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Calculating...

A ver, a ver... capítulo diez... Bueno, en esencia, esto va de que cuanto más haces, más posibilidades tienes de tener éxito. Sí, sí, así de simple, o complicado, como lo quieras ver.

Mira, como Samuel Johnson o Audrey Sutherland, gente que siguió adelante, sin pensar que la edad era un impedimento. ¿Sabes? Cultivaron sus habilidades durante toda la vida y las siguieron perfeccionando hasta la vejez. Este capítulo trata un poco sobre cómo pensamos que nuestras capacidades mentales disminuyen con la edad, pero también sobre el hecho de que cuanto más trabajamos, más probabilidades tenemos de tener éxito. En lugar de preocuparnos por ese declive inevitable, deberíamos intentar seguir trabajando el máximo tiempo posible. Hay un beneficio productivo en esa persistencia, ¿sabes?

Quizás el mayor obstáculo para identificar talento tardío es que, bueno, esperamos menos de la gente a medida que envejece. ¿A quién no le duele la espalda, la memoria falla, o no entendemos cómo usar la tecnología que nuestros hijos manejan sin problema? Ya sabes, el típico "loro viejo no aprende a hablar." Arthur C. Brooks escribió algo sobre esto, sobre que nuestro declive profesional llega antes de lo que pensamos. Él lo veía con optimismo, planteando cambios de carrera, pero era un poco determinista sobre el declive cognitivo. No es inevitable ser menos creativo, capaz o competente a los setenta que a los diecisiete, ¿eh?

A ver, hay dos tipos de inteligencia: la fluida y la cristalizada. La fluida es la capacidad de asimilar información nueva y manipularla. Es la inteligencia rápida, la de improvisar. La cristalizada es tu stock de conocimiento, tu vocabulario, lo que has aprendido a lo largo de los años. Estudios han demostrado que, aunque la inteligencia fluida disminuye relativamente pronto, la cristalizada sigue fortaleciéndose hasta mucho después en la vida. Por eso la gente se queja de que su memoria o velocidad de pensamiento empeora. Pero, ¡ojo!, estos cambios son promedios, y esconden muchísimas diferencias individuales.

Mira, hay una gráfica donde se ven las curvas y demás, y puede dar la sensación de que "loro viejo no aprende a hablar", pero eh, ¿realmente podemos meter la inteligencia en una gráfica con tres líneas? Hay más en la inteligencia que esta simple división, y más variación entre individuos de lo que la gráfica puede mostrar.

Un neurólogo, George Bartzokis, investigó la estructura cambiante del cerebro, centrándose en la mielina, la sustancia que recubre nuestros nervios. Con la edad, acumulamos más mielina en los lóbulos frontales y temporales, llegando a un pico alrededor de los cincuenta. Estos lóbulos son donde ocurren funciones como la memoria, la toma de decisiones, el procesamiento del lenguaje y las emociones. La expansión de estos lóbulos significa que, aunque tenemos menos velocidad de procesamiento y menos capacidad para retener información en la memoria, somos más capaces de pensar con lo que sí tenemos. Bartzokis dijo que "a mitad de la vida, empiezas a maximizar la capacidad de usar la totalidad de la información en tu cerebro a diario, de manera continua, segundo a segundo. Biológicamente, eso es la sabiduría". Es vital conectar toda esa información, ¿no? Los momentos de insight, cuando encajamos la última pieza del puzzle o vemos conexiones entre información e ideas, ocurren cuando conectamos cosas diferentes en nuestra mente.

Piensa en esto como la unión de diferentes grupos de conocimiento. Las redes de conexiones entre toda la información en nuestra mente no son uniformes: hay grupos y centros de información que están estrechamente conectados entre sí, pero no bien conectados a otros grupos. Una vez que vinculas un grupo de conocimiento con otro, ocurren momentos de insight. La cosa es que a menudo requiere una larga serie de conexiones a través de nuestras redes mentales para hacer esas conexiones.

