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Calculating...

A ver, a ver… por dónde empiezo… Mmm, esto es complicado, ¿eh? Hay una cosa que me llama muchísimo la atención, y es esta idea de "amar el producto, pero odiar al productor". O sea, ¿cómo puede ser esto?

Mira, me acuerdo de una declaración fuerte, ¿eh? Un senador preguntándole al director financiero de Goldman Sachs si sentía algo cuando escuchaba que sus empleados decían cosas como "¡Qué trato de mierda!" o "¡Qué pedazo de basura!". Y el tipo, con toda la calma del mundo, responde que le parece "muy desafortunado" que eso esté en un email. ¡Imagínate! Desafortunado… ¡Madre mía!

Y luego, escuchas al CEO de la misma empresa, años después, hablando de que su prioridad es el cliente, que siempre piensan en sus necesidades… ¡Blah, blah, blah!

Y aquí es donde entra la cosa rara. Cuando una demanda colectiva acusó a Goldman de engañar a los inversores con esas declaraciones éticas tan bonitas de "nuestros clientes son lo primero", ¿sabes qué hizo la defensa? ¡En lugar de mostrar ejemplos de cómo priorizaban a los clientes, mostraron artículos de prensa donde se veía que hacían todo lo contrario! ¡Pa' flipar! Que se beneficiaban a sí mismos a costa de los clientes. Y su argumento era que, como nadie se creía esas declaraciones éticas, pues tampoco importaba que no las cumplieran. ¡Olé!

Decían que era como la publicidad de Heineken, ¿sabes? "Refresca las partes que otras cervezas no alcanzan". Nadie se lo toma en serio. Para ellos, "nuestros clientes son lo primero" era igual. ¡Increíble!

Y aunque al final, bueno, la cosa legal se resolvió a favor de Goldman, gracias a tecnicismos y a que la Corte Suprema les dio un empujoncito… la verdad es que la imagen, pues, ya estaba dañada, ¿no? Porque… vamos a ver, recordemos que hubo un periodista que los llamó "un calamar vampiro gigante envuelto alrededor de la cara de la humanidad, clavando su embudo de sangre en todo lo que huela a dinero". ¡Así, tal cual! Y eso se hizo viral, ¡eh! O sea, que la gente no es tonta.

Claro, todo esto pasó después de la crisis financiera del 2008, cuando se descubrieron un montón de conflictos de interés y se vendieron productos financieros basados en hipotecas que nadie iba a poder pagar. Y, obviamente, la reputación del sector financiero cayó por los suelos. Y con razón, ¿eh?

Y bueno, luego, hay cosas que parecen aún más cínicas. Como cuando el CEO de Goldman anuncia, en Davos, que solo van a financiar salidas a bolsa de empresas con al menos una mujer en el consejo de administración… y lo venden como una forma de "impulsar el crecimiento económico sostenible e inclusivo". ¿En serio? ¿O es solo una forma de quedar bien, de subirse al carro de lo políticamente correcto?

Todo esto me recuerda a Boeing. Después de los accidentes de los 737 MAX, el CEO salió a decir que la seguridad era su prioridad, que blablabla, que iban a hacer todo lo posible para que esos aviones fueran los más seguros del mundo… Y luego se descubre que, en realidad, habían ocultado información crucial sobre el sistema que causó los accidentes. ¡O sea! ¿En qué quedamos?

Por eso entiendo la desconfianza generalizada hacia las grandes empresas. Porque dicen una cosa y hacen otra. Y la Cámara de Comercio de Estados Unidos, en lugar de criticar esas prácticas, sale a defender a Goldman, diciendo que "todas las empresas dicen lo mismo: 'nuestros clientes son lo primero', 'cumplimos con la ley', 'la integridad es lo más importante'". ¡Pues claro! Pero… ¿por qué no hacer que esas declaraciones sean verdad, en lugar de solo palabras vacías?

Y mira, es cierto que los abogados están para defender a sus clientes, pero… ¿de verdad los altos ejecutivos no se dan cuenta del daño que hacen a la reputación de sus empresas y del mundo empresarial en general? A mí me parece increíble.

Klaus Schwab, el de Davos, habla mucho de "capitalismo de las partes interesadas", o sea, de tener en cuenta a todos: empleados, clientes, proveedores… Pero, ¿de verdad es posible equilibrar todos esos intereses? ¿O al final siempre prima el beneficio de los accionistas?

Es que si solo te importa ganar dinero, sin importar cómo, al final la cosa se va al garete. Como le pasó al banco Bear Stearns, que decía "solo hacemos dinero" y al final ni eso hicieron.

En fin, la reputación del mundo empresarial ha sufrido mucho en los últimos años. Desde el escándalo de Enron hasta las falsificaciones de Volkswagen, pasando por la estafa de Elizabeth Holmes… Y luego están los que se enriquecen a costa de destruir empresas, como Philip Green y los yates en Mónaco.

Y qué decir de los gigantes de internet. Google, que antes decía "Don't be evil" y ahora… bueno, ya no dice nada. Facebook, que para algunos es una "máquina de difundir mentiras".

El caso es que, aunque las empresas crean productos que usamos a diario y que nos hacen la vida más fácil, mucha gente, especialmente los jóvenes, no las ven con buenos ojos. Y es que, claro, ven la desigualdad, la falta de ética, la hipocresía… Y al final, aman el producto, pero odian al productor. Y no sé, yo creo que hay que reflexionar sobre eso, ¿no? Porque no podemos seguir así.

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