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A ver, a ver... dicen por ahí que el éxito no siempre te trae la felicidad, ¿no? Y es que... pff... piénsalo, ¿eh? La felicidad, en el fondo, es estar contento con lo que tienes, ¿no crees? Es como... sentirse a gusto con el presente, con lo que hay.
Pero el éxito, a menudo, surge de la insatisfacción, de querer cambiar las cosas, de no conformarte. Así que, como quien dice, o una cosa o la otra, ¿no? Bueno... o eso parece...
Alguien dijo una vez que la vida tiene dos partes, ¿sabes? Que la segunda empieza cuando te das cuenta de que solo tienes una. Vaya tela, ¿eh? Y es una pregunta profunda, porque mucha gente llega a cierta edad y... ¡zas!, tiene que cambiar el chip, dar un giro radical. A mí me pasó algo parecido, la verdad.
Me pasé un montón de tiempo currando como un burro, buscando el éxito material, el reconocimiento social... y cuando lo conseguí (o al menos, cuando esas cosas dejaron de importarme tanto), me di cuenta de que mucha gente a mi alrededor, igual de exitosa o intentando serlo, no parecía precisamente feliz. Y mi propia experiencia... ¡madre mía! Encajaba perfecto con la teoría esa de la adaptación hedónica: que te acostumbras a todo, por bueno que sea, y deja de darte el mismo gustazo.
Así que llegué a la conclusión de que la felicidad es algo... interno, ¿sabes? Suena a tópico, lo sé, pero fue esa conclusión la que me llevó a empezar un viaje de autoconocimiento, de crecimiento personal, que me hizo entender que el verdadero éxito está dentro, que no depende tanto de lo de fuera.
Ojo, que tampoco digo que no haya que hacer cosas, ¿eh? Que somos animales sociales y tenemos nuestras necesidades, eso no se puede apagar con un botón. Pero cuando vives ciertas experiencias, la vida te va llevando de vuelta a ese viaje interior, sí o sí.
Y cuando te haces bueno en un juego, sobre todo si es un juego que da muchas recompensas... surge un problema, ¿eh? Que te enganchas y no puedes parar, aunque el juego ya te resulte demasiado fácil. El instinto de supervivencia y reproducción nos empuja a trabajar, y la adaptación hedónica nos mantiene en esa rueda... Pero el truco, creo yo, está en saber cuándo parar de trabajar y empezar a jugar, a disfrutar de lo que te gusta.
¿Quién es para ti una persona exitosa? A ver... normalmente, la gente piensa en alguien que gana el juego, el juego que sea. Si eres deportista, pues el deportista de élite. Si eres empresario, a lo mejor piensas en Elon Musk, ¿no?
Hace unos años, yo diría que Steve Jobs era un ejemplo de éxito, por cómo sus innovaciones cambiaron la vida de tanta gente. También pensaba en Mark Andreessen, no tanto por su faceta de inversor, sino por haber creado Netscape. Y Satoshi Nakamoto, el creador de Bitcoin, ¡menuda genialidad!, un invento que va a tener impacto durante décadas. Y bueno, Elon Musk también, por cambiar la percepción de lo que es posible en tecnología y emprendimiento. Todos estos que han sabido monetizar sus ideas, sí, los veía como gente exitosa.
Pero ahora, para mí, los verdaderos ganadores son los que han dejado de jugar, los que ni siquiera participan en el juego, los que están por encima. Gente con una fortaleza interior increíble, con autocontrol, con una conciencia de sí mismos muy clara, que no necesitan nada de nadie. Conozco a gente así, como Jerzy Gregorek. Él no necesita que nadie le dé nada. Está tranquilo, sano, y su estado mental no depende de si gana más o menos dinero que los demás.
Si miramos la historia, figuras como Buda o Krishnamurti me parecen ejemplos de éxito total. Me encanta leer sobre ellos. Para mí, triunfaron porque se desvincularon por completo del juego, porque ganar o perder les daba igual.
Blaise Pascal decía que la infelicidad del hombre viene de no saber quedarse quieto y en silencio en una habitación. Si eres capaz de sentarte 30 minutos y sentirte feliz, ¡chapeau!, eres un crack. Es un estado de trascendencia al que pocos llegan.
Creo que la felicidad, por naturaleza, es paz. Si tienes paz mental y física, la felicidad llegará. Pero la paz mental es difícil de conseguir. Paradójicamente, mucha gente intenta encontrar la paz a través de la lucha. Emprender, en cierto modo, es como ir a la guerra. Discutir con tu compañero de piso por quién friega los platos también es una guerra. Todos son intentos de conseguir un poco de seguridad y paz en el futuro, a cambio de un esfuerzo en el presente.
Pero la paz interior no es algo que se consiga de una vez y para siempre. Es un estado mental que fluctúa constantemente. Aceptar la realidad y fluir con ella es, para mí, una de las claves de la felicidad.
En el fondo, puedes tener todo lo que quieras en la vida, pero solo si tienes un único objetivo y lo deseas más que cualquier otra cosa. Y en mi caso, lo que más deseo es la paz interior.
La paz es felicidad estática, y la felicidad es paz en movimiento. Puedes activar la paz y convertirla en felicidad cuando quieras. Pero la mayoría del tiempo, lo que quieres es esa felicidad contenida, la paz. Si tienes paz interior, puedes disfrutar de cualquier cosa que hagas.
La gente cree que la forma de conseguir la paz mental es resolviendo todos los problemas externos. Pero los problemas externos son infinitos.
Así que la única forma de tener paz interior es abandonar la idea del "problema". Y ahí está la clave.