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Calculating...

A ver, a ver… por dónde empiezo… Digamos que muchas veces, sin darnos cuenta, nos autoimponemos barreras, ¿no? Es como si viviéramos con unas gafas que distorsionan la realidad. Y, pensándolo bien, mucho de esto viene de cómo nos hemos formado, sobre todo en esos primeros años de vida, hasta los… no sé, los veinte y pico. El entorno, los padres, la sociedad… todo eso va moldeando quiénes somos.

Y luego, claro, pasamos la vida buscando la felicidad, queriendo sentirnos completos, ¿verdad? Y cada vez que algo cambia, lo primero que pensamos es: "A ver cómo puedo cambiar el mundo para que se ajuste a lo que yo quiero". Pero… ¿es esa la solución?

Me acuerdo de una frase… algo así como que el deseo es sufrimiento, y la paz está en no desear. Un poco drástico, quizás, pero… tiene su punto.

Es que, al final, vivimos con un montón de hábitos, de rutinas que ni siquiera cuestionamos. No podemos enfrentarnos a cada problema como si fuera la primera vez, ¿no? Y así, poco a poco, vamos creando hábitos, los vamos asociando a nuestra identidad. Pensamos: "Soy yo, y por eso hago esto". Y nos aferramos a ellos. Es como si dijéramos: "Yo soy María, y yo siempre he hecho esto así".

Pero claro, hay hábitos buenos y hábitos malos. Y para seguir creciendo, para avanzar, es fundamental romper con esos patrones, deshacernos de lo que no nos sirve. Hay que analizarnos, ver de dónde vienen esos hábitos. Por ejemplo, preguntarnos: "¿Este hábito lo adopté cuando era niño, para llamar la atención de mis padres? Lo he repetido tantas veces que ya es parte de mí, pero… ¿me ayuda ahora? ¿Me hace más feliz? ¿Me hace más sano? ¿Me ayuda a conseguir mis objetivos?".

Yo, sinceramente, creo que no soy tan esclavo de mis hábitos. No me gusta planificar demasiado mi vida. Tengo algunos, sí, pero son hábitos que he cultivado a conciencia, no cosas que me han surgido sin más.

Otra cosa que me parece importante es… evitar las etiquetas. Cualquier etiqueta, ya sea "ex-socialista", "católico", "español"... es un conjunto de creencias, de ideas, de identidades. Y deberíamos cuestionarlas, repensarlas desde cero.

Intento evitar cualquier prejuicio, cualquier idea preconcebida. Creo que dividirnos en bandos, ponernos etiquetas, nos limita, nos impide ver la verdad.

Para ser honestos, tenemos que expresar nuestras opiniones sin pensar en nuestra identidad.

Yo antes me consideraba… no sé, liberal, por ejemplo. Pero luego me di cuenta de que defendía posturas que ni siquiera había pensado, simplemente porque eran parte del dogma liberal. Y eso no está bien. Si todas tus creencias se pueden empaquetar perfectamente en un "ismo" o una corriente de pensamiento, deberías desconfiar de tus propias creencias.

Identificarte a un nivel muy profundo con algo crea, digamos, unas "creencias fijas". Y eso no me gusta, porque me impide pensar por mí mismo.

Todos tenemos creencias que son un poco… raras, que la sociedad no acepta. Pero, cuanto más rechace nuestra identidad y nuestro grupo esas creencias, más probable es que sean ciertas. Curioso, ¿no?

Y, bueno, hablando de cosas difíciles… el sufrimiento, al final, es parte de la vida. Y tiene dos cosas buenas, si se puede decir así. Primero, te ayuda a aceptar la realidad tal como es. Y segundo, te transforma, te cambia por dentro, aunque sea un proceso muy doloroso.

Por ejemplo, si un deportista se lesiona gravemente… como, yo que sé, Bruce Lee… obviamente sufre mucho. Pero tiene que aceptar que el deporte no es todo en su vida, que ser deportista no es toda su identidad. Y quizás, a partir de ahí, puede empezar a estudiar filosofía y descubrir una nueva faceta, un nuevo "yo" como filósofo.

Al final, las cosas cambian constantemente. Como Facebook, que siempre está rediseñándose. O Twitter, igual. Y lo mismo pasa con nuestra personalidad, con nuestra profesión, con nuestros equipos… Hay que estar siempre actualizándose. Porque en un sistema dinámico, no hay soluciones definitivas.

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