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A ver, a ver, ¿cómo pensar con claridad? Mmm, qué buena pregunta. Mira, yo creo que... a ver, más que ser "inteligente", que alguien te diga que tienes las ideas claras, es un halago muchísimo mejor.
Porque la verdad es que el conocimiento real, el de verdad, está todo conectado, ¿sabes? Es como una cadena, que va desde lo más básico hasta lo más complejo, todo unido. Piénsalo, por ejemplo, en matemáticas. Si no entiendes la aritmética o la geometría, ¿cómo vas a entender la trigonometría? Es imposible. Y normalmente, ¿sabes qué? La gente que usa palabras muy rebuscadas, que habla de cosas muy grandiosas y complicadas, uh, a menudo no tienen ni idea de lo que están diciendo. Yo pienso que la gente más inteligente es la que puede explicar algo complicado a un niño, vamos, de manera que lo entienda perfectamente. Si no, es que ni siquiera ellos lo entienden del todo. Y esto, eh, no es nada nuevo, ¿eh? Ya lo hemos oído antes y es super cierto.
Me acuerdo, por ejemplo, de cómo enseñaba Richard Feynman, que era famosísimo. En sus primeras clases, en las "Lecturas de Física de Feynman", explicaba conceptos súper complejos con un lenguaje súper sencillo, facilísimo de entender. Una vez, en tres páginas, básicamente explicó toda la esencia de las matemáticas. Empezó con los números, luego la aritmética, y después el cálculo. Y lo hizo todo paso a paso, con una lógica impecable, sin usar definiciones complicadas.
Y es que la gente realmente inteligente es la que piensa con claridad. Son personas que entienden los fundamentos, lo básico, a la perfección. Yo prefiero entender bien los fundamentos, ¿sabes?, antes que memorizar un montón de conceptos complicados. Porque memorizar no te sirve de nada. Los conceptos aprendidos de memoria no se integran bien y se desconectan de lo básico. Y si luego necesitas usarlos y no puedes deducirlos a partir de lo fundamental, te pierdes, te quedas ahí atrapado en un laberinto de información. Te conviertes en una simple máquina de memorizar, y ya está.
Además, hay que tener en cuenta que las últimas ideas que salen en cualquier campo, muchas veces no están probadas del todo. Usarlas puede hacer que parezcamos que sabemos mucho, pero lo importante es tener bien agarradas las bases, lo fundamental.
Y ojo, eh, que pensar con claridad te da autoridad.
Pero bueno, otra cosa importante es la toma de decisiones eficaces. Y una parte importante de esto, eh, es cómo afrontas los problemas reales. ¿Cómo te aseguras de que estás viendo la realidad cuando tienes que decidir algo?
Pues para empezar, tienes que dejar de lado tu ego, olvidarte de ti mismo, de tus juicios, de tus emociones. Somos animales, sí, pero esa conciencia emocional, ese ego, nos lleva a darle vueltas a las cosas, a que nuestros deseos nos cieguen y no nos dejen ver las cosas como son. Y entonces, empezamos a pensar en cómo "debería" ser el mundo, en lugar de ver cómo es en realidad. Esto pasa mucho, sobre todo cuando mezclamos política con negocios, por ejemplo.
Lo que más nos impide ver la realidad es esa idea preconcebida de cómo "debería" ser.
A ver, una definición de un momento de dolor puede ser, ¿no?, cuando ves las cosas como realmente son y no como tú querías que fueran. Por ejemplo, imagínate que estás súper convencido de que tu negocio va de maravilla, pero en realidad, es una ilusión porque estás ignorando las señales de que va mal. Y al final, el negocio fracasa y sufres un montón. ¿Por qué? Porque no quisiste ver la realidad, te estabas engañando a ti mismo.
Pero bueno, el momento de dolor es también el momento de la verdad. Solo cuando sufres, te ves obligado a aceptar la realidad. Y solo cuando aceptas la realidad, puedes hacer cambios significativos y mejorar. Así que, mira, solo siendo honesto puedes mejorar y avanzar.
Lo difícil es eso, ver la verdad. Y para ver la verdad, hay que quitarse el ego de encima, porque el ego no quiere ver la verdad. Cuanto menos ego tengas, cuanto menos te limites a reaccionar, cuanto menos te aferres a lo que quieres que pase, más fácil será ver la realidad.
El deseo de una realidad bonita te ciega. El dolor es cuando ya no puedes seguir ignorando la verdad.
A ver, imagínate que un amigo tuyo está pasando por un mal momento, ¿no? Una ruptura amorosa, se ha quedado sin trabajo, el negocio ha fracasado, tiene problemas de salud... Y quieres consolarle, ¿no? Ya sabes lo que tienes que decirle, ni siquiera tienes que pensarlo: "Esa chica, olvídate de ella. No te convenía. Estarás mejor sin ella. Ya encontrarás a alguien mejor, créeme".
Tú sabes la respuesta correcta, pero tu amigo no la ve, porque está sufriendo, está pasándolo fatal. Sigue esperando que la realidad sea diferente. Pero el problema no es la realidad. El problema es que su deseo choca con la realidad. Y el deseo, uf, el deseo siempre nos ciega. Y da igual lo que le digas, no te va a hacer caso. A mí me pasa lo mismo cuando tengo que tomar decisiones.
Sé que cuanto más quiero que algo salga de una manera determinada, menos probable es que vea las cosas como son. Por eso, sobre todo cuando se trata de cosas de la empresa, si algo no va bien, intento reconocer el problema abiertamente. Se lo cuento a mis socios, a mis amigos, a mis compañeros. Así no le oculto nada a nadie. Y si no tengo que ocultárselo a nadie, no tengo que engañarme a mí mismo. Me libero, me desato. Y así, puedo ver la realidad con más claridad.
Porque, a ver, los sentimientos y los hechos son cosas distintas, ¿eh? Los sentimientos son solo una estimación parcial de la realidad, hecha por tu ego.
Y hablando de todo esto... es importantísimo tener tiempo libre, ¿eh? Si estás todo el día de reunión en reunión, súper ocupado, corriendo de un lado para otro, es imposible pensar.
Y sin pensar, no vas a tener ideas geniales para tu negocio, ni vas a tomar buenas decisiones. Yo animo a todo el mundo a que se tomen al menos un día a la semana para pensar. Bueno, idealmente dos, porque aunque te reserves dos, al final acabas usando uno para otras cosas.
Una mente relajada es la que tiene las mejores ideas. Una persona estresada, agobiada, que no para de trabajar, no puede pensar. Así que, mira, tienes que sacar tiempo para pensar, sí o sí.
Y bueno, otra cosa, la gente muy inteligente suele ser un poco rara, ¿no? Insisten en pensar por sí mismos, en hacer las cosas por sí mismos para entender cómo funcionan.
Los inversores contrarios no siempre están en contra de todo, ¿eh? De hecho, estar en contra de todo es otra forma de seguir al rebaño. Los inversores contrarios piensan por sí mismos, basándose en los hechos, y son capaces de resistir la presión de la mayoría.
Es muy fácil ser cínico, y es muy fácil seguir la corriente.
Lo difícil es ser un optimista contrario.