Chapter Content
A ver, a ver… cómo les explico esto… Últimamente he estado pensando mucho en cómo crecer, tanto personal como profesionalmente, ¿no? Y, bueno, una de las cosas que he descubierto, que me ha servido un montón, es algo que llamo… el Día de Pensar.
Claro, esto no es idea mía, ¿eh? La verdad es que me inspiré en algo que hacía Bill Gates, allá por los ochenta, creo. Él se tomaba una “Semana de Pensar”. Imagínense, ¡una semana entera! Se iba a un lugar apartado, se desconectaba del mundo y se dedicaba solo a leer y pensar.
Según él, era su forma de ser creativo, de ver las cosas desde otra perspectiva, de alejarse del día a día y concentrarse en lo importante, en lo que realmente importaba.
Ahora, seamos realistas, ¿quién tiene una semana entera para dedicarse a pensar? ¡Yo, desde luego, no! Así que lo adapté, lo hice más… manejable, digamos. Y así nació mi Día de Pensar.
La idea es simple: una vez al mes, te tomas un día libre de todo, ¿me entienden? Te aíslas un poco, ya sea física o mentalmente, pones un mensaje automático en el correo electrónico diciendo que no estás disponible, apagas el teléfono… ¡todo! Y te dedicas única y exclusivamente a leer, aprender, escribir en tu diario y, sobre todo, a pensar.
El objetivo es crear ese espacio libre, ese tiempo para alejarte del ruido, abrir tu mente y pensar de forma creativa sobre el panorama general, sobre las cosas importantes.
¿Qué necesitas para un Día de Pensar efectivo? Pues, un diario y un bolígrafo, obviamente. Libros o artículos que tengas pendientes de leer, algo que te interese. Un lugar tranquilo, donde puedas estar solo, ya sea en tu casa, en un lugar que alquiles o incluso al aire libre. Y, por último, lo más importante: preguntas que te hagan pensar, que te hagan reflexionar.
Yo tengo algunas preguntas que me han resultado muy útiles, y se las voy a compartir, a ver si les sirven también a ustedes. Por ejemplo: si repitiera mi día típico actual durante cien días, ¿mi vida sería mejor o peor? Piénsenlo.
Otra: si la gente observara mis acciones durante una semana, ¿qué dirían que son mis prioridades? ¡Uf, esa duele!
O esta: si yo fuera el personaje principal en una película de mi vida, ¿qué le estaría gritando el público que hiciera en este momento? ¿Qué cambiarías?
A ver… otra buena: ¿estoy cazando antílopes (problemas grandes e importantes) o ratones de campo (problemas pequeños y urgentes)? ¡Hay que priorizar!
También me gusta preguntarme: ¿cómo puedo hacer menos, pero mejor?
¿Cuáles son mis creencias más fuertes? ¿Qué necesitaría para cambiar de opinión sobre ellas? Esto es clave para el crecimiento personal.
Y esta, para terminar: ¿qué cosas sé ahora que me gustaría haber sabido hace cinco años? Y, al revés, ¿qué acciones hacía hace cinco años de las que me avergüenzo hoy? Y, lo más importante, ¿qué acciones estoy haciendo hoy de las que me avergonzaré en cinco años? ¡Cuidado con eso!
Yo normalmente me reservo unas ocho horas para este Día de Pensar, y las divido en bloques de una hora, con paseos cortos entre cada bloque para despejarme.
En este mundo obsesionado con la velocidad, los beneficios de frenar son enormes. Te permite recuperar energía, notar cosas que antes pasabas por alto, ser más consciente de tus acciones, enfocarte en las oportunidades que realmente valen la pena… En resumen, moverte lento para moverte rápido, suena raro, pero funciona.
De verdad, el Día de Pensar puede ayudarles un montón. Pruébenlo, denle una oportunidad y experimenten los beneficios de la soledad intencional. Se los recomiendo muchísimo.