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A ver, a ver... Vamos a hablar un poquito sobre... cómo decirlo... sobre encontrar ese "flow," esa fluidez en lo que hacemos, ¿no? Algo que a todos nos gustaría experimentar más a menudo.
Hay una cita, ¿de un tal Jonny Wilkinson? Que dice algo así como que en medio de la acción, con la pelota volando y todo súper rápido, él siente una serenidad interna, como si navegar el camino fuera... fácil. Increíble, ¿verdad?
Pues bien, esto de "flow" es un estado mental donde uno está tan metido en lo que hace que el mundo desaparece, el tiempo vuela, y el trabajo se siente... sin esfuerzo. Hace ya un tiempo, un psicólogo húngaro, Mihaly Csikszentmihalyi – ¡vaya nombrecito! – se dio cuenta de que cuando la gente llega a este estado, pasan dos cosas raras a la vez. Primero, uno pone menos esfuerzo, porque la cosa se siente más ligera. Y segundo, ¡a pesar de ese menor esfuerzo, uno rinde mejor! Es como si, en lugar de gastar energía, el trabajo te la diera. Y ahí es cuando uno llega a su máximo potencial. A este estado, el tal Csikszentmihalyi lo llamó "Flow."
Para que este "Flow" aparezca, tiene que haber un reto, algo que te obligue a usar tus habilidades al máximo. También necesitas saber si vas bien, recibir feedback rápido y claro de que estás superando ese reto. Y claro, la satisfacción de superar el desafío te motiva a querer hacerlo otra vez.
Imagínate una carrera de obstáculos. Tu trabajo tiene que ser así: una serie de retos, cada uno seguido de una señal que te dice "¡lo hiciste bien!" Como un premio. La tensión del reto te impulsa a darlo todo, y la señal al final te relaja. Y esa sensación de placer después de conquistar el obstáculo te hace querer seguir adelante. Así, vas pasando por esta carrera de esfuerzo y recompensa, y tu mente oscila entre la tensión y el placer.
En el mundo del trabajo mental, este "Flow" es como tener superpoderes. Normalmente, estar concentrado y rindiendo al máximo por mucho tiempo es agotador, ¿verdad? Porque tienes que estar constantemente esforzándote. Pero cuando estás en "Flow," ese esfuerzo parece desaparecer. Entonces, ¿cómo es posible que algo que normalmente cuesta tanto trabajo, de repente se haga mejor con menos esfuerzo? ¿Qué hace que ese trabajo se vuelva sostenible por horas?
Un profesor de neurociencia, René Weber, junto con otros colegas, propuso una teoría basada en algo alucinante del cerebro: su ritmo. Muchos investigadores ven el cerebro como un conjunto de péndulos. Algunos grandes, otros pequeños, unos rápidos, otros lentos. La memoria, la atención, el aprendizaje… todo depende de estos péndulos moviéndose por las redes del cerebro.
Y los péndulos tienen algo curioso: si pones dos péndulos a oscilar uno al lado del otro, desde la misma base, ¡se sincronizan! Piensa en cuando el público aplaude al final de un concierto. Al principio, cada quien aplaude a su propio ritmo, un caos total. Pero de repente, ¡pum!, todos empiezan a aplaudir al mismo tiempo. Nadie lo planea, simplemente sucede.
Pues bien, Weber dice que cuando te concentras en superar un reto, las redes del cerebro responsables de la atención se activan con fuerza. Y cuando recibes la señal de que lo lograste, las redes de recompensa también se activan. Normalmente, estas dos redes funcionan a su propio ritmo. Pero cuando estás en esta carrera de esfuerzo y recompensa, interactúan, y como los aplausos, ¡se sincronizan! Y ahí es cuando entras en "Flow." No es algo gradual, sino instantáneo.
Y cuando las cosas se sincronizan, se vuelven más eficientes. Volviendo al ejemplo de los aplausos, cuando el público aplaude al unísono, el volumen aumenta, ¿no? El mismo esfuerzo produce un ruido mayor. Pues algo parecido pasa en el cerebro. Cuando las redes de atención y recompensa se sincronizan, se vuelven más eficientes. Por eso necesitas menos esfuerzo para hacer el mismo trabajo mental en estado de "Flow." Es como un malabarista que tiene que hacer un gran esfuerzo para mantener muchos platos girando. Pero si logra sincronizarlos, de repente, ¡todo se vuelve más fácil!
Entonces, para llegar a ese estado de "Flow," hay que entrar en ese "gear 2," como se dice, y establecer un intercambio de esfuerzo y recompensa que se convierta en un ciclo continuo.
Ahora, ¿cómo aplicamos todo esto al trabajo del día a día? Podemos pensar en el "Flow" como una especie de interruptor que transforma el cerebro en una máquina que disfruta aprendiendo y mejorando. Y como este estado hace que salir de la zona de confort se sienta bien, es una herramienta muy valiosa para tener éxito.