Tu cerebro es similar. Cuanto más distantes estén las diferentes piezas de información, menos conectadas estarán en tu cerebro. Todo lo que sabes sobre tu trabajo como contable está en un grupo, y todo lo que sabes sobre dibujos animados o kayak está en otro grupo. Unir los dos grupos no es fácil o intuitivo. Una vez que conectas diferentes redes de conocimiento, como dice la académica Melissa Schilling, "las relaciones que nunca antes se habían considerado pueden parecer repentinamente obvias".

Estas conexiones están en el corazón del insight creativo y se basan tanto en la inteligencia cristalizada como en la fluida. Cuanto mayor sea tu reserva de conocimiento, más beneficios obtendrás al vincular diferentes grupos de información. Vincular dos grupos de información relativamente pequeños es menos probable que conduzca a insights creativos que vincular dos grupos de información grandes. Cuanto más sabes en cada tema, más enlaces puedes hacer. Ser un experto en un área puede limitar tus insights y creatividad, llevando a una comprensión incremental. Hacer conexiones entre diferentes áreas de conocimiento es otra forma de hacer avances.

Cuanto más te impulses a explorar tus diferentes áreas de experiencia, más probable es que encuentres algún nuevo descubrimiento. Artistas como Leonardo da Vinci o Michelangelo hicieron sus insights dibujando constantemente con variaciones menores: así, Michelangelo llevó sus insights del dibujo de desnudos al diseño de arquitectura. El músico Brian Eno y el artista Peter Schmidt crearon un conjunto de tarjetas llamadas "Oblique Strategies" que fomentan tales conexiones. Cuando te bloqueas creativamente, sacas una tarjeta que tendrá instrucciones como "Haz algo aburrido" o "Enfatiza las repeticiones" o "Invierte" o "Usa menos notas" o "Usa una idea antigua" o "Haz una acción repentina, destructiva e impredecible; incorpórala". Estas tarjetas estimulan conexiones e ideas inesperadas. No necesitas la velocidad de procesamiento mental de un adolescente para beneficiarte de ellas.

Hacer conexiones previamente invisibles entre tus grupos de conocimiento puede valer mucho más que tener una alta velocidad de procesamiento o una memoria excepcional. Lo que importa es cómo usas tu inteligencia, no tu nivel de potencia bruta.

En 1932, casi todos los escolares nacidos en Escocia en 1921 hicieron la misma prueba de inteligencia. Años después, un grupo de investigadores contactó a cientos de esas personas y les hizo la misma prueba que habían hecho cuando tenían once años. Esto permitió ver qué le pasa a la inteligencia a lo largo de setenta años. Los que sacaron buenas notas de niños, ¿seguían sacando buenas notas de ancianos? La conclusión es que ¡hay muchísima variación!

Claro, algunos tuvieron un mal día, o las pruebas no son perfectas... Pero, bueno, esas pruebas son una manera razonable de medir la capacidad de resolver problemas mentales y se correlaciona bastante bien con el éxito. No hay que exagerar la importancia de la inteligencia para el éxito, pero sí está claro que los niveles de educación e ingresos están correlacionados con la inteligencia.

Lo interesante es explicar la variación entre las puntuaciones de la gente a los once y a los ochenta. ¿Genética o ambiente? La mitad de los cambios en las puntuaciones se explican por la inteligencia de la infancia. La otra mitad, por otros factores.

Estar en un entorno intelectualmente estimulante, o hacer actividades complicadas, parece estar correlacionado con preservar la capacidad cognitiva, pero la causalidad no está clara. Quizás la gente que retiene su función cognitiva es más propensa a tener o elegir trabajos y hobbies intelectualmente estimulantes. El ejercicio está asociado con una mejor velocidad de procesamiento mental y capacidad cognitiva general. Se cree que una buena dieta es beneficiosa, pero tiene un efecto pequeño y los resultados son inciertos.

