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A ver, a ver... ¿De qué les quería hablar hoy? Ah, sí, de encontrar eso que se te da bien, tu... tu talento, ¿no? Y cómo convertirlo en algo más, en una especialidad, en algo valioso.
Mira, las habilidades de venta, por ejemplo, son una especialidad. Hay gente que, vamos, que nace con eso, ¿sabes? Que tiene un don natural para vender. Y en el mundo de las startups, de las empresas nuevas, es súper común encontrarte con estos cracks. Gente que, de verdad, se les nota que son buenos en lo que hacen, que tienen esa... esa especialidad bien desarrollada.
Claro que sí, también hay que decir que esas habilidades, por mucho que parezcan innatas, también se aprenden, ¿eh? A lo mejor aprendieron a vender en el patio del colegio, o negociando con sus padres, o sí, quién sabe, a lo mejor también hay algo de genética ahí metido.
Lo bueno es que la venta se puede mejorar, ¿eh? Puedes leer libros, como los de Cialdini, ir a cursos de formación, o incluso, yo qué sé, ir puerta a puerta a vender. A ver, eso último es duro, te pone a prueba mentalmente, pero dicen que es súper efectivo para aprender a vender rápido.
Lo que sí es cierto es que una especialidad no se puede enseñar, pero sí se puede aprender. Ahí está la clave.
Y para encontrar la tuya, lo que te va, lo que te llena, piensa en qué cosas hacías de niño o adolescente que te resultaban súper fáciles. A veces ni siquiera te das cuenta de que es una habilidad, pero la gente de tu alrededor sí lo ve. Tu madre, tu mejor amigo... ellos seguro que saben qué es lo que te hace especial.
Por ejemplo, a ver, vamos a poner algunos ejemplos de talentos y especialidades, ¿vale? Habilidades de venta, como decíamos. Talento musical, eso de que aprender a tocar cualquier instrumento te sale sin esfuerzo. Una capacidad de concentración brutal, que te permite sumergirte en algo y aprenderlo rapidísimo. O, yo qué sé, que te encante la ciencia ficción y seas una esponja absorbiendo información sobre eso. Que seas un crack jugando a juegos de estrategia y entiendas a fondo la teoría de juegos. O que te encante el cotilleo, enterarte de la vida de todo el mundo, lo que podría convertirte en un periodista de investigación tremendo.
Al final, todo esto es una mezcla, ¿no? Genes, el entorno en el que creces, cómo respondes a ese entorno... Todo eso forma tu especialidad, algo que es parte de tu personalidad, de tu identidad. Y una vez que encuentras eso que te gusta y se te da bien, pues a tope, a desarrollarlo.
Porque en eso de ser tú mismo, nadie te va a ganar.
Y, a fin de cuentas, la vida, ¿qué es? Pues una búsqueda, ¿no? Buscar a la gente que te necesita, buscar las cosas que te necesitan a ti.
Yo, por ejemplo, siempre he sido de leer mucho, me encanta la tecnología. Aprendo rápido, sí, pero me aburro con facilidad, qué le voy a hacer. Así que si tuviera que pasarme 20 años estudiando un problema, imposible. Por eso me dedico al capital riesgo. Porque ahí necesito estar al día con las nuevas tecnologías (y como salen tantas, pues mi facilidad para aburrirme me viene genial), así que encaja perfecto con mis habilidades.
Yo de joven quería ser científico, ¿eh? Tenía esa visión de que los científicos estaban en lo más alto de la cadena productiva, que eran los que hacían descubrimientos importantes y contribuían a la sociedad. Creía que eran los que más aportaban al mundo. No digo que el arte, la política, la ingeniería o los negocios no sean importantes, pero sin la ciencia seguiríamos viviendo como en la prehistoria, ¿no?
La sociedad, los negocios, el dinero... todo eso son subproductos de la tecnología, que a su vez es un subproducto de la ciencia. La ciencia aplicada es el motor que impulsa a la humanidad.
Así que, en teoría, los científicos aplicados serían los más importantes del mundo. Y creo que eso se va a notar aún más en el futuro.
Yo tenía esa idea, quería ser un gran científico. Pero, ¿cuál era mi talento? ¿En qué pasaba el tiempo realmente? Pues, echando la vista atrás, me di cuenta de que lo que más hacía era buscar cómo ganar dinero, trastear con la tecnología, relacionarme con la gente, vender cosas, debatir ideas...
