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A ver, a ver, vamos a hablar de cómo construir riqueza, ¿no? Pero no del rollo ese de tener un trabajo super bien pagado o montar un negocio de la leche o heredar una fortuna. No, no va por ahí. De hecho, hay un libro muy interesante, "El Millonario de al Lado", que habla de esto. El autor, Thomas Stanley, un tipo que, fíjate, nació en el Bronx y acabó siendo profesor universitario, se dio cuenta de que los ricos, los millonarios, no son siempre como los pintan. No viven todos en mansiones ni conducen Ferraris, ¿sabes? Pueden ser tus vecinos, gente normal y corriente.

Y, bueno, independientemente de si estás de acuerdo o no con todas las estrategias del libro, lo que sí es cierto es que la idea principal es muy motivadora: cualquiera puede construir una vida de riqueza financiera. Y esa es la base sobre la que vamos a construir nuestro modelo, un modelo sencillo para que cualquiera lo pueda seguir.

Básicamente, la riqueza financiera se basa en tres pilares, tres cosas fundamentales:

Primero, generar ingresos. Es decir, tener una fuente de ingresos estable y que vaya creciendo, ya sea con tu trabajo principal, con algún trabajo secundario o con ingresos pasivos, como alquileres o inversiones.

Segundo, gestionar los gastos. Esto significa gastar menos de lo que ganas y, sobre todo, evitar que tus gastos crezcan más rápido que tus ingresos.

Y tercero, invertir a largo plazo. Invertir la diferencia entre tus ingresos y tus gastos en activos a largo plazo, que sean eficientes, de bajo coste y que te permitan aprovechar el poder del interés compuesto.

Este modelo, así de sencillo, es súper efectivo porque convierte el flujo de caja a corto plazo en riqueza a largo plazo. Así que, a partir de ahora, cuando midas tu riqueza financiera, ten en cuenta estos tres pilares: generar ingresos, gestionar gastos e invertir a largo plazo.

Y, hablando de generar ingresos y gestionar gastos, ¿cuál es la herramienta más importante para lograr la independencia financiera? Pues, la diferencia entre lo que ganas y lo que gastas. Esa diferencia, ese hueco, es fundamental.

Los ingresos, ya lo hemos dicho, son el dinero que entra: tu sueldo, los ingresos de un segundo trabajo, los alquileres, los dividendos de las acciones... Y los gastos son el dinero que sale: la comida, la vivienda, el transporte, las deudas, las vacaciones, los impuestos, los caprichos... La clave está en que ese hueco, esa diferencia entre ingresos y gastos, sea lo más grande posible, porque es sobre esa base sobre la que vas a construir tu riqueza.

Por eso, lo primero que tienes que hacer es construir un motor de ingresos potente, con fuentes de ingresos sólidas y que vayan creciendo. Piensa que los gastos los puedes recortar hasta cierto punto, pero los ingresos, en teoría, los puedes aumentar sin límite.

¿Y cómo se construye ese motor de ingresos? Pues, básicamente, adquiriendo habilidades, desarrollando tus capacidades. Las habilidades que puedes vender (ventas, diseño, programación...) son activos que puedes crear y que van creciendo. Cada nueva habilidad se suma a las anteriores y crea un perfil único. Y luego, tienes que usar esas habilidades de forma estratégica para convertirlas en ingresos.

Así que, primero, construyes habilidades, y luego, las usas para generar ingresos. Y, mientras tanto, gestiona tus gastos para vivir por debajo de tus posibilidades. Ojo, esto no significa renunciar a todo lo que te gusta y vivir como un monje. Simplemente, tienes que seguir unas reglas básicas:

Haz un presupuesto y cíñete a él. Planifica tus gastos mensuales y controla que no te salgas de lo previsto. Automatiza los ahorros y asegúrate de tener un fondo de emergencia que te cubra unos seis meses de gastos, por si acaso.

Y, muy importante, controla tus expectativas. El mayor peligro para tu independencia financiera es la inflación de expectativas, lo que se conoce como "lifestyle creep". Nunca permitas que tus expectativas crezcan más rápido que tus ingresos.

La gente que está dispuesta a vivir por debajo de sus posibilidades al principio tiene muchas más probabilidades de disfrutar de las recompensas en el futuro. Es más fácil ser frugal al principio, porque luego, con la familia y demás, los gastos tienden a aumentar.

El objetivo es que la diferencia entre ingresos y gastos crezca con el tiempo. Y para eso, tienes que evitar que tus gastos crezcan al mismo ritmo que tus ingresos. Evitar el "lifestyle creep" y las deudas excesivas te permite crear una diferencia que crece cada vez más rápido, lo que te permite invertir cada vez más y acelerar el proceso. Y si inviertes bien, tendrás un futuro de riqueza financiera asegurado.

Y ahora, hablemos de la inversión a largo plazo, de cómo aprovechar el poder del interés compuesto. Como decía Charlie Munger, "La primera regla del interés compuesto es no interrumpirlo innecesariamente".