Hay muchas recomendaciones para mantener la función cerebral, como ejercicios de entrenamiento cerebral y juegos, pero la evidencia aquí es mixta. Usar una app que promete prevenir el declive cognitivo no es fiable. Hay estudios que sugieren que jugar al ajedrez o completar crucigramas puede ser beneficioso, pero la evidencia es limitada. Algunas pruebas muestran que cuantos más años de educación recibes, mejor función cognitiva desarrollas cuando eres joven. Esto puede prevenir o retrasar algunas formas de declive como la demencia a través de la ventaja de empezar con una mejor función cognitiva.

Los SuperAgers, gente de ochenta años con la función cognitiva de alguien veinte años menor, consumen alcohol con moderación, hacen ejercicio regularmente, se mantienen mentalmente activos y mantienen buenas relaciones sociales. Parece que pierden materia cerebral a un ritmo más lento que otras personas, lo que explica su falta de declive cognitivo. Pero, como con los otros estudios, es difícil saber cómo funciona la causalidad. Lo que funciona es la combinación de varios factores: dormir bien, hacer ejercicio, no fumar y tener una dieta saludable.

Un estudio demostró que el cambio puede ser bueno. Las personas que se atrevieron a cambiar fueron más felices. Necesitamos más de eso. Si esperamos más de nosotros mismos, quién sabe lo que podríamos lograr...

Estudios también muestran diferentes picos cognitivos a diferentes edades para diferentes habilidades. La velocidad bruta en el procesamiento de información alcanza su punto máximo alrededor de los dieciocho o diecinueve. La capacidad de reconocer caras mejora hasta los treinta, al igual que la memoria visual a corto plazo. Pero nuestra capacidad para evaluar los estados emocionales de otras personas alcanza su punto máximo en los cuarenta o cincuenta. El vocabulario puede alcanzar su punto máximo incluso en los sesenta o setenta. Y, contrariamente a la creencia popular, el potencial para la actividad cerebral de alto funcionamiento alcanza su punto máximo en los cincuenta, pero se mantiene alto hasta los noventa.

Una investigación reciente muestra que la velocidad mental disminuye no en nuestros treintas, como se pensaba, sino en nuestros sesentas. Muestra que cuando tomamos decisiones complejas, nuestra precaución sobre tomarlas empieza a aumentar en nuestros veintes.

Claro, la cautela tiene muchas ventajas, pero puede ser limitante. Una teoría de por qué la gente produce menos investigación académica y científica a medida que envejece es simplemente que son más propensos a descartar nuevas ideas: saben demasiado para tener la confianza de lanzarse a algo nuevo. Muchos talentos tardíos llegan a un punto de desesperación cuando finalmente hacen algo que han querido hacer durante mucho tiempo, pero se sentían incapaces. Ser un poco imprudente puede ser algo bueno.

También está la cuestión de qué cuenta como inteligencia. El IQ es importante, es un fuerte predictor del éxito profesional. Pero no es lo único que importa. No hay una prueba de IQ para la sociabilidad, por ejemplo, pero los humanos desarrollaron cerebros más grandes con más capacidad cognitiva para lidiar con relaciones sociales complejas. A medida que la gente envejece, valora cada vez más las emociones que experimenta en las relaciones sociales, y cuanto más fuerte es la red a la que pertenece, menos declive cognitivo demuestran. El voluntariado, por ejemplo, es más cognitivamente exigente que la actividad en solitario. Desde la experiencia viene la capacidad de tener una mejor perspectiva, darse cuenta de que el tiempo es corto y enfocarse en los aspectos más significativos de la vida. Hay ventajas en el cambio de funciones cognitivas.

Inteligencia es sólo una parte del éxito. La velocidad mental tiene un papel central en tu habilidad para aprender y desarrollarte. Pero la capacidad cognitiva y la práctica no son suficientes. También son necesarios varios factores de personalidad, como la motivación, la perseverancia, el esfuerzo, la curiosidad y la apertura. No tienes un destino cognitivo. La interacción de circunstancias y factores de personalidad marca la diferencia.

Mi punto aquí es que las gráficas de declive promedio no deben tomarse aisladamente y pueden no aplicarse a ti. No siempre es el caso que la gente de alta capacidad siempre crezca para lograr la eminencia, a veces carecen de los factores de personalidad requeridos. Y las historias de desarrollo inusuales pueden ser importantes para crear gente de alto logro. Quizás ser raro es más significativo que ser inteligente cuando se trata de talento.

