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A ver, a ver, vamos a hablar un poquito sobre invertir en las relaciones, ¿no? Pero no invertir así nomás, sino con una visión a largo plazo. Porque, a ver, todos hemos escuchado eso de que las recompensas en la vida, ya sea riqueza, relaciones o conocimiento, vienen del interés compuesto, ¿no? Pero, ¿cómo sabes si realmente estás sacando provecho de ese interés compuesto?
Mira, el concepto de interés compuesto es mucho más profundo de lo que parece. Sí, claro, viene del mundo de las finanzas, del capital, pero va mucho más allá. No se limita solo a eso. De hecho, en las relaciones comerciales, el interés compuesto es crucial. Piénsalo, ¿por qué algunas personas llegan a ser CEO de empresas enormes o a manejar miles de millones de dólares? Pues, en gran parte, por la confianza que la gente deposita en ellos. Y esa confianza viene de haber cultivado relaciones y una trayectoria que genera ese interés compuesto. Se han entregado de una manera genuina y responsable, demostrando al mundo que son personas íntegras y de fiar.
La reputación personal también tiene su propio interés compuesto. Si alguien tiene una buena reputación, construida a lo largo de los años, con constancia, pues, inevitablemente va a llamar la atención y va a ser valorado. Y si alguien es muy talentoso pero no aprovecha ese interés compuesto de la reputación, créeme que la persona que sí lo hace le va a sacar muchísima ventaja, ¡miles de veces!
Y lo mismo pasa al trabajar con alguien. Si llevas cinco, diez años trabajando con una persona y sigues disfrutando de esa colaboración, obviamente confías en ella, ¿no? Incluso si tiene alguna pequeña falla, no importa. En las relaciones comerciales, esa confianza simplifica las negociaciones, porque sabes que el resultado va a ser positivo.
Por ejemplo, en Silicon Valley, hay un inversor ángel que se llama Elad Gil. Me encanta trabajar con él. ¿Por qué? Porque sé que va a hacer todo lo posible para darme un beneficio adicional en la operación. Si hay algo extra, me lo va a dar. Si hay algún costo adicional, lo va a asumir él, sin siquiera mencionármelo. Y como es así de generoso conmigo, pues, yo lo involucro en casi todas mis operaciones y, a la vez, trato de ser igual de generoso con él. Esa confianza mutua es la que realmente demuestra el valor del interés compuesto.
Así que, a ver, el punto de partida no es tan importante, lo importante es la acción. Y claro, por eso es tan difícil adherirse a un código ético. Pero, una vez que encuentras ese trabajo o esas personas con las que quieres estar, tienes que comprometerte al máximo. Y si te mantienes en esa línea durante décadas, vas a obtener recompensas increíbles, tanto en relaciones como en beneficios económicos. Por eso el interés compuesto es tan importante.
Ahora, una cosa que hay que tener clara es que el 99% de nuestros esfuerzos, a lo mejor, se pierden, ¿no? A ver, realmente, ningún esfuerzo se pierde por completo, porque siempre aprendemos algo. Cualquier experiencia puede ser una oportunidad de aprendizaje. Piensa en la época de estudiante: ¿cuántos trabajos escribiste, cuántos libros leíste, cuántos ejercicios hiciste que realmente aplicas ahora? El 99% no te sirve para nada en el mundo real. Conocimientos de geografía o historia que nunca utilizaste, un idioma que aprendiste y ya olvidaste, matemáticas que ya no recuerdas…
Pero claro, la experiencia escolar sí te enseña cosas, ¿no? A lo mejor te enseña la importancia del esfuerzo, o aprendes algunos principios que te motivan, o incluso te impulsan a tu trabajo actual. Pero, al menos desde el punto de vista del mundo real, orientado a objetivos, solo un 1% de tus esfuerzos en la escuela te reportan un beneficio directo.
O, por ejemplo, las citas. Antes de encontrar a tu pareja ideal, sales con diferentes personas. Y desde el punto de vista del objetivo final, esas citas son una pérdida de tiempo, aunque no lo sean en términos de crecimiento personal y aprendizaje.
Y ojo, no estoy diciendo que el 99% de la vida es una pérdida de tiempo y que solo el 1% vale la pena. Lo que quiero decir es que debes ser consciente y analizar qué porcentaje de las cosas que haces (relaciones, trabajo, estudios) merece tu máximo esfuerzo para obtener el interés compuesto.
Si en una cita te das cuenta de que no va a haber matrimonio, a lo mejor deberías terminar la relación pronto y empezar otra. Si estás estudiando geografía o historia y te das cuenta de que nunca vas a usar esos conocimientos, a lo mejor deberías dejar la materia. Gastar energía en cosas inútiles es una pérdida de tiempo y de energía mental.
No digo que no hagas ese 99% de cosas, porque es difícil saber cuál es ese 1% que importa. Lo que digo es: intenta encontrar ese 1% que no se va a desperdiciar. Ese 1% que te importa, que merece que le dediques el resto de tu vida. Y una vez que lo encuentres, enfócate en eso al máximo.