Hay una historia muy famosa sobre esto, la del inventor del ajedrez y el rey. ¿La conoces? Bueno, en resumen, el inventor le pide al rey un grano de arroz por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, y así sucesivamente. Al principio, el rey piensa que es una ganga, pero pronto se da cuenta de que la cantidad de arroz es astronómica.

Esta historia ilustra muy bien el poder del interés compuesto. El interés compuesto es el interés que se calcula sobre el capital inicial y sobre los intereses acumulados. Es lo que permite que una inversión crezca a un ritmo cada vez mayor.

Warren Buffett, el inversor más famoso de la historia, es un gran ejemplo de esto. Él aprendió los principios básicos de su filosofía de inversión, incluyendo el poder del interés compuesto, y los aplicó durante toda su carrera. Y, fíjate, la mayor parte de su riqueza la generó después de los sesenta años.

Así que, cuando se trata de aprovechar el interés compuesto, tenemos que aprender de Buffett: el tiempo, no la rentabilidad media anual, es lo más importante.

La forma más común y efectiva de aprovechar el interés compuesto es invertir en activos líquidos, como acciones o fondos indexados de bajo coste. Mucha gente se pasa horas y horas intentando encontrar la combinación perfecta de acciones para obtener una rentabilidad un poco mayor, o paga a asesores para que lo hagan por ellos. Pero, en realidad, lo más sensato suele ser comprar y mantener un fondo indexado diversificado y dejar que el tiempo haga su magia.

Nick Maggiulli, autor del libro "Just Keep Buying", es un defensor de esta estrategia de inversión a largo plazo. Él dice que empezar pronto e invertir con frecuencia es la mejor forma de construir riqueza financiera. Y añade que "el dinero invertido antes suele crecer más que el dinero invertido después" y que "compounding money is easier than saving money".

Así que, ya sabes, el mejor momento para empezar era hace veinte años, pero el segundo mejor momento es hoy.

Si inviertes de forma constante y a largo plazo, los resultados pueden ser espectaculares. Por ejemplo, si alguien hubiera invertido $10,000 en el índice S&P 500 en enero de 1980, hoy tendría más de un millón de dólares. Y si, además, hubiera invertido $100 al mes, tendría más de dos millones. Y si hubiera invertido $1,000 al mes, tendría más de diez millones.

Y recuerda, esto no requiere conocimientos especiales ni estrategias complicadas. Solo requiere empezar y dejar que el tiempo trabaje a tu favor.

Albert Einstein decía que el interés compuesto era "la octava maravilla del mundo": "Quien lo entiende, lo gana; quien no lo entiende, lo paga". Y tenía toda la razón.

Y por último, vamos a hablar de los niveles de riqueza financiera. Hay cinco niveles distintos:

Nivel 1: Se cubren las necesidades básicas, como la comida y la vivienda.

Nivel 2: Se superan las necesidades básicas y se pueden disfrutar de pequeños placeres, como ir a restaurantes o hacer vacaciones sencillas.

Nivel 3: Las necesidades básicas ya no son una preocupación y el foco está en ahorrar, invertir y hacer crecer la riqueza. Se pueden disfrutar de placeres más importantes, como vacaciones más frecuentes.

Nivel 4: Se pueden disfrutar de la mayoría de los placeres razonables. La acumulación de activos se acelera y los activos empiezan a generar ingresos pasivos que cubren parte de los gastos. Es el nivel de independencia financiera moderada.

Nivel 5: Se pueden disfrutar de todos los placeres. La acumulación de activos alcanza la velocidad de escape y los activos generan ingresos pasivos que superan todos los gastos. Es el nivel de independencia financiera completa.

Cada persona empieza el camino en un punto diferente, pero para avanzar a través de los niveles, es fundamental enfocarse en los tres pilares: generar ingresos, gestionar gastos e invertir a largo plazo. Todo el que ha llegado al Nivel 5 ha seguido este modelo, de una forma u otra.

Pero ojo, cada nivel tiene sus propios problemas y preocupaciones. A medida que avanzas, los problemas de dinero tradicionales desaparecen, pero aparecen nuevos problemas. El dinero soluciona los problemas de dinero, pero no soluciona nada más.

Así que, recuerda, la riqueza financiera no soluciona tus problemas, simplemente cambia el tipo de problemas que tienes. Las preguntas más importantes de tu vida seguirán ahí, independientemente del nivel que alcances. Depende de ti cómo aprovechas la riqueza financiera que has construido para crear otros tipos de riqueza: tiempo, relaciones sociales, bienestar mental y salud física.

Y, por último, ten en cuenta que los niveles de riqueza financiera son totalmente individuales, porque dependen de tus expectativas, de tus necesidades, de tus placeres y del estilo de vida que quieres llevar. Dependen de tu definición de "suficiente". Así que, la cantidad de dinero necesaria para alcanzar cada nivel es única para cada persona.

Pero bueno, si te centras en generar ingresos, gestionar gastos e invertir a largo plazo, y te mantienes fiel a tu propia definición de "suficiente", estarás en el camino correcto para ascender a través de los cinco niveles de riqueza financiera.

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