En lugar de aceptar la afirmación general de que a medida que envejecemos pasamos por un declive cognitivo, deberíamos vernos a nosotros mismos como adaptables. Cambiar el enfoque, el entorno, los colaboradores o en qué trabajamos a menudo puede marcar una diferencia significativa, independientemente de nuestros poderes mentales. El logro no depende sólo de que nuestra capacidad mental se mantenga alta, sino de si elegimos seguir utilizando y adaptando la capacidad que tenemos.

Según la teoría de la "probabilidad constante de éxito", cuantas más veces intentemos algo, más posibilidades tenemos de tener éxito, independientemente de nuestra edad o de dónde estemos en nuestra carrera. La gente que sigue intentándolo tiene más éxitos (así como más fracasos) que la gente que se detiene.

La teoría de la "probabilidad constante de éxito" dice que cuantas más veces intentes dar en un blanco, más dianas harás. La psicología tiene otra regla conocida sobre cómo se desarrolla el talento, popularizada por Malcolm Gladwell como la "regla de las diez mil horas". Esta es la idea de que se necesita una década de práctica deliberada para lograr el dominio en una disciplina determinada.

Dean Keith Simonton estudió a 120 compositores, cubriendo una gran cantidad de piezas en el repertorio clásico. Les llevó desde dos hasta cuarenta y dos años desde el inicio de la práctica hasta la creación de una obra maestra. Cuando la variación es tan grande, esto parece menos una regla específica y más un refuerzo de la idea básica de que cuanto más haces, más posibilidades tienes de tener éxito.

Lo que importa en esta regla es la experiencia acumulada, no el punto de partida. Mozart, por ejemplo, fue en gran medida un prodigio porque empezó muy joven. Completó la práctica antes de que la mayoría de la gente siquiera empiece la suya. Empezó a componer a los seis años; doce años después compuso su primera pieza innovadora, el Concierto para Piano No. 9 en Mi bemol mayor, K. 271. Sus composiciones anteriores no se graban tan regularmente. El hecho de que alguien empiece más tarde no le impide tener éxito más tarde. No importa cuándo empieces, lo importante es que empieces, y luego sigas adelante.

Hay razón para creer que la práctica deliberada sólo es útil en algunas disciplinas. En actividades de alta certeza, como el ajedrez, la práctica deliberada para acumular experiencia funciona bien. En entornos y trabajos donde tienes que lidiar con la incertidumbre, la práctica deliberada puede ser menos útil. Incluso hay un estudio de Yale que muestra que la gente con experiencia a menudo se sorprende cuando se enfrenta a explicaciones exhaustivas que muestran las limitaciones en su comprensión.

Todos queremos reglas a seguir, fórmulas para el éxito. Pero estas directrices parecen demasiado específicas para ser universalmente aplicables. Una vez que empezamos a mirar de cerca, son menos objetivas de lo que parecen. La regla de los diez años, la práctica deliberada y la teoría de la probabilidad constante de éxito se refieren al mismo punto general: uno de los ingredientes clave para el éxito es sentarse y hacer el trabajo. No importa cuándo empieces, lo que importa es lo que hagas. Cuanto más tiempo inviertas, más posibilidades tienes de hacer algo que funcione. Eso podría ser el resultado de la práctica, o la suerte, o la determinación, o el talento, o alguna combinación de todos ellos.

Hay mucha variación. Un estudio sociológico reciente encontró que, a medida que los autores envejecen, su trabajo cambia menos. Pero los investigadores también encontraron una enorme variación dentro de esos resultados. Muchos autores siguen cambiando, y cambiando de manera duradera, hasta la vejez.

Este es el caso con muchos de los hallazgos discutidos en este libro: cualquiera que sea la regla del titular, hay una tremenda cantidad de variación. Deberíamos pensar en estas "reglas" como tendencias o inclinaciones. La gente es única, trabaja en proyectos individuales, con objetivos específicos y en entornos particulares, cada uno con sus propias circunstancias.

