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Calculating...

A ver, a ver, déjame contarte una cosa que me hizo pensar mucho. Es sobre... bueno, sobre la gran pregunta, ¿no? ¿Estarás bailando en tu fiesta de ochenta cumpleaños?

Es que, mira, te cuento de este chico, Dan Go. Era jovencísimo, veintitantos años, pero ya sabía que si seguía como iba, pues... no llegaba a viejo, básicamente.

Resulta que Dan creció en un pueblito en Ontario, hijo de inmigrantes filipino-chinos que, pues, se fueron a Canadá buscando una vida mejor. Desde pequeño, el pobre sufrió un montón por el bullying en la escuela. Él mismo decía que lo atormentaban, diciéndole que era tonto, pequeño, que no iba a llegar a nada. Y claro, cuando eres niño, si te repiten algo lo suficiente, pues te lo acabas creyendo, ¿no?

Así que, poquito a poco, se metió en un camino oscuro y solitario. Convencido de que sus "enemigos" tenían razón, dejó el instituto. Su autoestima se fue por los suelos y empezó a hacer cosas destructivas, para intentar apagar el dolor interno. Comer, beber, salir de fiesta como nunca antes... Y claro, eso solo empeoró las cosas. Su aspecto físico empeoró, su autoestima cayó aún más, y entró en una espiral negativa, terrible. "Tenía veintitantos," decía, "y no veía futuro. Me levantaba, iba a un trabajo de telemarketing que odiaba, me atiborrada de comida y alcohol hasta dormirme, y vuelta a empezar. No podía ni mirarme al espejo."

Pero, fíjate, justo cuando ya no veía la luz por ningún lado, pasó algo inesperado, una casualidad.

Su padre consiguió un pase de un mes para un gimnasio local y se lo dio a su hermano. El hermano no lo quería, así que se lo pasó a Dan.

Y aquí viene lo bueno. Cuando le preguntaron qué le hizo aceptar ese pase, con lo mal que estaba, él lo dijo clarísimo: "Me di cuenta de que si seguía viviendo así, iba a acabar muerto."

Así que Dan fue al gimnasio. El primer día, se subió a la cinta de correr y en pocos minutos estaba sin aliento, empapado en sudor y aburridísimo. Pensó que no volvería, pero al día siguiente se convenció de probar algo diferente. Usó todas las máquinas de pesas, y aunque no tenía ni idea de lo que hacía, sintió una energía increíble. Al día siguiente se despertó con unas agujetas que no había sentido en su vida, ¡y le encantó! Lo tomó como una señal de que las pesas estaban funcionando. Los días tres y cuatro fueron duros por la fatiga muscular, pero al séptimo día ya se sentía más cómodo, con ganas de darlo todo. Y al día catorce, ¡ojo!, ya estaba emocionado de ir al gimnasio. Al día treinta, el día que se acababa el pase, pasó algo curioso cuando se vestía para ir a trabajar: ¡tuvo que apretarse el cinturón un agujero!

Ahí, en ese momento, lo supo. Su vida había cambiado por completo.

Ese pequeño resultado, un simple agujero en el cinturón, representaba algo mucho más grande: Dan Go se dio cuenta del poder que tenían sus acciones. Había recuperado el control de su vida.

Y bueno, a partir de ahí, se centró en su salud, se puso a investigar sobre entrenamiento, nutrición, recuperación… Empezó a leer estudios, a incorporar ideas nuevas en sus rutinas… y todo, absolutamente todo a su alrededor empezó a cambiar. Su cerebro empezó a funcionar mejor, recordaba nombres, información, lugares... Su diálogo interno cambió por completo: empezó a creer que era capaz de todo, mucho más de lo que se había creído antes. "Antes tenía una actitud derrotista. De repente, todo cambió. Tenía la sensación de que el mundo entero estaba abierto para mí. Demostré que podía apretar un botón con mis acciones y crear cambios en mi mundo, y si podía hacer eso con mi salud, podía hacerlo en cualquier sitio."

Hoy en día, Dan Go tiene cuarenta y tantos pero parece que tiene veinte. Está en forma, lleno de vitalidad, es un marido y padre cariñoso de dos hijos preciosos. Es un empresario que ha creado un negocio multimillonario donde ayuda a otras personas a transformar sus vidas, igual que él transformó la suya. El futuro de Dan Go pasó de ser oscuro e incierto a brillante e ilimitado. Y todo empezó el día que fue al gimnasio y se subió a la cinta de correr. Todo empezó cuando tomó el control de sus acciones y construyó una vida de Riqueza Física.

Fíjate que la búsqueda disciplinada de una vida de Riqueza Física es un catalizador para el crecimiento: Inicia un cambio de mentalidad… te recuerda que tienes el control, que tienes el poder. Y ese cambio de mentalidad genera ondas expansivas que se extienden mucho más allá de lo físico, a todas las áreas de tu vida.

Es que, pensándolo bien, tu cuerpo es, literalmente, la casa en la que vas a vivir el resto de tu vida. Y, sin embargo, mucha gente trata esa casa como si fuera basura: beben y comen demasiado, no duermen lo suficiente, casi nunca se mueven y evitan las inversiones y reparaciones básicas que son necesarias para mantenerla en buen estado.

Tú tienes el control del estado presente y futuro de tu casa. Mantén los cimientos y el techo en buen estado, arregla los pequeños problemas en cuanto surjan y haz las pequeñas inversiones diarias, semanales y mensuales que son necesarias para asegurarte de que te dure mucho, mucho tiempo.

Con un cuerpo, igual que con una casa, si lo cuidas hoy, te cuidará a ti en los años venideros.

Así que… vamos a asegurarnos de que estés bailando en tu fiesta de ochenta cumpleaños.

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