? ¿Les estás demostrando lo importantes que son para ti? ¿Les dedicas tiempo de verdad o lo dejas pasar, como si fuera algo secundario?
Porque, mira, al final, de eso se trata la riqueza social, ¿no? De la profundidad de la conexión con esas pocas personas que son irremplazables en tu mundo. Esas relaciones profundas, significativas, sanas… Son las que te van a dar un apoyo incondicional, amor… son con quienes vas a celebrar los buenos momentos y llorar los malos. No importa si eres extrovertido o introvertido, un bicho social o un ermitaño… Todos necesitamos construir esa base, porque la capacidad de pedir ayuda a la gente que te quiere es cada vez más importante a medida que envejecemos.
La riqueza social se construye sobre esa base de profundidad, en esas relaciones que te importan. Y luego se expande a través de la amplitud: la conexión con círculos más amplios de amigos, comunidades, culturas… Y, finalmente, se asegura con el estatus ganado, que es una forma de posicionamiento social que no se puede comprar con dinero.
Claro, hay fuerzas oscuras que conspiran contra eso, ¿eh? En los últimos años, la tecnología, que supuestamente nos iba a unir más, nos ha hecho sentir más solos que nunca. ¿Cuántas veces has caminado por una calle llena de gente, pero tan metido en tu móvil que no has mirado a nadie a los ojos? ¿Cuántas veces has estado rodeado de tu familia o amigos, pero te sentías distante, pensando en completos extraños en la última aplicación? ¿Cuántas veces un mensaje urgente, un correo electrónico o una notificación del trabajo te han alejado de la gente que tenías delante?
La tecnología ha aumentado tu conectividad con el mundo, sí, pero te sientes menos conectado de verdad.
Hay que luchar contra eso, ¿eh? La conexión humana es lo que le da sentido a la vida. Sin riqueza social, cualquier logro en otro ámbito se siente vacío, insípido. ¿Te imaginas solo en ese avión privado o en ese yate? ¿De qué sirve la casa grande si no hay amor que la llene?
Y mira, te pongo un ejemplo. La decisión de construir una vida con riqueza social fue lo que me llevó a mudarme… Y también llevó a una lectora… a mudarse para estar cerca de sus hijos. "Lo que más me impactó fue... cuántas visitas me quedan con mis padres... Eso cambió mi vida".
Al final, la sabiduría convencional dice que hay que centrarse en el viaje, no en el destino. Yo no estoy tan de acuerdo, eh. Yo creo que hay que centrarse en la gente. Cuando te rodeas de gente inspiradora, los viajes se hacen más bonitos y los destinos, más brillantes. Es imposible planear el viaje perfecto desde donde estás ahora. Céntrate en la compañía, en la gente con la que quieres viajar, y el viaje se revelará solo con el tiempo. Nada malo puede salir de rodearte de personas inspiradoras, genuinas, amables, positivas…
Encuentra a tu gente de primera fila. Cuídala. Y sé esa persona para alguien más. Eso es lo que importa, al final.