Según un estudio reciente de carreras científicas, los científicos tienden a hacer su trabajo más significativo de jóvenes porque es cuando son más productivos. Una vez que los científicos tienen prestigio y titularidad, producen menos. Los que siguen adelante tienen una mejor oportunidad de hacer un trabajo impactante. Los premios Nobel se otorgan por el trabajo realizado a todas las edades.

La gente que sigue intentando dar en el blanco es más propensa a hacerlo. La gran diferencia entre los viejos y los jóvenes es que menos gente sigue intentándolo a medida que envejece. Vimos antes que la perseverancia por sí sola no es suficiente: la suerte también es esencial. También se necesita algo llamado factor Q.

El factor Q se define como la capacidad de un científico para aprovechar el conocimiento disponible de una manera que mejore o disminuya el impacto potencial de su artículo de investigación. Esto significa que además de ser capaces de hacer las matemáticas, los científicos necesitan ser capaces de aportar otras habilidades relevantes al problema. Tener una idea no es suficiente. Tener razón no es suficiente. Para tener éxito, necesitas ser bueno para hacer que tu idea se note. El factor Q cubre habilidades de comunicación, educación, talento, simpatía, motivación, apertura a ideas, habilidades de colaboración y más.

Existe una gran diferencia entre un científico que escribe con un estilo legible, sabe cómo dar una charla que recordarás y puede expresar sus hallazgos en frases citables y titulares concisos y uno que no puede hacer esas cosas. Piensa también en la diferencia que puede marcar alguien que puede hacer networking eficazmente en un sistema de financiación, motivar a un equipo de investigadores y permitir que las mejores ideas provengan de cualquier lugar en un equipo de proyecto. Finalmente, piensa en la diferencia entre dos personas brillantemente inteligentes, una de las cuales está motivada por su trabajo, la otra no.

Es posible que tener en cuenta la edad promedio de éxito en diferentes campos explique estos resultados. Los investigadores dirían que eso es porque los científicos a menudo son más productivos más jóvenes y por eso se esfuerzan más. A medida que envejecen, este esfuerzo retrocede.

La "regla de las mismas probabilidades" podría ayudarnos a explicar esto. Esta es la idea de que cada trabajo que un científico o artista produce tiene la misma probabilidad estadística de ser genial que cualquier otro trabajo. Esto no significa que cada año de trabajo tenga el mismo grado de calidad.

Pero debemos recordar que esto es un promedio estadístico, y hemos visto antes que hay una significativa variación individual en los promedios. Todos los factores que hemos estudiado (redes e influencia, actitud y capacidad cognitiva, aprendizaje deliberadamente lento y cambio de circunstancias) tienen que ser observados junto con la edad promedio de éxito en un campo, factor Q, suerte, persistencia, la cantidad de práctica que alguien ha hecho, su nivel de capacidad mental y sus experiencias de vida.

La ciencia y las matemáticas son campos donde se piensa que la juventud es mejor para hacer avances que la edad. Einstein dijo: "Una persona que no ha hecho su gran contribución a la ciencia antes de los treinta nunca lo hará". La famosa cita del matemático G. H. Hardy de que las matemáticas son "un juego de jóvenes" se repite todo el tiempo. Pero la juventud tiene menos ventaja inherente de lo que parece. Muchas otras condiciones son relevantes. Dependiendo del tiempo en que vivas, tu cultura, los problemas en los que trabajas y, quizás lo más importante, tu propia actitud, puedes florecer a muchas edades y etapas de la vida.

Copérnico no completó su teoría del movimiento planetario hasta que tuvo sesenta años. William Herschel era organista; la astronomía era su hobby. Nunca fue a la universidad. Descubrió Urano y recibió una pensión de Jorge III. Esto significó que podía dejar la música y hacer astronomía a tiempo completo. Tenía cuarenta y tres años.

