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Calculating...

A ver, a ver, ¿cómo les explico esto? Estaba leyendo sobre… cómo pensar diferente, ¿no? Y me encontré con una cosa que me pareció súper interesante, una forma de pensar que se llama el Método Socrático. Suena complicado, pero en realidad es bastante sencillo, ya verán.

Todo empezó, bueno, con un experimento que hizo una profesora en Stanford. La profesora dividió a sus estudiantes en grupos y les dio a cada grupo cinco dólares. Sí, ¡cinco dólares! Y les dijo, "Tienen dos horas para hacer la mayor cantidad de dinero posible." Y al final, cada grupo tenía que presentar lo que había hecho.

Imagínense la situación. La mayoría de la gente, ¿qué haría? Pues, usar esos cinco dólares para comprar algo y revenderlo, o hacer algún tipo de trueque, ¿no? Algo lógico, lineal. Y claro, así ganaban un poquito más de los cinco dólares originales.

Pero algunos grupos, ¡ojo!, ignoraron los cinco dólares por completo. Dijeron, "A ver, a ver… ¿cómo podemos hacer la mayor cantidad de dinero en estas dos horas?" Y empezaron a pensar fuera de la caja, ¿me entienden? Por ejemplo, un grupo se dedicó a reservar mesas en los mejores restaurantes de la ciudad y vender las reservas. Otro grupo inflaba llantas de bicicleta en el centro del campus por un dólar cada una. ¡Mucho más rentable, obviamente!

Pero el grupo que ganó, ¡ojo a esto!, también ignoró los cinco dólares. Pero hicieron algo completamente diferente. Se dieron cuenta de que lo más valioso no era el dinero ni las dos horas, sino el tiempo de presentación frente a toda la clase, ¡que eran estudiantes de Stanford! Así que vendieron ese tiempo de presentación a una empresa que quería reclutar estudiantes. ¡Por 650 dólares! ¡Una barbaridad!

Entonces, ¿qué pasó? Los grupos que pensaron de forma lineal, obtuvieron resultados lineales. El grupo ganador, pensó diferente. Y ahí es donde entra el Método Socrático.

El Método Socrático, básicamente, es hacer preguntas y responder preguntas. Es un proceso para estimular el pensamiento crítico y examinar las suposiciones y la lógica que hay detrás de nuestras ideas.

¿Cómo lo ponemos en práctica? Pues, más o menos así:

Primero, empezamos con preguntas abiertas. Preguntas que no tengan una respuesta fácil, ¿me explico?

Luego, proponemos ideas basadas en esas preguntas.

Después, empezamos a cuestionar esas ideas con preguntas más específicas.

Y repetimos este proceso hasta que lleguemos a las mejores ideas.

A ver, un ejemplo práctico, ¿no?

Primero, preguntarnos: ¿Cuál es el problema que estoy tratando de resolver? A veces, gastamos un montón de tiempo y energía tratando de resolver el problema equivocado. Entonces, primero hay que identificar el problema correcto. En el caso de los estudiantes, el problema equivocado era cómo usar los cinco dólares para hacer la mayor cantidad de dinero. El problema correcto era cómo hacer la mayor cantidad de dinero con el tiempo que tenían.

Después, proponer nuestra idea actual sobre el problema: ¿Cuál es nuestra hipótesis? ¿De dónde viene esa idea?

Luego, abrir la puerta a preguntas específicas: ¿Por qué pensamos esto? ¿Es una idea muy vaga? ¿En qué se basa?

Después, cuestionar las suposiciones detrás de nuestra idea original: ¿Por qué creemos que esto es verdad? ¿Cómo sabemos que es verdad? ¿Cómo sabríamos si nos equivocamos? Hay que identificar de dónde vienen nuestras creencias sobre el problema y ser muy críticos con su validez.

Luego, evaluar la evidencia que usamos para apoyar nuestra idea: ¿Qué pruebas concretas tenemos? ¿Qué tan creíble es esa evidencia? ¿Podría haber evidencia oculta?

Después, entender las consecuencias de equivocarnos: ¿Podemos corregir el error fácilmente? ¿Cuánto nos costaría equivocarnos? Siempre hay que saber qué está en juego.

Luego, evaluar las alternativas: ¿Qué otras ideas o puntos de vista podrían existir? ¿Por qué podrían ser mejores? ¿Por qué otras personas creen que son verdad? ¿Qué saben ellos que nosotros no sabemos? Hay que evaluar las alternativas con objetividad y hacerles las mismas preguntas que nos hicimos a nosotros mismos.

Y después de analizar todo en detalle, hay que dar un paso atrás y ver la imagen completa: ¿Cuál era nuestra idea original? ¿Era correcta? Si no, ¿dónde nos equivocamos? ¿Qué podemos aprender de este proceso sobre nuestros errores de pensamiento? En el experimento de los estudiantes, dedicar tiempo a hacer preguntas para identificar el problema correcto fue lo que les permitió pensar de forma diferente y encontrar una solución más creativa.

El Método Socrático lleva tiempo, la verdad. No vale la pena usarlo para decisiones pequeñas y fáciles de revertir. Pero cuando nos enfrentamos a una decisión importante, con mucho en juego, en nuestro negocio, en nuestra carrera o en nuestra vida personal, vale la pena usarlo. Nos ayudará a pensar diferente y a encontrar el camino que nos dará los mejores resultados. Así que, ahí lo tienen, ¡a pensar diferente!

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