Tenía (y tengo) habilidades de venta, esa es una especialidad. También tengo habilidades de análisis, para ver cómo hacer dinero. Me flipan los datos, me encanta recopilarlos y analizarlos. Y me gusta la tecnología, ya lo he dicho. Todo eso me sale fácil, como un juego, mientras que para otros es un esfuerzo.
Hay gente que me pregunta cómo se puede ser bueno vendiendo, cómo se puede tener esa labia, esa capacidad de convencer. Y yo les digo, si ahora mismo no se te da bien vender o no te gusta, pues a lo mejor no es lo tuyo. Céntrate en lo que sí te gusta de verdad.
La primera que me dijo qué se me daba bien fue mi madre. Yo tendría 15 o 16 años y le estaba contando a unos amigos que quería ser astrofísico. Y mi madre, desde la cocina, soltó: "No, tú vas a hacer negocios". Yo pensé: "¿Qué dice mi madre? Yo quiero ser astrofísico, ¿no sabe lo que dice?". Pues sí, sabía perfectamente lo que decía.
Y para desarrollar tu talento, para convertirlo en una especialidad, tienes que hacer lo que te gusta, investigar lo que te da curiosidad, seguir tu pasión. No elegir la carrera de moda ni meterte en el sector que dicen los inversores que va a petarlo.
Normalmente, las especialidades se encuentran en los límites del conocimiento. En áreas que están empezando a desarrollarse, o en cosas muy difíciles de estudiar. Ahí es donde tienes más oportunidades. Porque si no te dedicas al 100%, siempre habrá alguien que sí lo haga y te va a superar. Y no un poquito, sino mucho, porque estamos hablando de cosas creativas, y ahí el efecto compuesto se nota muchísimo.
Y ahora, con internet, se abren muchísimas puertas. Creo que la gente aún no se da cuenta del potencial que tiene.
Con internet, puedes encontrar tu público, tu nicho. Si eres único, si te expresas de forma original, puedes crear contenido, vender productos, montar un negocio... Lo que quieras.
Da igual que tus intereses sean raros, lo importante es que seas el mejor en lo tuyo y que sepas cómo llegar a la gente. Y lo bueno es que todos somos únicos, así que todos podemos ser los mejores en algo. En ser nosotros mismos, nadie nos gana.
Hay un tuit que no puse en mi hilo de "cómo hacerse rico", pero que merece la pena recordarlo: "La única forma de evitar la competencia es ser único". Porque la competencia, al final, es imitación. Compites con otros porque haces lo mismo que ellos. Pero todos somos diferentes, no tenemos que copiar a nadie.
Si creas algo que sale de ti, nadie puede competir contigo. ¿Quién puede competir con Joe Rogan o con Scott Adams? Imposible. ¿Quién puede dibujar mejor las tiras de Dilbert que Scott Adams? Nadie. ¿Quién puede crear un cómic como Calvin y Hobbes mejor que Bill Watterson? Nadie. Porque las obras originales son únicas, irrepetibles.
Los mejores trabajos no tienen nada que ver con títulos o diplomas. Los mejores trabajos son la expresión creativa de alguien que aprende constantemente en un mercado libre.
Así que, para hacerte rico, lo más importante es que seas un aprendiz de por vida, que sepas cómo aprender lo que necesitas. Antes, lo normal era ir a la universidad, sacarte un título y dedicarte a eso durante 30 años. Ahora no. Ahora todo cambia tan rápido que tienes que ser capaz de convertirte en experto en algo en 9 meses, y ese algo a lo mejor ya no sirve para nada en 4 años. Pero en esos 3 años puedes ganar mucho dinero.
Hoy en día, es más importante ser capaz de dominar un tema nuevo en 9-12 meses que haber elegido la carrera "correcta" hace mucho tiempo. Y para eso, tienes que tener unas buenas bases. Si coges un libro y no entiendes nada, averigua qué necesitas saber para entenderlo y ponte a estudiar. Lo básico es fundamental.
En la vida, es más importante saber sumar y restar que saber cálculo diferencial. Y es más importante saber expresarte con claridad en un idioma que saber escribir poesía, tener un vocabulario enorme o hablar 7 idiomas.
Es más importante saber persuadir que ser un experto en marketing digital o en optimización de clics. Lo básico es la clave. Sacar un 9 o un 10 en lo básico es mucho mejor que saber mucho de algo concreto, pero sin tener una base sólida.
Eso sí, hay cosas en las que tienes que profundizar, porque si no te quedarás en la superficie y no llegarás a nada. Cada uno tiene que ser un crack en una o dos cosas. Y normalmente, esas cosas son las que te obsesionan, las que te apasionan.