El período en que vive un científico puede afectar cuándo hace su mejor trabajo más que el campo en el que trabaja. A principios del siglo XX, más trabajo era teórico y así que se podían hacer grandes avances imaginativos temprano en la carrera de la gente. Más tarde en el siglo, el trabajo era más empírico, involucrando más recolección y análisis de datos, lo que inevitablemente atrae un temperamento y estilo intelectual diferente.

Una razón por la que el éxito ocurrió más tarde en las carreras de los científicos a lo largo del siglo XX puede ser la "carga de conocimiento". A medida que se hacían más avances, había más que aprender antes de que un individuo pudiera volverse innovador.

Uno de los estudios decía que el hecho de que necesites un doctorado y tengas que someterte a la revisión por pares y pasar por ciertos aros institucionales para obtener la titularidad afectan a qué edad ocurren las innovaciones. Las instituciones pueden acelerar las carreras, por supuesto. Pero cuanto más requisitos se acumulan al inicio de una carrera, más tiempo tarda alguien en estar listo para hacer una contribución creativa.

Si hay muchos más conceptos fundamentales difíciles requeridos para convertirse en un físico calificado ahora que en el pasado, podríamos esperar carreras más lentas. Sin embargo, esto también dependerá del individuo. Para implementar una nueva teoría radical, no siempre necesitas entender cada detalle.

El siglo XX temprano fue un tiempo de avances por físicos jóvenes porque la teoría cuántica hizo que mucho conocimiento previo fuera redundante. No hay una regla que diga que tienes que ser joven para hacer un avance científico. De hecho, en sociedades envejecidas como las que tenemos en muchos países occidentales, podría ser más probable esperar que los avances provengan de científicos mayores.

Hay razones para pensar que la cultura en la que trabajas marca una diferencia significativa en tus posibilidades de éxito. Pero para entender realmente qué crea el éxito científico, deberíamos buscar no sólo reglas y promedios, sino individuos.

Irónicamente, Hardy admitió ser un talento tardío él mismo. Otro aspecto irónico de su libro es que Hardy utiliza el teorema de Euclides de una infinidad de números primos como una forma de demostrar cómo funcionan las matemáticas. Este teorema dio lugar a la conjetura de los números primos gemelos, un problema que ha permanecido sin resolver durante más de cien años. El avance principal más reciente hacia la solución de este problema fue hecho por Yitang Zhang, a los cincuenta y cinco años.

A pesar de los ejemplos de matemáticos haciendo trabajo importante después de los cincuenta, la idea de la juventud todavía se privilegia en matemáticas. La Medalla Fields, el premio más prestigioso de matemáticas, tiene que ser otorgada a un matemático de cuarenta años o menos.

El primer comité de la Medalla Fields se basó en un memo, escrito por el matemático canadiense John Charles Fields, llamado "Medallas Internacionales para Descubrimientos Sobresalientes en Matemáticas". El memo decía que las medallas debían ser otorgadas "en reconocimiento al trabajo ya realizado" y "un estímulo para un mayor logro". Fue la política del comité lo que aseguró que la Medalla Fields fuera un premio para los matemáticos más jóvenes.

Esto ha alimentado la impresión de que las mejores matemáticas son hechas por gente joven. Pero no hay conexión entre la edad y la disminución de la productividad en matemáticas. Se puede ser productivo como matemático a cualquier edad.

Se concluyó que: "No hay una relación general aparente entre la edad y la productividad matemática".

Cole encontró que hubo un "ligero aumento en la productividad a través de los treinta" y luego una "ligera disminución en la productividad después de los 50".

Encontró que "en la mayoría de los campos estudiados los científicos mayores de 60 años no eran mucho menos productivos que los menores de 35".

Cole también miró el número de citas que los científicos lograron para su trabajo, es decir, el número de otros científicos que citaron su trabajo, para ver cómo era la relación entre la edad y la calidad del trabajo. Él encontró, "Los científicos mayores de 45 años son ligeramente menos propensos a publicar investigación de alta calidad que los menores de 45".

Podemos ver que la edad no es un factor muy importante en la productividad. Pero sí sabemos que, en promedio, la edad trae consigo un declive cognitivo. La forma en que los matemáticos y científicos siguen siendo productivos es importante.