Para que un trabajo tenga potencial de inducir "Flow," se necesitan cinco cosas:
1. Un reto: algo que te motive.
2. Metas claras: saber cómo abordar el reto.
3. Habilidades adecuadas: tus habilidades deben ser exigidas, pero no sobrepasadas.
4. Feedback inmediato y claro: saber si vas bien.
5. Motivación: querer superar el reto una y otra vez.
El juego Tetris es un buen ejemplo. ¿Lo conoces? Es un juego de puzzles donde tienes que encajar piezas que caen lo más rápido posible. Cada pieza que aparece es un reto. Sientes alivio al encajarla, y la satisfacción te hace querer seguir jugando. El juego te exige cada vez más, y a medida que mejoras, se vuelve más difícil. Las piezas caen más rápido, hasta que ese diálogo de esfuerzo y placer se convierte en un torbellino. Y de repente, te olvidas de todo y el juego se vuelve... fácil.
Esta carrera de esfuerzo y recompensa puede tener diferentes ritmos. Por ejemplo, si estás diseñando un producto nuevo, el reto dura hasta que tienes el diseño final, pero sientes alivio cada vez que se te ocurre una idea. En los deportes, el reto es ganar el partido, pero sientes satisfacción cada vez que haces una buena jugada.
Y esto se puede aplicar a muchos tipos de trabajo. Por ejemplo:
* Programación: Escribir código se puede dividir en segmentos, cada uno con su propio reto. Ejecutar el código con éxito al final de cada segmento te da satisfacción y te motiva a seguir.
* Creatividad: Arte, escritura, música… Los artistas a menudo se sienten atormentados por una idea hasta que logran plasmarla en una obra. Cada capítulo de un libro, cada línea de música, te da un respiro y te impulsa a seguir.
* Diseño: Un diseñador siempre tiene una idea en mente que quiere hacer realidad. Cada idea, cada decisión de diseño, te da satisfacción y te impulsa a seguir.
* Aprendizaje: Los cursos online a menudo utilizan este sistema. Cada módulo presenta un reto, y al final hay un examen que te da feedback. Si sacas buena nota, el siguiente módulo es más difícil. Si sacas mala nota, el siguiente módulo es más fácil. Así, siempre te mantienes en un nivel de exigencia óptimo.
* "Gamificación" en el trabajo: Cada vez más empresas usan estrategias de juegos para hacer el trabajo menos aburrido y motivar a los empleados. Por ejemplo, competir con un compañero para ver quién apila estanterías más rápido. O tener un sistema que te da una insignia cada vez que mueves un cierto número de objetos. Así, el trabajo se vuelve más interesante y hasta divertido.
Hay un autor, Yu-kai Chou, que dice que las insignias tienen que darse justo después de superar un reto, para que tengan el mayor impacto. Esto subraya la importancia de ese ciclo de esfuerzo y recompensa. Además de las competiciones y las insignias, algunas empresas usan paneles de control con datos en tiempo real y listas de tareas con puntos por cada tarea completada.
Entonces, aunque no todo se puede convertir en un juego, incluso la tarea más aburrida puede tener algo de reto y recompensa.
Un lugar de trabajo que te da autonomía, donde puedes decidir qué tareas hacer y cómo hacerlas, y donde puedes mejorar constantemente en algo, es más probable que te motive intrínsecamente. Los incentivos materiales, como el dinero o el estatus, pueden ser contraproducentes. Si estás haciendo algo por una recompensa externa, te olvidas del proceso, que es donde reside el verdadero placer.
Aquí hay seis consejos para crear un ambiente donde la gente disfrute de su trabajo:
1. Definir los roles de cada uno claramente, para que se sepa a quién darle crédito cuando algo se hace bien.
2. Dar a todos una hoja de ruta clara, para que sepan qué se espera de ellos y cómo lograrlo.
3. Identificar las pasiones, habilidades y metas de cada uno, y asignar tareas que se alineen con ellas.
4. Reconocer el esfuerzo, independientemente del resultado, y recompensarlo de alguna manera.
5. Fomentar una cultura de justicia. Si las recompensas se distribuyen injustamente, la gente deja de creer que su esfuerzo conducirá a algo bueno.
6. Vigilar la fatiga, el aburrimiento y el estrés. Estos te sacan del "gear 2" y hacen que el "Flow" sea imposible.
El tema común que une todos estos consejos es la expansión hacia lo desconocido. El "Flow" surge cuando estiras tus habilidades, y aprender implica aprender lo que aún no sabes.
La tensión que sientes cuando te enfrentas a algo incierto, cuando te esfuerzas por superar un reto, refleja la liberación de norepinefrina en tu cerebro. Esa norepinefrina prepara las neuronas para crear nuevas conexiones. Tu cerebro se vuelve más maleable, más fácil de cambiar. Esto explica por qué la gente a veces describe una sensación de euforia, de "sentirse vivo," durante momentos de gran reto. En cierto sentido, la tensión viene de chocar con lo desconocido, y la vitalidad viene de la emoción de entrar en él.
Puede que hayamos evolucionado para "sentirnos vivos" al expandirnos hacia lo desconocido, porque ese impulso nos ha mantenido vivos. La necesidad constante de actualizar y aumentar nuestro conocimiento nos ha ayudado a adaptarnos a los cambios, y ha salvado la vida de nuestros antepasados… y nos ha dado la nuestra. En fin, ahí lo dejo, espero que os haya servido de algo. ¡Hasta la próxima!