Eso suena un poco pesimista, pero es mucho más optimista que Hardy.

Yitang Zhang es un ejemplo notable de cómo un talento tardío con casi ningún registro académico sorprendió al mundo con un descubrimiento excepcional e inesperado en matemáticas. Una de las grandes ventajas de Zhang fue que no cree que la edad sea una barrera para el éxito. Dejando de lado esto del talento tardío, la clave fue perseverar.

Zhang nació en Shanghái y creció en Beijing. Primero aprendió sobre problemas matemáticos famosos a los diez años. Vivió la Revolución Cultural y fue enviado a una granja con su madre. Después fue a estudiar a la Universidad de Pekín, estudió matemáticas.

El problema jacobiano, que estudió con T. T. Moh, fue la base del doctorado de Zhang. Una vez que terminó, con treinta y seis años, le dijo a Moh que quería volver a la teoría de números. En este punto, su relación se rompió.

Zhang y Moh tienen relatos diferentes de lo que sucedió. Un punto de acuerdo es que Zhang quería trabajar en problemas difíciles. Su entusiasmo por el problema jacobiano sorprendió a Moh: "Sentí que era extraño seleccionar una tarea tan difícil". Moh también notó lo que muchos observadores posteriores verían: "Yitang pasaba todo su tiempo libre pensando en matemáticas".

Sin embargo, Moh cree que Zhang no fue obligado a estudiar geometría algebraica en Beijing. Moh también creía que Zhang estaba más interesado en ser famoso que en la investigación por sí misma.

Esto es claramente parte de por qué Moh no ayudó a Zhang a encontrar un trabajo cuando se graduó, una decisión que Zhang cree que retrasó su carrera. Aparentemente, Zhang carecía de las habilidades sociales necesarias para hacer networking, conseguir contactos y formar parte de la comunidad matemática.

Años después de su doctorado, trabajó para varias ramas del restaurante de comida para llevar Subway e hizo trabajo de contabilidad. Fue en 1999, cuando tenía cuarenta y cuatro años, cuando Zhang consiguió su primer trabajo académico, como profesor de cálculo a tiempo parcial en la Universidad de Nuevo Hampshire.

Fue en 2009, cuando tenía cincuenta y cuatro años, cuando empezó a trabajar en la conjetura de los números primos gemelos, aunque había pasado su tiempo en Nuevo Hampshire pensando en teoría de números. Cuando se le preguntó por qué él, y no alguien más, había resuelto este problema, dijo: "Creo que la razón importante es que persistí durante varios años. No me rendí… La motivación más importante es amar realmente las matemáticas". Zhang había realizado independientemente la regla de la probabilidad constante de éxito: "Hay muchas oportunidades en tu carrera, pero lo importante es seguir pensando". Zhang estructuró su vida alrededor de su persistente interés, asegurándose de que siempre pudiera seguir pensando.

La vida de Zhang está estructurada de tal manera que pueda moverse entre modos de pensamiento concentrados y difusos. El pensamiento difuso es cuando ya no estás enfocado en una tarea y haces algo como lavar los platos o dar un paseo. A menudo, se nos ocurren buenas ideas durante este modo de pensamiento, cuando la mente posterior a la concentración divaga. De ahí la observación común de que "¡Tengo todas mis mejores ideas en la ducha!".

Apartando el hecho de que lo más largo que ha dejado de pensar son dos semanas, estos parecen detalles intrascendentes. Muchos académicos viven alguna versión de esta vida. Pero cada detalle cuenta.

La capacidad cognitiva no es suficiente: usar tu inteligencia de una manera que produzca las mejores ideas es lo que importa.

Zhang tiene ahora sesenta y siete años y ha publicado un artículo afirmando haber hecho progresos en otro problema significativo en la teoría de números puros, la hipótesis de Riemann. Otros matemáticos están mirando su trabajo, pero parece probable que haya hecho otro avance. Su ventaja no ha sido su inteligencia, aunque eso ciertamente importa, sino su persistencia, su obsesividad y su actitud.

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